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Reunirnos para hablar la Palabra de Diospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4680-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 5 Sección 3 de 4

NO DEBEMOS ACTUAR INDEPENDIENTEMENTE
SINO CUIDAR DEL ESPÍRITU DE LA REUNIÓN

Una vez que hayamos tocado el espíritu de la reunión y nos hayamos percatado de cuál es el fluir de la reunión, lo primero que debemos cuidar es no actuar independientemente. Por lo tanto, no debemos hablar descuidadamente. Si hablamos descuidadamente, estaremos fuera del fluir. Esto perturbará el fluir de la reunión. ¿Qué debemos hacer entonces? Debemos seguir el fluir. Ya sea que estemos cantando, orando, testificando o hablando, debemos seguir el espíritu de la reunión, dejándonos guiar por el fluir de la reunión. Por ejemplo, supongamos que cuando usted entra en el salón de reuniones el fluir es uno de alabanzas, pero después de que usted se sienta le pide a todos que lean la Biblia. Si hace eso, habrá perturbado el espíritu de alabanzas. Mientras todos alaban, usted debe zambullirse también en ese fluir de alabanzas y unirse a los demás en dicho fluir. Incluso las palabras de sus alabanzas deben encontrarse dentro del fluir, siguiendo la misma dirección de las alabanzas de todos los demás. Todos debemos aprender a hacer esto.

Quizás algunos digan: “No es nada sencillo asistir a la reunión. Primero, tenemos que dejar todo para ser llamados a reunirnos en el nombre del Señor. Luego, en la reunión debemos tocar el fluir que está allí presente. Si el fluir es un fluir de tristeza y llanto, debemos también llorar; si es de regocijo, debemos también regocijarnos; y si es de alabanzas, debemos también alabar en el fluir. Todas estas cosas son sólo para los ‘profesionales’; son demasiado difíciles para mí”. En respuesta, yo le diría lo siguiente: Dígame usted, por favor, ¿es difícil para ustedes, que están aquí en esta reunión, hablar chino? Todos estamos acostumbrados a hablar chino; nunca nos ha parecido difícil hablar chino. Sin embargo, en los pasados veinte años, todo lo que he hablado en el exterior ha sido en inglés. Asimismo, lo que he escrito ha sido en inglés. Debido a esto, se me ha olvidado cómo decir muchas expresiones chinas y cómo escribir muchos de los caracteres chinos. Mi punto con esto, es mostrarles que si a ustedes les cuesta trabajo hablar o no, depende de si lo practican o no. Si ustedes continúan hablando y hablan sin cesar, no les será difícil hablar.

Espero que practiquen esto de todo corazón, porque hablar es nuestro pulso vital. Es aquí donde reside la prosperidad de la iglesia. Si nuestras reuniones son buenas, cuando las personas vengan serán salvas. También podremos brindarles un suministro, educarlas y edificarlas. De este modo, día tras día la iglesia será más próspera. Sin embargo, si nuestras reuniones son pobres, no creceremos mucho.

AMONESTAR Y CORREGIR
CON UN ESPÍRITU TIERNO Y CON LA LENGUA
HUMILDE Y AFABLE DE UN APRENDIZ

En segundo lugar, cuando hablemos no debemos extendernos demasiado, invadiendo la porción de otros, ni debemos reemplazarlos haciéndolo todo nosotros mismos. No sólo en las reuniones grandes, sino también en la reunión de hogar donde se reúnen cuatro o cinco, cada uno tiene su porción. No debemos utilizar todo el tiempo, pues estaremos usurpando y reemplazando a otros.

Tercero, debemos aprender a ejercitar nuestro espíritu y hablar desde lo profundo de nuestro ser usando un tono de voz fuerte, de modo que los demás puedan oírnos. Un antiguo proverbio chino dice que debemos hablar sacando las palabras desde el abdomen. El que habla debe elevar un poco el tono de la voz, abrir su garganta un poco más, aumentar el volumen y preocuparse por que los demás escuchen. No haga que los demás se sientan incómodos debido a que no pueden oírlo.

Cuarto, si alguien habla en voz muy baja o es demasiado repetitivo o se extiende demasiado, debemos amonestarlo o corregirlo, pero con un espíritu tierno y con la lengua humilde y afable de un aprendiz. Este cuarto punto tiene que ver con una enfermedad muy común entre nosotros: puesto que el resto de hermanos y hermanas sienten que no pueden hacer nada al respecto, simplemente toleran la situación. Pero en realidad lo mejor no es tolerar la situación, sino impedir que siga sucediendo. Sin embargo, los que corrijan a otros deben hacerlo con un espíritu tierno. Incluso no es suficiente tener un espíritu tierno, pues además necesitamos tener la lengua humilde y afable de un aprendiz, y tal vez decirle: “Hermano, ¿podría usted dejar un poco de tiempo para los demás?”. A veces cuando alguien no acepta esta amonestación, todos deben asumir alguna responsabilidad. No piensen que únicamente el hermano responsable debe actuar como policía. Todos los demás no deben simplemente esperar que él intervenga y ponga las cosas bajo control. Este concepto es equivocado. En la reunión todos debemos ser policías; cada uno de nosotros debe ser un policía. Al tomar todos esta responsabilidad, espero que en la iglesia en Taipéi se pueda eliminar cabalmente todos estos problemas que se vienen presentando por tanto tiempo en las reuniones. Entonces, la condición de nuestras reuniones experimentarán un cambio.


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