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Visión intrínseca del Cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1376-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 6 Sección 2 de 4

El Dios Triuno es el poder que opera
sobre nosotros y en nosotros

Además de esta constitución intrínseca, también necesitamos poder. Los cristianos no somos personas comunes; antes bien, somos muy especiales, ya que tenemos el poder divino. Las personas comunes no pueden vencer su ira, pero nosotros sí. Pablo dijo: “Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder” (Fil. 4:13). Pablo podía hacerlo todo en Aquel que lo revestía de poder, es decir, en Aquel que lo fortalecía.

En el pasado algunos me dijeron que no podían llevar una vida cristiana genuina. Un hermano me dijo: “En Efesios 5 se me manda amar a mi esposa, pero debo confesarle, hermano Lee, que no puedo amarla”. Este hermano pensó que tal vez Dios se había equivocado al darle su esposa. Este hermano sabía que un esposo cristiano debía amar a su esposa y que no podía divorciarse de ella; sin embargo, debido a sus fracasos, no sabía cómo seguir adelante en su matrimonio. Cuando me preguntó qué debía hacer, le dije: “Tienes que ser un cristiano”. El contestó: “Pero no puedo”. Y yo le respondí: “Tú no puedes, pero Cristo sí puede”. Además, le dije que si estamos en nosotros mismos, simplemente no podemos; pero debemos darnos cuenta de que estamos en Cristo. Estamos en Aquel que nos reviste de poder, en Aquel que nos fortalece para hacerlo todo. Animé a ese hermano a que permaneciera en Cristo y lo tomara como Aquel que nos reviste de poder.

Si los esposos permanecen en Cristo, en Aquel que los reviste de poder, ciertamente podrán amar a sus esposas. Este remedio es muy efectivo. Muchos santos fueron ayudados por esta comunión y aprendieron a amar a sus esposas permaneciendo en Cristo, en Aquel que los reviste de poder. En nosotros, intrínsecamente, tenemos una constitución divina, y también tenemos el poder divino que opera sobre nosotros y en nosotros. Este poder es el Dios Triuno.

Efesios 1 no sólo menciona la impartición del Padre, del Hijo y del Espíritu, esto es, la impartición divina de la Trinidad Divina, sino que también revela que los tres que constituyen el Dios Triuno obran juntos en un solo poder. El Padre está corporificado en el Hijo, y el Hijo es hecho real en nosotros como el Espíritu, lo cual hace al Dios Triuno un poder, el poder más grande del universo.

El Dios Triuno hizo que este poder operara en Cristo: resucitándole de los muertos, sentándole en los lugares celestiales a la diestra del Padre, sometiendo todas las cosas bajo los pies de Cristo y dándolo por Cabeza sobre todas las cosas. Cristo no fue de la tierra a la luna, sino al tercer cielo, donde se sentó en los lugares celestiales. El venció el poder de las tinieblas, el propio poder de Satanás, quien está en los aires. Todas las cosas fueron sometidas bajo los pies de Cristo, y El fue dado por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, que es el Cuerpo. Todo lo que la Cabeza es, es dado al Cuerpo, es decir, es transmitido al Cuerpo de Cristo.

No sólo poseemos al Dios Triuno como nuestra constitución intrínseca, sino también como nuestro poder interno y externo. Somos poderosos. Tenemos una constitución divina e intrínseca, que incluye la vida de Dios, Su naturaleza, Su elemento y Su esencia. También tenemos al Dios Triuno procesado y consumado, quien es el poder que opera sobre nosotros y en nosotros a fin de hacernos poderosos. Con este poder, podemos hacerlo todo: podemos sufrir las cosas que otros no pueden soportar, llevar las cargas que otros no pueden llevar y amar a los que otros no pueden amar; ésta es la realidad del Cuerpo de Cristo.

EL CUERPO DE CRISTO ES EL NUEVO HOMBRE

Tiene la persona divina

Tengo la carga de mostrarles la esencia y el elemento intrínsecos del Cuerpo de Cristo revelados en el libro de Efesios. En el capítulo uno de Efesios vemos que el Cuerpo de Cristo es el resultado, el fruto, de que Dios se imparta y se transmita a nosotros. En el capítulo dos vemos que la iglesia, el Cuerpo de Cristo, es el nuevo hombre (v. 15). Para que la iglesia sea el Cuerpo de Cristo, se requiere vida, pero para que sea el nuevo hombre, además de vida se necesita la persona. El cuerpo humano en sí tiene vida, pero el hombre tiene tanto la vida como la persona. Por lo tanto, la iglesia no es sólo el Cuerpo que tiene la vida divina, sino también el nuevo hombre que tiene a Dios como su persona. Para el Cuerpo, Dios es la vida, y para el nuevo hombre, Dios es la persona. Dentro de nosotros no sólo tenemos la naturaleza divina, la vida divina, el elemento divino y la esencia divina, sino también la persona divina. Tenemos a una persona en nosotros.


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