Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4948-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Mientras las cosas están calmadas, corremos el peligro de perder el testimonio. Incluso nuestra propia historia en los pasados años nos ha mostrado esto. Algunos se marcharon —se apartaron o tropezaron—, pero los que permanecieron poco a poco se volvieron indiferentes.
Tenemos el mismo problema en el Lejano Oriente. La obra, el testimonio, empezó en la China continental con mucho fervor. Asimismo se propagó con el mismo fervor. Pero hoy en día, según mi observación de la situación en el Lejano Oriente, parece que el fervor ha disminuido. Como les dije a los hermanos allí, esto me preocupa mucho.
Las iglesias del recobro del Señor en los Estados Unidos, aunque son mucho más jóvenes, también corren este mismo peligro. Con respecto a las iglesias nuevas el problema no es tan grave, pero con respecto a las iglesias establecidas, el peligro ciertamente está presente.
Esta tibieza sin duda alguna resultará en vaciedad. Cuando usamos la palabra vaciedad, nos referimos a una carencia en cuanto a nuestra experiencia de Cristo. Una vez que carecemos de Cristo, estamos carentes del Espíritu y de la vida. De hecho, estos tres son uno, sin embargo, tenemos que referirnos a tres asuntos. Sin el Espíritu, no tenemos la debida experiencia de Cristo; y si no tenemos la debida experiencia de Cristo, no tenemos mucha vida.
Siento mucha carga con respecto a la condición actual del recobro del Señor en la tierra. Según mi observación, pareciera que no muchas iglesias aún conservan este fervor. Cuando algunos de ustedes hermanos vinieron al recobro, vinieron con un celo que quemaba. Ahora, aunque su conocimiento ha aumentado y poseen más experiencia que la que tenían en el pasado, su fervor ha mermado y ya no es como cuando ustedes recién llegaron.
Es posible que tengamos más conocimiento, pero eso no significa que tengamos más verdad. Según la revelación del Nuevo Testamento, la verdad es el fruto de la luz. ¿Qué es la doctrina? ¿Qué es la verdad? El conocimiento sin la luz es doctrina. El conocimiento que está lleno de la luz es la verdad. Los que tienen un doctorado en teología pueden tener mucho conocimiento de la Biblia, pero quizás no tengan mucha luz. Los mensajes del Estudio-vida pueden ser mera doctrina para usted, o pueden ser la verdad. La diferencia radica en que cuando usted obtiene el conocimiento con luz, tiene la verdad. Sin la luz, únicamente tiene doctrinas. Usted puede recibir doctrinas sin amar al Señor. Es posible que usted asista a un seminario o a un instituto bíblico y acumule mucho conocimiento, pero no reciba ninguna luz porque la luz es el Señor mismo. Él nunca nos dijo que Él es conocimiento; en vez de ello, nos dijo que Él es la luz (Jn. 8:12) y la verdad (14:6). Si no amamos al Señor, es posible que nos acerquemos a la Biblia, tengamos nuestra vigilia matutina, pero lo que leamos sea simplemente conocimiento sin luz. Si tenemos la presencia del Señor mezclada con nuestro conocimiento, entonces ese conocimiento es la verdad, por cuanto la presencia del Señor es la luz. Así que, como pueden ver, incluso es posible perder la verdad. No tenemos a Cristo, no tenemos luz, no tenemos espíritu ni tenemos la verdad (la realidad). ¿Qué queda entonces? Lo único que queda es vaciedad, nada más que vaciedad.
Debemos ser fervientes en buscar al Señor. De este modo, la Biblia y los mensajes del Estudio-vida nos ayudarán, no a obtener doctrinas sino la verdad, el verdadero conocimiento que viene acompañado de la luz. Entonces tendremos la verdad, la realidad. Nosotros, los hermanos que llevamos la delantera, no debemos imponerles a los santos tantos requisitos. Nosotros mismos debemos tomar la iniciativa. Si nosotros no somos un ejemplo en cuanto a ser fervientes por el Señor, sino que más bien esperamos que los demás lo sean, todo lo que digamos será una doctrina o una enseñanza, lo cual no producirá ningún impacto.
Incluso en el Antiguo Testamento tenemos este versículo: “Me consumió el celo de Tu casa” (Sal. 69:9). Los profetas del Antiguo Testamento, como Isaías, Jeremías y Ezequiel eran sumamente fervientes. Si hubieran perdido su celo, su fervor, dejarían de ser profetas; la palabra no habría venido a ellos. La palabra que vino a los profetas del Antiguo Testamento era la verdad, y la palabra fresca que salía de sus bocas estaba llena de luz. El hablar de los profetas no era doctrina sin luz; no, sus palabras estaban llenas de luz. Por lo cual llegaron a ser la verdad.
La mayoría de los cristianos no ve la diferencia que hay entre la verdad y el conocimiento y la doctrina. Aproximadamente a partir de 1830 hasta 1930 se publicaron muchos libros que contenían muchas verdades, llenas de luz. Esto no ha vuelto a suceder en los pasados cincuenta años. En lugar de la verdad, lo único que se percibe en el ambiente es vaciedad. Éste es el peligro en que podríamos caer.
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