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Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritupor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8302-8
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CAPÍTULO TRECE

REUNIRNOS Y ADORAR

ASUMIR RESPONSABILIDAD EN LAS REUNIONES

No es fácil cambiar la atmósfera en las iglesias, pues hemos estado atrincherados en viejos conceptos por muchos años. Lo que necesitamos es cambiar nuestro concepto. No estamos conscientes de la influencia que el cristianismo tiene sobre nosotros. Por ejemplo, cada creyente tiene el concepto de que ellos deberían asistir a un servicio de adoración. Es posible que no utilicen la frase servicio de adoración, pero ellos tienen este concepto. Ellos también tienen el concepto de que el servicio de adoración consiste de cantar himnos, orar, escuchar las Escrituras y escuchar un sermón. Si no abandonamos este concepto, cada cambio que hagamos será superficial. Por ejemplo, podríamos pintar un podio de un color distinto. Aunque el color ha cambiado, la naturaleza del podio no ha cambiado. Pareciera que todavía queremos una reunión en la que cantemos, oremos, leamos las Escrituras y una sola persona dé un mensaje. Por tanto, cuando animamos a todos a que participen invocando y orando-leyendo, es posible que lo único que estemos cambiando sea nuestro método.

Además, debido a la influencia del cristianismo, no asumimos responsabilidad en las reuniones. Sabemos que habrá algunos hermanos que dirigirán la reunión. Por tanto, no venimos a la reunión con un sentido de responsabilidad. Nuestras reuniones no deberían ser dirigidas por algunos hermanos designados. Si alguien estuviese designado para dirigir la reunión, sería todo el mundo. Todos los hermanos y las hermanas que vienen a la reunión deberían asumir responsabilidad por la reunión. Si todos tenemos la actitud de que otros deberían asumir responsabilidad por la reunión, nuestras reuniones no tendrán impacto alguno.

Subconscientemente, tenemos el concepto de que los cristianos no asumen responsabilidad alguna cuando se reúnen. Los cristianos en las denominaciones tienen pastores que asumen responsabilidad por las reuniones. Nosotros también tenemos hermanos, tales como los ancianos o los colaboradores, que son responsables de nuestras reuniones. Cuando vamos a una reunión de distrito, hay hermanos que asumen responsabilidad. Quisiera recomendarles a los hermanos responsables en los distritos a que no se sienten en la primera fila; más bien, ellos deberían sentarse en la última fila. Si los hermanos y las hermanas no ejercen su función, los hermanos responsables no deberían hacerla por ellos. Si los hermanos responsables renuncian, las reuniones todavía continuarán. Las reuniones no son para los hermanos responsables. Las reuniones son para todos los santos. Por tanto, los ancianos y colaboradores deberían sentarse en las filas de atrás. Al final de la reunión un anciano puede ir al frente y dar los anuncios. La reunión es responsabilidad de los santos, no de los ancianos.

LOS CRISTIANOS EJERCEN SU FUNCIÓN PRINCIPALMENTE EN LAS REUNIONES

El concepto de que asistimos a una reunión pero que no somos responsables de ella es un error fundamental. Es una estratagema que utiliza Satanás para hacer inútiles a los miembros del Cuerpo de Cristo de modo que dejen de cumplir su función. Nosotros, como miembros del Cuerpo, ejercemos nuestra función principalmente en las reuniones (1 Co. 14:26). Nunca deberíamos pensar que tenemos una función “escondida”, como barrer el piso, limpiar las ventanas o visitar a los santos, y que eso nos excusa de ejercer nuestra función en las reuniones. Éstos son servicios buenos, pero no constituyen nuestra función principal. Nuestra función principal consiste en ofrendar nuestra porción en las reuniones. La función principal de los miembros de un equipo de baloncesto consiste en jugar baloncesto, no en hacer mandados y comprar zapatos deportivos. Hacer mandados y comprar zapatos no se comparan con jugar baloncesto. Nosotros, siendo cristianos, somos miembros de Cristo, y nuestro servicio más importante consiste en reunirnos. Las reuniones son la mejor oportunidad que tenemos para exhibir a Cristo. Como cristianos, se nos ha comisionado exhibir a Cristo en las reuniones. Si nuestras reuniones no exhiben a Cristo, ellas son un fracaso. Que una iglesia local sea fuerte o débil depende de sus reuniones. Si las reuniones son buenas, la iglesia es fuerte, pero si las reuniones son pobres, la iglesia es débil. Nosotros pasamos por alto la importancia de las reuniones porque hemos sido cegados por Satanás.

Algunos creyentes están cegados al punto que ellos son indiferentes hacia las reuniones. Ellos piensan que es suficientemente bueno temer a Dios, amar al Señor, tener comunión con Él y amar a otros. Esta clase de actitud es evidencia del éxito que ha tenido la maquinación de Satanás. Todo lo que un cristiano hace en la tierra tiene como meta el desarrollo de las reuniones. Un equipo de baloncesto existe para jugar baloncesto. Si no hubiese juegos de baloncesto, no habría necesidad alguna de tener un equipo de baloncesto. Igualmente, si no hay reuniones, no existe la necesidad de tener la iglesia. La iglesia existe para las reuniones. Nuestro concepto tiene que cambiar. Tenemos que entender que las reuniones son el lugar principal donde los cristianos ejercen su función.


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