Información del libro

Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4442-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 19 de 20 Sección 1 de 4

CAPÍTULO DIECINUEVE

LA NUEVA JERUSALÉN

DOS CONSUMACIONES

La Biblia concluye hablándonos de la Nueva Jerusalén (Ap. 21:2). Esto significa que la Nueva Jerusalén es la máxima consumación de todas las cosas positivas halladas en la Biblia. Según el mismo principio, la consumación de todas las cosas negativas será el lago de fuego. Al final de la Biblia hay dos consumaciones, una representada por una ciudad y la otra representada por un lago. La ciudad es una ciudad de agua, mientras que el lago es un lago de fuego. La Nueva Jerusalén es una ciudad de agua viva. Debido a que el agua viva fluye por toda la ciudad, ésta jamás experimentará sequedad. Por su parte, el lago es un lago de fuego. Todo lo que hay en él se quema. Sin excepción alguna, todas las cosas positivas se reunirán en la ciudad de agua, y todas las cosas negativas serán echadas al lago de fuego. El anticristo y su compañero, el falso profeta, serán los primeros en ser echados al lago de fuego (19:20). Todos aquellos que los siguen para pelear en contra de Cristo también irán a parar allí. Más tarde, Satanás, sus ángeles y todos los pecadores también serán echados al lago de fuego (20:10, 15). Finalmente, incluso los demonios, la muerte y el Hades serán echados allí (vs. 13-14). Por consiguiente, el lago de fuego es un “basurero” universal. Todo lo que no es de Dios, se opone a Dios o Dios considera basura, será echado al lago de fuego. Confío en que ninguno de los que leen este mensaje irá a parar al lago de fuego. Sin embargo, ¿qué diría acerca de la obra que usted realiza? ¿Irá ésta al lago de fuego o a la Nueva Jerusalén, la morada eterna de Dios? Aquí en la morada eterna de Dios, todo es positivo. Todas las cosas positivas de la Biblia se encuentran allí.

Este asunto de la Nueva Jerusalén nunca ha sido dado a conocer adecuadamente a los cristianos. Quizás Apocalipsis 21 y 22 fueron dos capítulos sellados para usted por muchos años. Aunque usted probablemente los leyó muchas veces, simplemente no vio nada. En este mensaje deseo resaltar diferentes aspectos de la Nueva Jerusalén.

EL ÁRBOL DE LA VIDA

Después de que Dios creó al hombre, lo puso en un huerto frente al árbol de la vida (Gn. 2:8-9). Por consiguiente, inmediatamente después de la creación del hombre, se menciona el árbol de la vida. El árbol de la vida es una de las características más sobresalientes de la Nueva Jerusalén. Apocalipsis 22:14 muestra que el árbol de la vida está en la Nueva Jerusalén. Este versículo dice: “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad”. En los primeros dos capítulos de la Biblia vemos el cielo viejo, la tierra vieja, el huerto viejo, a Adán y el árbol de la vida. En los últimos dos capítulos de la Biblia vemos el cielo nuevo, la tierra nueva y la ciudad con el árbol de la vida. En esta ciudad no vemos a Adán, sino a Israel y los apóstoles, quienes representan el nuevo hombre. En el huerto en Génesis tenemos al viejo hombre; pero en la ciudad en Apocalipsis tenemos al nuevo hombre corporativo. En el huerto estaba el árbol de la vida, y en la ciudad también vemos el árbol de la vida. Aunque los cielos y la tierra han cambiado, y también ha cambiado el huerto convirtiéndose en la ciudad como también ha cambiado el primer hombre convirtiéndose el nuevo hombre corporativo, el árbol de la vida sigue siendo el mismo. Todo ha cambiado o mejorado, menos el árbol de la vida. Desde el principio hasta el final, el árbol de la vida permanece igual. ¡Aleluya, el árbol de la vida nunca cambia!

LA LUZ

Génesis 1:3 dice: “Dijo Dios: Haya luz; y hubo la luz”. En los versículos 14 al 18 vemos que en el cuarto día Dios creó las lumbreras: el sol, la luna y las estrellas. La Nueva Jerusalén es una ciudad de luz (Ap. 21:23). En cada rincón de la ciudad hay luz. Esta luz es tan intensa que no hacen falta el sol ni la luna. La luz que iluminará la ciudad será Dios mismo, y Cristo, el Cordero, será la lámpara. Dios está en Cristo, así como la luz está en la lámpara. Dios, la luz, está en el Cordero, quien es la lámpara, resplandeciendo en la ciudad, sobre ella, a través de ella y desde ella. En lo que se refiere a la Nueva Jerusalén, el sol, la luna y las estrellas no son necesarios. Hoy en día necesitamos la luz eléctrica porque no tenemos la luz del sol continuamente en todo lugar. Pero en la Nueva Jerusalén no tendremos la luz natural ni la luz producida por el hombre. ¡Aleluya por la luz de la Nueva Jerusalén!

Cuando usted vino a la vida de iglesia, ¿no le pareció que el entorno y la atmósfera eran completamente nuevos? ¿No sentía como si estuviera en el cielo nuevo y la tierra nueva? Además, en la iglesia está el árbol de la vida. La iglesia también está llena de luz, pues aquí Dios brilla a través de Cristo, quien es la lámpara. En la vida de iglesia no hay oscuridad. Antes de que viniéramos a la vida de iglesia, estábamos en el viejo universo, en la vieja atmósfera, en el viejo entorno, un entorno saturado de oscuridad y de muerte. Pero el día en que vinimos a la vida de iglesia, los cielos, la tierra, la atmósfera y el entorno fueron hechos nuevos. En lugar de muerte, teníamos el árbol de la vida, y en lugar de oscuridad, teníamos luz.


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