Información del libro

Dios Triuno es vida para el hombre tripartito, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0254-8

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Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 19 Sección 3 de 3

Dispuestos a sufrir agravios
y a ser defraudados

El hecho de llevar la cruz se expresa en estar dispuestos a sufrir agravios o a ser defraudados (1 Co. 6:7b). En todo y con toda clase de persona, incluyendo a nuestras esposas, esposos, padres, hijos, parientes, hermanos, hermanas y compañeros de habitación, debemos estar dispuestos a sufrir agravios o a ser defraudados. Estar dispuestos a sufrir agravios o a ser defraudados equivale a estar dispuestos a sufrir pérdida, a aprender la lección de la cruz, a guardar la virtud de Cristo a cierto costo. Nuestra experiencia común es que reaccionamos cuando otros nos agravian, especialmente cuando cometen errores a costa nuestra.

En mayo de 1935, varios colaboradores permanecieron con el hermano Nee para estudiar el libro de Cantar de los cantares. Me quedé en un cuarto con otro hermano a quien ya conocía bien. El cuarto donde estábamos no tenía baño; así que era necesario acarrear agua para bañarnos. Cada vez que yo llevaba al cuarto una palangana de agua, tenía que pasar por su cama para llegar a la mía. El espacio junto a su cama era estrecho y cada vez que yo pasaba con agua se me caían algunas gotas en su cama. Después de derramar el agua en su cama, yo no tenía paz, así que le pedía perdón. Puesto que yo derramaba agua muchas veces durante el día, le pedía disculpas una, dos y frecuentemente tres veces al día. Una vez, cuando comencé a pedirle perdón, él me dijo: “Lo peor es cometer un error y no pedir perdón. Es bueno pedir disculpas cuando uno se equivoca. Pero lo mejor es no cometer error alguno”. Esta palabra me hizo sentir mucha vergüenza, pero también indicó que mi compañero de cuarto no estaba dispuesto a llevar la cruz. Él reaccionó a mis repetidas disculpas porque no estaba dispuesto a sufrir agravio. Necesitamos aplicar el principio de no reaccionar, sino de vivir bajo la sombra de la cruz.

En 1 Corintios 6 Pablo aplicó la cruz con dos preguntas: “¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?”. Si usted no está dispuesto a sufrir agravios o a ser defraudado, esto significa que no está dispuesto a llevar la cruz. No estar dispuestos a sufrir agravios o a ser defraudados en las cosas pequeñas es una indicación de no estar dispuestos a llevar la cruz. Nosotros los cristianos no debemos comportarnos meramente conforme a la norma de moralidad, sino conforme a la norma de la crucifixión. Es posible que yo esté totalmente correcto según la norma de moralidad, pero también es posible que sea yo una persona que vive mucho en la carne, sin tener experiencia alguna de la crucifixión.

Podemos usar como ejemplo de ser defraudado la experiencia de recibir un pago menor de lo debido. Digamos que alguien le debe $27.25. Si sólo le paga $26.25, usted ha sufrido un fraude de un dólar. Si usted reacciona, la reacción indica que no está dispuesto a ser defraudado. Después de recibir $26.25, tal vez espera uno o dos días, aguardando el pago del dólar. Cuando vea que el dólar no vendrá, puede ser que vaya a la persona para demandar el pago. Según las normas de moralidad, usted tiene razón. Pero según la norma de la crucifixión, usted lo perdió todo porque no estuvo dispuesto a ser crucificado. Si yo fuera una persona dispuesta a ser crucificado, nunca pensaría en el dólar. Dejaría de esperar el pago del dólar, no por el ejercicio de mi paciencia, sino al poner mi persona junto con mi carne en la cruz. Como resultado, no me acordaría del dólar ni mencionaría a nadie el incidente. Esto muestra que el nivel de nuestras virtudes como cristianos es mucho más alto que el de la gente en general. Éste es un ejemplo de llevar la cruz en una manera muy fina.

Andar bajo la sombra
de la muerte de la cruz

Llevar la cruz de una manera fina es “vivir bajo la sombra de la cruz”. La segunda estrofa de Himnos, #297 expresa esta experiencia:

Para que se forme Cristo,
    Yo no debo más vivir.
Bajo de la cruz viviendo,
    Mi alma tiene que morir.

    Muerte vida trae,
    Muerte vida trae,
    Surge vida de la muerte,
    Muerte vida trae.

EXPERIMENTAR LA CRUZ DE CRISTO
AL TENER CONTACTO CON EL SEÑOR
Y SER LLENOS DE ÉL

En la economía neotestamentaria de Dios, Cristo llevó a cabo la encarnación para ser Emanuel. Él también cumplió la crucifixión para darnos fin y la resurrección para hacernos germinar. En resurrección Él llegó a ser el Espíritu vivificante. Hoy en día debemos experimentarlo como Emanuel mediante el Espíritu vivificante al hacer morir todo lo relacionado con nosotros. Esto es experimentar la cruz de una manera fina.

Habiendo recibido esta visión de la experiencia de la cruz, podemos darnos cuenta de que entre nosotros la vida de iglesia todavía carece de mucho. Nadie puede hacer esto por sí solo. Por esto es que debemos contactar al Señor y tener comunión con Él, al ser avivados cada mañana en nuestro espíritu. Debemos tocar al Señor y ser llenos de Él. Entonces en nuestra experiencia Él mismo, como Emanuel y como el Espíritu vivificante, será para nosotros la realidad de la cruz y de la resurrección. El Espíritu llegará a ser nuestra experiencia de la cruz y de la resurrección. En realidad, en nuestra experiencia no hay distancia entre la cruz y el Espíritu. La cruz va con el Espíritu, y el Espíritu lleva la cruz. Recibir el Espíritu culmina en la cruz. No obstante, para experimentar esto, debemos ser personas que en resurrección tienen contacto con el Señor todo el tiempo.


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