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Estudio-vida de Juanpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3245-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 51 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE JUAN

MENSAJE OCHO

LA NECESIDAD DEL HOMBRE MORAL:
SER REGENERADO POR LA VIDA

(1)

Después de establecer el principio de la vida y el propósito de la vida en el capítulo 2 de Juan, el escritor relata nueve casos, desde el capítulo 3 hasta el 11, con el fin de comprobar el principio de la vida, el cual fue establecido en la primera señal del capítulo 2. Él usa estos casos para presentar algunos puntos espirituales de gran significado. Lo primero que logran estos casos es exponer la condición y la necesidad del hombre, y después, revelar la manera en que el Señor se ocupa de todas estas condiciones y satisface todas las necesidades del hombre. La vida suple la necesidad del hombre en todos los casos. Debemos entender que la vida aquí representa al Señor mismo, el Verbo que era Dios y que se hizo carne. Aunque el Señor puede haber suplido la necesidad del hombre en miles de casos, Juan escogió únicamente nueve de ellos para ejemplificar la manera en que el Señor como la vida podía, y aún puede, satisfacer la necesidad de cualquier situación humana.

LA CONDICIÓN Y LA NECESIDAD DEL HOMBRE

Primeramente veamos la condición del hombre en cada caso. El primer caso, presentado en el capítulo 3, habla acerca de una persona moral de clase alta, que acudió al Señor. Él era un caballero superior, sumamente culto, muy religioso, que buscaba a Dios y le temía. El segundo caso, hallado en el capítulo 4, presenta exactamente la condición contraria. El primer caso es acerca de un hombre moral; el segundo trata de una mujer inmoral. El primero presenta a una persona apacible, de clase privilegiada, mientras que el segundo caso presenta a una persona alocada, y de clase baja. Esta mala mujer había tenido cinco maridos y estaba viviendo con un sexto hombre que no era su marido. El tercer caso, presentado en el capítulo 4, habla de un joven que estaba enfermo y a punto de morir. El cuarto caso, en el capítulo 5, trata de un hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años, que estaba sumamente débil y era incapaz de dar un solo paso. El quinto caso, el del capítulo 6, habla de la multitud hambrienta que buscaba algo con que alimentarse. El sexto caso, presentado en el capítulo 7, trata del pueblo sediento cuya sed no pudo ser apagada ni por la mejor religión ni por ninguna otra cosa de esta vida. El séptimo caso, hallado en el capítulo 8, presenta a una mujer pecaminosa que cometió un pecado terrible y permanecía bajo la condenación y esclavitud de su pecado. El octavo caso, presentado en los capítulos 9 y 10, tiene que ver con un hombre ciego de nacimiento. Finalmente, el noveno caso en el capítulo 11 trata de Lázaro, quien murió y estuvo sepultado por cuatro días.

Las diversas condiciones de las personas mencionadas en los nueve casos representan las condiciones de todos los hombres. Algunos hombres son buenos como Nicodemo, mientras que otros son perversos como la mujer samaritana. Otros, como el joven de Capernaum, están a punto de morir; y la mayoría es débil como el hombre que estuvo enfermo durante treinta y ocho años. Todos desean hacer el bien, pero no tienen la fuerza para cumplir ese deseo. Conocen la religión, pero por ser débiles, no tienen la fuerza para vivir conforme a sus normas ni para cumplir sus regulaciones. Otros se encuentran hambrientos; anhelan algo que pueden disfrutar, mientras que otros tienen sed por algo más de lo que la vida humana puede ofrecerles. Hay algunos que tienen una sed tan intensa que nada de esta vida puede satisfacerlos. Otros continuamente cometen pecados y permanecen bajo la condenación y la esclavitud de tales pecados. Otros, como el hombre ciego, son ciegos, pero no físicamente, sino psicológica y espiritualmente. Al final, la última condición de todos los hombres es la muerte, porque están en la muerte y se encuentran en el camino que lleva a la muerte. No sólo están ya muertos, sino que también morirán más tarde. Todos los hombres están muertos, y además, van rumbo a la muerte. Por lo tanto, los nueve casos describen la verdadera condición de todo hombre. Estas condiciones muestran la necesidad del hombre, la cual únicamente el Señor como vida puede satisfacer plenamente.

LA CONDICIÓN Y LA NECESIDAD
DE CADA INDIVIDUO

La condición descrita en cada uno de los nueve casos puede también encontrarse en todos los hombres. Una misma persona puede encontrarse en cada una de estas condiciones. Por ejemplo, usted puede ser un buen hombre, o al menos puede tener la intención de serlo. Y también puede ser muy religioso, uno que teme a Dios y lo busca. No obstante, a la vez puede haber hecho algo vil, algo que no es honorable. Puede ser un caballero religioso con alta moralidad y aun así hacer algo malo. Por un lado, usted es una persona de clase alta, pero por otro, es una persona de clase baja.

Usted además es una persona enferma y a punto de morir moral y espiritualmente. Tal vez usted esté físicamente muy saludable, pero moral y espiritualmente puede estar moribundo. La verdad es que aun físicamente está muriéndose día tras día. Aparentemente usted es viviente, pero en realidad se está muriendo.

La otra condición que le aqueja es que es una persona débil. Usted sabe que debe hacer el bien y sabe lo que es correcto, pero no tiene la capacidad ni el poder para hacerlo. Tal vez aún no tiene veinticinco años, pero ha estado enfermo por “treinta y ocho años”. Usted sabe que debe amar a su prójimo, pero es débil y no puede hacerlo. Desea guardar la ley de Dios y agradarle, pero es incapaz de lograrlo. En otras palabras, tiene el deseo de hacer el bien, pero no tiene la capacidad para llevar a cabo lo que desea. Lo que necesita es el poder de la vida.

El hambre y la sed son también dos características de su condición. En muchas ocasiones usted siente que es una persona hambrienta, y muchas veces tiene sed de un título, de un doctorado, de dinero o de placer. Sin embargo, lo que usted necesita es al Señor como el pan de vida que satisface su hambre, y también necesita el agua viva del Señor la cual sacia su sed.

Otra condición que también se puede encontrar en usted es su pecaminosidad. Usted es pecador y comete pecados. Necesita el perdón del Señor así como también ser liberado de la esclavitud del pecado.

Por otro lado, usted se encuentra ciego, aunque tal vez tenga una visión perfecta con sus ojos físicos, no es capaz de percibir el significado de la vida humana, y en especial, no puede ver las cosas espirituales. Usted está ciego y necesita que el Señor le abra los ojos y le devuelva la vista.

El último aspecto de su condición es el de un hombre muerto que finalmente morirá. ¿Ha comprendido alguna vez que usted es una persona muerta? Nadie está vivo en su espíritu; todos están muertos. Usted necesita la vida de resurrección del Señor Jesús.

Cada persona tiene en su condición caída todos los aspectos de los nueve casos. Todo hombre, al menos en cierto grado, se encuentra en cada una de estas condiciones. Cada condición es un indicio de la verdadera necesidad de cada individuo.


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