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Estudio-vida de Jeremías y Lamentacionespor Witness Lee

ISBN: 978-0-73636366-2
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Actualmente disponible en: Jeremías 17 de 40 Capítulo 17 de 44 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE JEREMÍAS

MENSAJE DIECISIETE

UN CUADRO COMPLETO DE LA ECONOMÍA DE DIOS
REALIZADA MEDIANTE SU IMPARTICIÓN

Lectura bíblica: Jer. 15:10—17:27

En este mensaje quisiera dar una breve palabra con respecto a la economía de Dios tal como es presentada en el libro de Jeremías. En los capítulos 15, 16 y 17 de Jeremías tenemos un cuadro completo de la economía de Dios realizada mediante Su impartición.

LA DESILUSIÓN DE JEREMÍAS

Jeremías 15:10—16:9 es el relato de una conversación en la que intervienen tres interlocutores: Jeremías, su madre y Jehová. Jeremías habló de una manera muy humana, y Dios también habló así al hablar como si fuera un ser humano. En esta conversación y en la declaración adicional hecha por Jehová con respecto a los pecados de Judá (16:10—17:27) se nos revela la economía de Dios.

El libro de Jeremías revela que Dios ciertamente juzga a los malvados y, a veces, se vale de algunos malvados para juzgar a otros malvados. Ésta fue la situación en el capítulo 15. Dios tenía la intención de juzgar al pueblo de Israel y envió a Jeremías para decirles que Él usaría a los babilonios a fin de castigarlos. Ellos respondieron persiguiendo a Jeremías, lo cual hizo que él se sintiera desilusionado. En su desilusión, Jeremías le dijo a su madre: “¡Ay de mí, madre mía!, porque tú me diste a luz / como hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra. / Nunca he dado en préstamo con interés, / ni me han dado en préstamo a mí; / sin embargo, todos me maldicen” (15:10). La madre de Jeremías permaneció callada, pero Jehová intervino para consolar y alentar a Jeremías, diciéndole: “Sin duda te libraré por tu propio bien; / ciertamente haré que el enemigo te haga súplica / en tiempo de desgracia y en tiempo de angustia. / ¿Puede alguno quebrar el hierro, / el hierro del norte, o el bronce?” (vs. 11-12). Con el uso de hierro aquí, se hace referencia a los babilonios. Dios le aseguraba a Jeremías que usaría a los babilonios para castigar a Israel. Después de oír esto, Jeremías le pidió a Jehová que le brindara Su cuidado, diciéndole: “Oh Jehová, Tú lo sabes; / acuérdate de mí, visítame / y véngame de mis perseguidores. / No dejes que prevalezca Tu longanimidad para con ellos, de modo que me arrebaten; / sabe que por amor de Ti sufro oprobio” (v. 15). Jehová respondió dándole una comisión adicional a Jeremías (vs. 19-21) y también imponiéndole ciertas restricciones con miras a Su comisión adicional (16:1-9). Finalmente, Jehová hizo una declaración adicional con respecto a los pecados de Judá (que es Israel).

ASPECTOS CRUCIALES DE LA ECONOMÍA DE DIOS

En este relato en que Jeremías le habla a Jehová y Jehová le habla a Jeremías, vemos algunos aspectos cruciales de la economía de Dios.

Nutrido con el suministro divino

En 15:16 Jeremías le dice a Jehová: “Fueron halladas Tus palabras, y yo las comí; / y Tu palabra me fue / por alegría y por gozo de mi corazón, / pues por Tu nombre soy llamado, / oh Jehová, Dios de los ejércitos”. Esto indica que la palabra de Dios es buena para ser disfrutada por nosotros. La palabra de Dios nos alegra el corazón.

Lo crucial aquí es la revelación de que la palabra de Dios es el suministro divino como alimento que nos nutre. Toda clase de alimento tiene un elemento nutritivo. La palabra de Dios, el suministro divino, ciertamente contiene un elemento nutritivo. Este nutrimento está relacionado con la impartición divina, con el hecho de que Dios se imparte en nuestro ser. Por medio de la palabra como alimento, Dios imparte Sus riquezas a nuestro ser interior a fin de nutrirnos para que seamos constituidos con Su elemento.

Árboles plantados junto a las aguas

Otro aspecto de la economía de Dios es revelado en Jeremías 17:7 y 8. “Bendito el varón que confía en Jehová, / y cuya confianza es Jehová. / Será como árbol trasplantado junto a las aguas, / que echa sus raíces junto a la corriente, / y no temerá cuando llegue el calor; / porque sus hojas estarán frondosas, / y en el año de la sequía no se inquietará / ni dejará de dar fruto”. Estos versículos indican que nosotros, los creyentes en Cristo, somos los árboles plantados de Dios. Estos versículos también indican que Dios es comparable al agua. Dios nos ha plantado junto a Él mismo como río de agua. Dios no solamente es nuestro alimento, sino que Él también es nuestra bebida, el agua que acompaña los alimentos. Nuestro beber de Dios como agua también guarda relación con Su impartición. Al impartirse Él mismo como agua en nosotros, Dios nos suministra con el rico elemento de Su ser a fin de que seamos constituidos con Su divinidad. De este modo, nosotros, seres humanos, somos constituidos con la naturaleza divina.


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