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Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8903-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 15 Sección 4 de 5

LA SUJECIÓN A DIOS ES NECESARIA
PARA QUE SE LLEVE A CABO
LA MEZCLA DE DIOS Y EL HOMBRE

La iglesia es la mezcla de Dios con el hombre, pero un principio muy importante en esta mezcla es la sujeción del hombre a Dios. La mezcla de Dios con el hombre requiere que el hombre se someta a Dios, no que Dios se someta al hombre. Muy a menudo la gente pregunta: “¿Por qué en la iglesia no hay igualdad entre el hombre y la mujer?”. En una ocasión una hermana de edad avanzada me preguntó: “¿Por qué Dios quiere que las hermanas se sometan a los hermanos?”. Así que yo le pregunté: “¿Por qué sus ojos están colocados bajo sus cejas?”. Ella respondió: “Olvídelo; usted siempre gana”. La relación entre el esposo y la esposa es una descripción exacta de la relación que existe entre Cristo y la iglesia. La sujeción que la esposa tiene frente a su esposo representa la sujeción que la iglesia tiene frente a Cristo.

Efesios 5:31 dice: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”. Puesto que la esposa y el esposo llegan a ser uno solo, ¿quién es la cabeza? Si un mismo cuerpo tuviera dos cabezas, eso sería monstruoso. En la boda la novia por lo general cubre su cabeza con un velo. ¿Por qué el novio no cubre su cabeza? Cuando dos personas están casadas, la cabeza de una debe estar cubierta porque solamente puede haber una cabeza en la pareja, aunque antes cada quien tenía su propia cabeza. Cuando una pareja está casada, ellos declaran ante el universo que los dos han llegado a ser uno; esto es, tienen una sola cabeza. No obstante, debemos preguntarles a los hermanos casados que tienen cierta experiencia en su vida matrimonial si su matrimonio tiene dos cabezas o una sola. En los hogares de los santos, a menudo vemos muchas cabezas; por eso mismo, hay muchos problemas. Tener más de una cabeza hará de nuestra vida un asunto muy complicado.

Necesitamos preguntarnos si en nuestra vida matrimonial hay dos cabezas o una sola. Temo que algunos dirán que tienen por lo menos una cabeza y media, una cabeza es la del hermano y la otra media cabeza es de la hermana. Las hermanas necesitan cubrirse esa “media cabeza”, a fin de no hacer nulo el significado de cubrirse la cabeza.

El universo tiene leyes. Es algo maravilloso que en todo lugar y a través del tiempo, las novias se hayan cubierto la cabeza durante la boda. Según la luz de Dios, cuando dos personas se casan, las dos llegan a ser una sola. Solamente hay una cabeza, no dos. A fin de que haya una sola cabeza, la segunda debe ser cubierta. Éste es un cuadro que describe cómo Cristo y la iglesia vienen a ser uno solo. Cuando la pareja llega a ser una sola carne, una cabeza deberá estar cubierta. La iglesia no es la cabeza; antes bien, Cristo es la Cabeza de la iglesia. Cristo es la Cabeza de la iglesia, y la iglesia es Su Cuerpo. Así como la iglesia se somete a Cristo, la esposa debe someterse a su esposo. Los dos llegan a ser uno. Así pues, a fin de que Dios y el hombre se mezclen para ser uno, el hombre necesita obedecer a Dios y someterse a Él.

Tal vez algunos pregunten: “Si una mujer se somete a su esposo, ¿se vuelve ella una persona sin ningún grado de conciencia? ¿Se vuelve como una silla que no tiene sentimientos respecto al sitio dónde se le coloca y al uso que se le dé?”. Ésta no es una idea razonable, porque las hermanas tienen su mente, parte emotiva y voluntad. Una hermana que se somete a su esposo no deja de usar su mente, parte emotiva y voluntad; más bien, esto quiere decir que ella acepta la voluntad de Dios, la perspectiva de Dios y se somete a Él. Cuando Dios se mueve en el interior de ella, su voluntad se somete a la voluntad de Dios, y su mente acepta el pensamiento de Dios. Ella deja de interesarse por sí misma. Esto puede compararse al proverbio chino que dice: “El esposo canta, y la esposa le sigue”.

Debemos someternos a Dios, pero esto no significa que no tenemos conciencia, ni opciones, ni preferencias ni ideas. En una iglesia fuerte y espiritual, los creyentes tienen muchas opciones, preferencias e ideas; sin embargo, las opciones que ellos eligen son las que Dios elige, sus preferencias son las preferencias de Dios, y las ideas de ellos son las ideas de Dios. Exteriormente, da la impresión de que solamente la iglesia se está moviendo, pero en realidad Dios está mezclado con ella y está moviéndose en ella. En lo que se refiere a estos cristianos, Dios está mezclado con ellos en su vivir y mover. El mover que ellos llevan a cabo es el mover de Dios con el hombre; los dos han llegado a ser uno. Por esta razón, en lo que respecta a esta iglesia, ella verdaderamente es el hombre y Dios. No importa cómo la veamos, ella emana un sabor especial tanto de Dios como del hombre. Siempre deberíamos recordar este punto.

Si vamos a cierto lugar y descubrimos un grupo de cristianos que tienen gran celo, no deberíamos alabarlos rápidamente, diciendo: “Todas las iglesias deberían tener esta clase de celo; ésta es la condición apropiada de la iglesia”. No deberíamos reaccionar rápidamente. En vez de ello, deberíamos preguntarnos: “¿Este celo surge sólo del hombre, o ha sido inspirado por el amor de Dios en ellos?”. Éstas son dos fuentes diferentes. Algunas expresiones de celo proceden únicamente del hombre, pero otras proceden del amor que el hombre tiene para con Dios y de que está sujeto bajo la mano de Dios, lo cual es resultado de la operación de Dios en el hombre. Las dos expresiones son diferentes; una proviene del celo del hombre, la otra proviene de la mezcla de Dios con el hombre. La primera expresión no es propia de la iglesia, pero la última sí es de la iglesia. Éste es un asunto extraordinario y un principio crucial. Tenemos que guardar este principio.

Si queremos saber si la iglesia en una localidad es la iglesia, debemos aferrarnos a este principio de que la iglesia es la mezcla de Dios con el hombre, y que el mover de la iglesia es el mover de la mezcla de Dios con el hombre. No es sencillo ni fácil emitir un juicio basado en este principio, y si somos descuidados y negligentes, podemos cometer errores fácilmente. Deberíamos tomar esto como un principio básico, pero sin emitir ningún juicio basado en este principio de manera ligera y descuidada.


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