Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4916-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En Juan 7:37-39 el Señor habla acerca del beber. “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”.
El Espíritu mencionado en Juan 7 es especial porque dice que aún no había el Espíritu. La versión King James del inglés dice “no había sido dado”, lo cual no figura en el texto original. El texto original dice que en aquel tiempo aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado. Eso significa que antes de que Jesús resucitara, no existía tal Espíritu vivificante. El Espíritu vivificante no existía como tal porque Jesús aún no había resucitado. Jesús fue glorificado cuando fue resucitado. Sucede lo mismo cuando una pequeña semilla es sembrada en la tierra. Cuando ésta crece y florece, entonces es glorificada. Cuando es glorificada, llega a ser algo más; pues ya no es una semilla, sino una flor.
En Juan 7, Jesús era todavía una semilla. En aquel tiempo aún no había llegado a ser el Espíritu vivificante que nosotros podemos beber. Todos sabemos que cuando Jesús hablaba en Juan 7, el Espíritu de Dios estaba allí presente. No podríamos decir que aún no había el Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios sí estaba allí, mas no el Espíritu vivificante. La razón es que Jesús aún no había pasado por la experiencia de la muerte y la resurrección. Cuando Él fue resucitado, en ese momento fue glorificado. Entonces llegó a ser el Espíritu vivificante, el cual está disponible para que nosotros le bebamos. ¡Aleluya!
El bautismo se encuentra en Mateo, y el beber se halla en Juan. Por esta razón, 1 Corintios 12:13 nos dice que todos fuimos bautizados en un mismo Espíritu, y que a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Luego, después del capítulo 12, 1 Corintios 15:45 dice: “Fue hecho [...] el postrer Adán, Espíritu vivificante”. Así que, en 1 Corintios tenemos estos dos versículos que nos hablan de dos espíritus. El capítulo 12 nos habla de beber de un mismo Espíritu, y el capítulo 15 nos dice que el Señor llegó a ser el Espíritu vivificante. Estos dos espíritus son ciertamente uno solo. El Espíritu vivificante del capítulo 15 es el mismo Espíritu del capítulo 12. Por lo tanto, beber de un mismo Espíritu es beber de Jesús, quien es el Espíritu vivificante.
Es muy importante que veamos estos dos aspectos del bautismo y el beber. Empezamos con el bautismo y luego continuamos con el beber. Sin embargo, el bautismo sucede una vez para siempre, mientras que el beber es una experiencia continua. Nunca debemos dejar de beber. Por medio del bautismo somos introducidos en Cristo, y por medio del beber Cristo entra en nosotros. Ser introducidos en Cristo ocurre una vez y para siempre; pero permitir que Cristo entre en cada parte de nuestro ser es algo que durará toda la vida. Incluso dura toda la eternidad. En la Nueva Jerusalén aún estaremos bebiendo del Espíritu. Cuando lleguemos a la eternidad, el bautismo cesará, pero el beber continuará. Nosotros beberemos por la eternidad. Es bastante evidente que el río de vida mencionado en Apocalipsis 22 no está allí para que seamos bautizados, sino para que bebamos de él. “El Espíritu y la novia dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (v. 17).
En el cristianismo actual ningún otro asunto es más confuso que el asunto del bautismo. Hay muchos que piensan que el bautismo lo es todo. Desean el bautismo, pero no el beber. Incluso hablan de 1 Corintios 12:13, pero nunca mencionan la última parte del versículo que nos habla acerca del beber. Ése es el problema de hoy. La verdadera necesidad hoy no es el bautismo, sino el beber.
Debemos entender que el bautismo ya fue efectuado. Aun antes de nacer, nosotros fuimos bautizados. “En un solo Espíritu fuimos todos bautizados”. Muchas veces las personas me han preguntado: “¿Ya fue usted bautizado en el Espíritu Santo?”. Entonces yo les contesto que fui bautizado en la casa de Cornelio antes de nacer. Todos sabemos que nuestros pecados fueron quitados en la cruz antes de que naciéramos. Lo mismo sucede con respecto al bautismo. Fuimos bautizados una vez y para siempre.
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