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Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 079-098)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7011-0
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Q. EL ESPÍRITU DE GLORIA Y DE DIOS

En 1 Pedro 4:14 se nos dice: “Si sois vituperados en el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el Espíritu de gloria, que es el de Dios, reposa sobre vosotros”. Literalmente, el griego dice: “El Espíritu de gloria y de Dios”. El Espíritu de gloria es el Espíritu de Dios. El Espíritu de gloria es Aquel mediante el cual Cristo fue glorificado en Su resurrección (Ro. 1:4). Este mismo Espíritu de gloria, por ser el Espíritu de Dios mismo, reposa sobre los creyentes que sufren al ser perseguidos, para la glorificación del Cristo resucitado y exaltado, quien ahora está en gloria. Tal Espíritu es el Espíritu de Dios expresado a través de los creyentes que padecen sufrimientos y es el Espíritu del Dios experimentado por estos creyentes que sufren. El Espíritu de gloria ciertamente estaba sobre Esteban cuando él moría como mártir (Hch. 6:15; 7:55). Según 1 Pedro, el Espíritu de Cristo está en nosotros (1:11), y el Espíritu de gloria reposa sobre nosotros. El Espíritu de Cristo está en nosotros a fin de revelarnos todo lo que Cristo es para nuestro disfrute. El Espíritu de gloria reposa sobre nosotros para glorificar a Dios. Un aspecto de este maravilloso Espíritu es que el Espíritu está en nosotros para revelarnos a Cristo, y otro aspecto de este mismo Espíritu es que Él también es el Espíritu de gloria que reposa sobre nosotros para expresar a Dios. Cuanto más sufrimos y somos perseguidos por causa del Señor, más gloria reposará sobre nosotros. Esto es verdaderamente una bendición. Por tanto, debemos regocijarnos cuando somos vituperados por causa del nombre de Cristo, debido a que entonces el Espíritu de gloria, que es el de Dios, reposa sobre nosotros. Este Espíritu de gloria es el Espíritu que mora en nosotros, el Espíritu de Cristo y el Espíritu de gracia, el cual llega a ser la gloria que resplandece sobre los creyentes perseguidos.

R. EL ESPÍRITU ETERNO

Hebreos 9:14 dice que Cristo “mediante el Espíritu eterno se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios”. En la cruz, Cristo se ofreció a Sí mismo a Dios en un cuerpo humano, lo cual está sujeto al tiempo. Sin embargo, Él se ofreció mediante el Espíritu eterno, el cual es de la eternidad y no está limitado por el tiempo. El Espíritu eterno trasciende el tiempo y el espacio. Todo cuanto Él es, es ilimitado y eterno.

El Espíritu eterno hace que la muerte de Cristo sea eternamente eficaz. Los logros de Su muerte afectan tanto a los santos del Antiguo Testamento como a los creyentes del Nuevo Testamento. Aunque Cristo murió en el Calvario hace unos dos mil años y en un lugar a muchos kilómetros de distancia, aquella muerte puede ser aplicada a nosotros y está disponible a nosotros debido a que fue realizada mediante el Espíritu eterno.

Hebreos 9:14 no dice que el Cristo eterno se hubiera ofrecido al Dios eterno mediante el Espíritu. Este versículo dice que Cristo se ofreció a Sí mismo a Dios mediante el Espíritu eterno. Esta ofrenda es eterna y real porque fue ofrecida mediante el Espíritu eterno. En la actualidad, cuando tocamos al Espíritu, tocamos esta ofrenda. Debido a que somos aquellos que participan del Espíritu, también podemos participar de la ofrenda única. Una vez que llegamos a ser partícipes del Espíritu, participamos de todo lo relacionado con el Espíritu.

Cuando Él estaba en la tierra, el Señor Jesús vivió y laboró mediante el Espíritu eterno. Todo cuanto Él experimentó y logró en Su vida y obra fue hecho eterno por el Espíritu eterno. Este Espíritu eterno es todo-inclusivo, al ser la consumación del Dios Triuno procesado. Ahora, como creyentes, participamos de este Espíritu y tenemos este Espíritu dentro de nosotros.

S. LOS SIETE ESPÍRITUS

En el libro de Apocalipsis, el Espíritu es llamado “los siete Espíritus” (1:4; 4:5; 5:6), el Espíritu intensificado siete veces para contrarrestar la degradación de la iglesia. Los siete Espíritus mencionados en Apocalipsis 1:4 son indudablemente el Espíritu de Dios porque están mencionados en un mismo rango con el Dios Triuno. Dado que el número siete denota compleción en la obra de Dios, los siete Espíritus deben de tener como finalidad el mover de Dios en la tierra. En sustancia y existencia, el Espíritu de Dios es uno solo. En la función y la obra intensificadas de la operación que lleva a cabo Dios, Su Espíritu es séptuplo. Esto es semejante al candelero mencionado en Zacarías 4:2. En cuanto a existencia es un solo candelero, pero en cuanto a función es siete lámparas. En los tiempos en que se escribió el libro de Apocalipsis, la iglesia se había degradado y la era estaba oscura. Por tanto, se requería del Espíritu de Dios siete veces intensificado para el mover de Dios en la tierra.

En Mateo 28:19 la secuencia del Dios Triuno es la siguiente: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Pero en Apocalipsis 1:4-5 la secuencia es diferente. Los siete Espíritus de Dios aparecen en segundo lugar, en vez del tercer lugar. Esto revela la importancia de la función intensificada del Espíritu séptuplo de Dios. Este punto es confirmado por el constante énfasis que se hace respecto al hablar del Espíritu en Apocalipsis 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22; 14:13 y 22:17.

El título los siete Espíritus indica que el Espíritu ha sido intensificado siete veces. Este Espíritu intensifica todos los elementos del Espíritu: la divinidad, la encarnación, la crucifixión, la resurrección, la vida y la gracia.

Apocalipsis 4:5 dice: “Del trono salían relámpagos y voces y truenos; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de Dios”. Las siete lámparas aquí están relacionadas con las siete lámparas del candelero descrito en Éxodo 25:37 y con las siete lámparas del candelero en Zacarías 4:2. Las siete lámparas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios, representan la iluminación y el escrutinio que efectúa el Espíritu de Dios siete veces intensificado. En Éxodo 25 y en Zacarías 4 las siete lámparas —que simbolizan la iluminación que el Espíritu de Dios efectúa en el mover de Dios— sirven para la edificación que Dios realiza: ya sea para el tabernáculo o para el templo. Aquí las siete lámparas son usadas para el juicio de Dios, lo cual también tendrá por resultado el edificio de Dios, esto es: la edificación de la Nueva Jerusalén.

Apocalipsis 5:6 dice: “Vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, un Cordero en pie, como recién inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra”. Los ojos sirven para observar y escudriñar. Cristo como Cordero redentor tiene siete ojos que observan y escudriñan para que el juicio de Dios sea ejecutado sobre el universo a fin de cumplir Su propósito eterno, cuya consumación será la edificación de la Nueva Jerusalén. Por tanto, Zacarías 3:9 anuncia en profecía que Cristo es una piedra, la piedra cimera (4:7) con siete ojos, para la edificación que Dios realiza. Estos siete ojos son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra, “que recorren toda la tierra” (v. 10).

Los siete Espíritus, como siete ojos del Cordero, también sirven al propósito de transfundir. Cuando Cristo nos mira con Sus siete ojos, estos ojos, que son los siete Espíritus, transfundirán el elemento de Cristo a nosotros. Mientras que los siete Espíritus como siete lámparas ardientes sirven para iluminar e incinerar, los siete Espíritus como siete ojos del Cordero sirven para examinar, escudriñar y transfundir. A medida que el Señor nos ilumina y nos juzga, Él fija Su mirada sobre nosotros y, mediante los siete Espíritus como Sus ojos, Él transfunde Su propio ser en el nuestro para nuestra transformación.

T. EL ESPÍRITU

Por último, el Espíritu de Dios es el Espíritu. El Espíritu es la totalidad, el conglomerado, de todos los elementos de los títulos atribuidos al Espíritu de Dios. Por tanto, el Espíritu es el Espíritu todo-inclusivo.

Cuando todos los aspectos y elementos del Espíritu son reunidos, tenemos la totalidad, el conglomerado, conocido en el Nuevo Testamento como el Espíritu (Mr. 1:10; Mt. 4:1; 12:31; Jn. 3:5, 34; 7:39; Hch. 6:3; 8:18; Ro. 8:16, 23, 26, 27; Gá. 3:2, 14; 5:16-18, 22, 25; 1 P. 1:2; Ap. 2:7; 14:13; 22:17). Tal como la Biblia es el libro, del mismo modo el Espíritu de Dios en la actualidad es el Espíritu. El Espíritu es el Espíritu todo-inclusivo, procesado y compuesto. Este Espíritu es el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, el Espíritu del Padre, el Espíritu del Señor, el Espíritu del Hijo de Dios, el Espíritu de Jesús, el Espíritu de Cristo, el Espíritu de Jesucristo, el Señor Espíritu, el Espíritu del Dios viviente, el Espíritu vivificante, el Espíritu de vida, el Espíritu de gracia, el Espíritu de realidad, el Consolador, el Espíritu de poder, el Espíritu de gloria, que es el de Dios, el Espíritu eterno y los siete Espíritus.

Juan 7:39 dice: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Este versículo habla del Espíritu, diciéndonos que antes que el Señor Jesús fuese crucificado y resucitado, aún no había el Espíritu. El Espíritu de Dios estaba presente desde el principio (Gn. 1:1-2), pero en el tiempo de lo dicho en Juan 7:39 aún no había el Espíritu como Espíritu todo-inclusivo de Jesucristo, porque el Señor Jesús no había sido aún glorificado. Después de Su resurrección, esto es, después que Él fue glorificado, el Espíritu de Dios llegó a ser el Espíritu del Jesucristo encarnado, crucificado y resucitado. Aun cuando, antes de la muerte y la resurrección de Cristo, el Espíritu de Dios era el Espíritu de Jehová y era el Espíritu Santo, aún no había el Espíritu. Este término —el Espíritu— es usado con frecuencia por Pablo en sus epístolas y por Juan en Apocalipsis. Al hablar del Espíritu, Juan y Pablo se refieren al Espíritu todo-inclusivo y vivificante del Dios Triuno. Por tanto, a la postre y finalmente, el Espíritu de Dios es el Espíritu.

Con respecto a la predicación del evangelio hecha de antemano a Abraham, Gálatas 3:14 dice: “Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por medio de la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”. Al predicarle el evangelio a Abraham, Dios le prometió el Espíritu. Una vez más, en Gálatas 3:14 no tenemos el Espíritu de Dios, el Espíritu del Señor o el Espíritu Santo. En este versículo tenemos el Espíritu porque el Espíritu era la bendición única de la economía del Nuevo Testamento, bendición que fue prometida por Dios a Abraham.

Ya dijimos que en la Biblia el Espíritu es la consumación del Dios Triuno; pero éste no es el Dios Triuno aparte del proceso por el cual pasó. El Espíritu es el propio Dios Triuno después de haber pasado por el proceso de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Habiendo pasado por este proceso, el Dios Triuno es ahora este Espíritu consumado como bendición del Nuevo Testamento. Por tanto, el Espíritu es la bendición de la economía neotestamentaria de Dios.

En el libro de Apocalipsis se usan únicamente dos títulos para referirse al Espíritu: los siete Espíritus y el Espíritu. En 1:4; 3:1; 4:5 y 5:6 tenemos los siete Espíritus. En los capítulos 2 y 3, el título el Espíritu es usado reiteradamente; también se halla en 14:13 y, por último, en 22:17. Este versículo dice: “El Espíritu y la novia dicen: Ven”. Esto revela que el Espíritu, como totalidad del Dios Triuno procesado, se ha hecho uno con la iglesia, la cual ha madurado plenamente hasta llegar a ser la novia. Por tanto, el Espíritu es la máxima expresión del Dios Triuno procesado, y la novia es la máxima expresión del hombre tripartito transformado. Para cuando se cumpla Apocalipsis 22:17, el Dios Triuno procesado y el hombre tripartito transformado serán uno y hablarán como uno solo.

Ahora, en la conclusión de este mensaje, estamos en posición de dar una definición completa del Espíritu. El Espíritu es el Espíritu procesado, compuesto, todo-inclusivo, vivificante, que mora en nosotros, intensificado siete veces y consumado en calidad de máxima consumación del Dios Triuno procesado a fin de ser la porción eterna que Su pueblo escogido, redimido, regenerado, santificado, transformado y glorificado experimenta como su vida, su suministro de vida y su todo.


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