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Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8903-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 23 Sección 1 de 4

CAPÍTULO ONCE

LA EDIFICACIÓN DEL CUERPO DE CRISTO

Lectura bíblica: Ef. 4:12-13

LA EDIFICACIÓN GENUINA DE LA IGLESIA

Después de haber visto los tipos del tabernáculo, el altar y el Arca, los cuales constituyen una forma externa de la iglesia, la redención y Cristo, tenemos que ver cómo se mide a la iglesia. En otras palabras, tenemos que ver cómo se mide el valor, el peso y la posición espirituales de una iglesia. Dado que el Arca representa a Cristo como la sustancia interna de la iglesia, podemos medir a la iglesia únicamente con Cristo mismo. Además, Efesios 4:11-12 habla claramente de los apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros, quienes perfeccionan a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo. Todos los dones que Cristo dio a la iglesia tienen como fin la edificación de Su Cuerpo; la meta de la edificación consiste en que el Cuerpo de Cristo llegue a la plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (v. 13).

Necesitamos ver qué es lo que significa edificar la iglesia. Edificar la iglesia es edificar el Cuerpo de Cristo. La meta de la edificación del Cuerpo de Cristo es que el Cuerpo de Cristo llegue a la plena madurez y obtenga la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, esto es, que la iglesia llegue a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Así pues, el asunto de la iglesia tiene que ver con Cristo. Si la iglesia no tiene a Cristo interiormente, la iglesia estará vacía y sin realidad. Por consiguiente, si queremos evaluar la iglesia, no deberemos hacerlo con nada que no sea Cristo mismo, y tenemos que ver que un grupo de cristianos tiene la estatura interior de Cristo.

Nada que no concuerde con Cristo ni procede de Cristo debería tener cabida en la iglesia; todo ello debería ser completamente eliminado y destruido. En la iglesia sólo existe la posición, la base y el elemento de Cristo. Si vemos a la iglesia desde el exterior, vemos a muchas personas y muchos asuntos, pero estas personas y estos asuntos deberían estar mezclados con el elemento de Cristo. Esto significa que cada hermano responsable y cada santo que sirve deberían estar mezclados con Cristo interiormente. En otras palabras, todos los hermanos responsables y todos los servidores necesitan someterse a Cristo y permitir que Cristo se mezcle con ellos. De esta manera, aun cuando seguimos siendo humanos, interiormente estaremos mezclados con Cristo; seremos humanos que están mezclados con Dios. Todo servicio y toda obra que realicemos deben estar mezclados con el elemento de Cristo.

En ocasiones, algunas personas de ciertos grupos cristianos dicen que ellos verdaderamente son la iglesia de Dios, porque sus creencias son ortodoxas y porque adoran a Dios según la manera bíblica. Sin embargo, si los examinamos a profundidad, podríamos descubrir que Cristo no está mezclado con ellos y que el Espíritu Santo no tiene la libertad para gobernarlos. Por el contrario, todo lo que percibimos son personas y cosas. Cuando queremos vivir verdaderamente en el Espíritu y permitir que Cristo sea la ley de vida en nosotros, algunos tratan de echarnos “un balde de agua fría” para decirnos que esto no funcionará. Sin embargo, en tales circunstancias, no somos nosotros quienes estamos siendo bloqueados y obstaculizados; más bien, es el Espíritu Santo.

En las iglesias locales no debemos ser tal clase de personas. Ninguna iglesia local debería permitir que ningún hombre pase por encima de Cristo y el Espíritu Santo. Ninguna iglesia debería evitar que una persona que vive en el Señor coopere con ellos. Si una iglesia local no permite que alguien que vive en el Espíritu y sigue al Espíritu Santo avance juntamente con ellos, tal iglesia indudablemente está regida por el hombre, permite que éste ocupe la posición más elevada y tiene más del elemento del hombre que del elemento de Cristo. El Señor no aprueba una situación así.

Tenemos que adherirnos estrechamente a este principio: la condición normal de una iglesia local consiste en establecer a Cristo de modo que Cristo pueda ser edificado en la iglesia, la estatura de Cristo pueda crecer diariamente en la iglesia y el Espíritu Santo pueda operar más activamente en la iglesia a medida que Él vive más en ella. En una iglesia local normal, el Espíritu Santo puede guiar a las personas a aprender y aceptar el quebrantamiento de la cruz, a hacerse a un lado y a someterse a la autoridad del poder del Espíritu Santo. En otras palabras, una vida de iglesia normal consiste en vivir en Cristo y permitirle que nos lleve a aprender la lección de la cruz, para que podamos aprender a edificar la iglesia a medida que el Espíritu Santo vive cada vez más en nosotros.


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