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Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Lospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6380-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 10 Sección 2 de 5

EL ESPÍRITU DE REALIDAD GUÍA A LOS CREYENTES
A LA REALIDAD ESPIRITUAL

En la noche del día de Su resurrección, el Señor sopló en los discípulos. Su aliento era la venida del Espíritu y el dar del Padre. Con respecto al Hijo, era Su aliento; con respecto al Espíritu, era Su venida; y con respecto al Padre, con esto les dio lo prometido. Cuando el Hijo sopló de esta manera, se cumplió la promesa de que el Padre daría el Espíritu Santo y también se cumplió la promesa de que el Espíritu Santo vendría. Una vez que los discípulos recibieron al Espíritu Santo en su interior, Él empezó a operar. Cuando el Espíritu Santo operó, los discípulos tuvieron un sentir interior, y entendieron las palabras que el Señor les había hablado en la noche en que fue traicionado, porque el Espíritu Santo, el Espíritu de realidad, entró en ellos y los guió a que experimentaran al Señor de manera subjetiva (Jn. 14:17).

El Espíritu de realidad, el otro Consolador, entró en los discípulos y los llevó a comprender lo que el Señor había dicho: “Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros” (v. 20). Primeramente, los discípulos comprendieron lo que el Señor había dicho en el capítulo 14 acerca de que Él estaba en el Padre (vs. 10-11). Por medio del Espíritu Santo ellos conocieron que el Señor estaba verdaderamente en el Padre. Luego, comprendieron también lo que el Señor había dicho en el capítulo 15 acerca de que ellos permanecerían en Él y Él en ellos (vs. 4-5). Por medio del Espíritu Santo ellos comprendieron que estaban en el Señor y que el Señor estaba en ellos. Así pues, ellos comprendieron todas estas cosas debido a este Espíritu. Es por ello que los discípulos tenían que esperar hasta aquel día a fin de entender estas tres cosas que fueron dichas en Juan 14:20. Fue en aquel día que el Espíritu de realidad, a quien el Hijo había prometido, entró en los discípulos. Cuando el Espíritu entró en ellos, los discípulos conocieron que era cierto lo que el Hijo les había dicho la noche en que fue traicionado en cuanto a que Él estaba en el Padre. Además, ellos comprendieron que era cierto lo que el Señor había hablado en el capítulo 15 acerca de que ellos permanecerían en el Hijo y Él en ellos.

LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
ES LA VENIDA DEL DIOS TRIUNO

Ahora debemos dar el siguiente paso y preguntarnos cómo es que tan pronto como el Espíritu entró en los discípulos, ellos comprendieron estas tres cosas mencionadas en Juan 14:20. ¿Cómo sabemos que el Padre, el Hijo y el Espíritu están en nosotros? Juan 14:26 dice que el Padre envía al Espíritu Santo en nombre del Hijo, y 15:26 dice que el Hijo envía al Espíritu Santo desde el Padre y con el Padre. Cuando el Espíritu viene, el Padre también viene; es decir, el Espíritu viene con el Padre. Además, que el Padre esté en el nombre del Hijo significa que Él está en el Hijo; por lo tanto, cuando el Padre viene, el Hijo también viene. Cuando el Espíritu Santo viene, el Padre viene y el Hijo también viene. Esto nos muestra que la venida del Espíritu Santo es la venida del Dios Triuno.

Juan 14:26 dice que el Padre envía al Espíritu, y 15:26 dice que el Hijo envía al Espíritu. En realidad, ¿cuántas son las personas que envían? Además, en 14:23 el Señor dijo: “El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Cuando amamos al Hijo, nuestro amor también incluye al Padre. No sólo eso, cuando amamos al Hijo, el Padre y el Hijo vienen a nosotros y hacen morada con nosotros. ¿Qué significa todo esto? La respuesta a todas estas preguntas se halla en el versículo 20, que dice que el Hijo está en el Padre, que nosotros estamos en el Hijo, y que el Hijo está en nosotros. Sin embargo, antes de poder entender todo esto, aún necesitamos que el Espíritu Santo venga y nos enseñe.

Juan 14:26 habla de “el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre”. Esto quiere decir que el Padre es Aquel que envía y el Espíritu es el Enviado. Sin embargo, el Padre está en el Hijo y con el Hijo. Esto comprueba que el Padre y el Hijo son uno, y que cuando el Padre envía, es el Hijo el que envía. Por ello, 15:26 nos dice que el Espíritu Santo, a quien el Hijo envía desde el Padre, es el Espíritu de realidad que procede del Padre. Esto equivale a decir que el Hijo envía al Espíritu Santo desde el Padre y con el Padre. El Espíritu Santo está relacionado con el Padre en el sentido de que viene desde el Padre y con el Padre. Esto significa que el Espíritu y el Padre son uno. Cuando juntamos estos dos versículos, podemos ver que cuando el Espíritu Santo viene, viene con el Padre, quien está en el Hijo y con el Hijo. Así que, cuando el Espíritu Santo viene, no solamente viene el Padre, sino también el Hijo. En otras palabras, la venida del Espíritu Santo es la venida del Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Cuando el Señor sopló en los discípulos en la noche del día de Su resurrección, Él les infundió al Espíritu Santo, y cuando el Espíritu Santo entró en ellos, tanto el Padre como el Hijo estaban en ellos también. El resultado de ello fue que los discípulos en su experiencia comprendieron que no solamente el Espíritu estaba en ellos, sino también el Padre. De este modo, ellos comprendieron que el Hijo estaba en el Padre, que ellos también estaban en el Hijo y que el Hijo estaba en ellos.


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