Espíritu, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0257-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Espíritu también está simbolizado por el ungüento de la unción, el cual es el Espíritu compuesto para la unción (Éx. 30:25-26; 1 Jn. 2:20, 27; 2 Co. 1:21). La diferencia que hay entre el aceite y el ungüento está en que el segundo es un compuesto. Para hacer un ungüento se requiere, como base, cierto líquido al cual se le agrega ciertos elementos para formar un compuesto. El Espíritu que opera tanto sobre nosotros como dentro de nosotros no sólo es un aceite, sino también es un ungüento. Los cuatro elementos que conforman el ungüento compuesto en Éxodo 30 son mirra, canela, cálamo y casia. Estos cuatro elementos son mezclados con el aceite de olivas y son hecho un compuesto formando así un solo ungüento.
Muchos cristianos conocen al Espíritu Santo, pero no tienen comprensión del Espíritu compuesto. Antes de la encarnación de Dios, el Espíritu de Dios aún no había sido hecho un compuesto con los elementos de los procesos por los cuales el Dios Triuno pasó. Sin embargo, después de la encarnación de Dios, de la crucifixión y la resurrección de Cristo, el Espíritu de Dios fue hecho un Espíritu compuesto. Antes de Su encarnación, el Espíritu de Dios poseía el elemento divino, que es Dios mismo. Mediante la encarnación de Dios, la humanidad fue añadida al Espíritu. Por medio de la crucifixión de Cristo, Su muerte todo-inclusiva fue añadida al Espíritu, y por medio de Su resurrección, el elemento de la resurrección junto con su poder también fueron añadidos al Espíritu. Ahora, en el Espíritu tenemos la divinidad, más la humanidad, más la muerte, más la resurrección. Todos estos elementos han formado un compuesto para hacer el ungüento de la unción, el cual es el Espíritu compuesto.
El Espíritu también está simbolizado por el viento (Ez. l:4a; 37:9a; Jn. 3:8; Hch. 2:2). La palabra hebrea ruaj puede traducirse espíritu, viento, o aliento. En Ezequiel 37 ruaj se ha traducido de estas tres maneras. Ezequiel 1:4a nos dice que un viento huracanado vino del norte. Según los Salmos, Dios mora en el norte (Sal. 48:2). Cuando las personas dicen que va al norte, también dicen que van arriba, y cuando van al sur, dicen que van abajo. Dios está arriba, y Satanás está abajo. Éste es el principio del universo. Al decir que un viento huracanado vino del norte se da a entender que el Espíritu fuerte procede de Dios mismo.
En Ezequiel 1:4 también se mencionan la nube, el fuego y un resplandor, una luz. El viento trajo consigo la nube, y en la nube había fuego, y alrededor del fuego, había un resplandor, o sea, una luz. El viento, la nube, el fuego y la luz todos se refieren al Espíritu.
En el Nuevo Testamento el Espíritu también está simbolizado por el viento, ya que Juan 3:8 nos dice: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. La palabra griega pnéuma es traducida viento o espíritu, dependiendo de su contexto. El contexto de este versículo nos indica que sopla y oímos su sonido; lo que nos indica que es el viento. El Espíritu como el soplar del viento introduce a Dios en nuestro ser a fin de regenerarnos.
Uno de nuestros colaboradores fue salvo por el soplar del Espíritu. Antes de ser salvo, este hermano era un miembro del Partido Nacionalista. En aquel tiempo, ellos consideraban que el cristianismo era una herramienta del imperialismo; por tanto, este hermano despreciaba la cristiandad a lo sumo; la consideraba como una religión extranjera usada por los imperialistas. Un día él viajó a un monte donde había un templo de ídolos. Cuando entró en el templo, para su gran sorpresa vio al frente una Biblia grande abierta en el salmo 1. Después que leyó el salmo 1 se quedó sorprendido y lleno de inspiración. Él continuó leyendo la Biblia en el templo de ídolos, y finalmente, fue redargüido por el pecado al darse cuenta de que era un pecador delante de Dios. Él se arrepintió llorando y revolcándose en el suelo. Ese día el Espíritu era un viento huracanado a fin de regenerarlo. Y ese día fue salvo por el Señor. Después, abandonó el Partido Nacionalista y llegó a ser uno de nuestros colaboradores. Este hermano fue regenerado por el viento.
Hay entre nosotros quienes no fuimos salvos por el viento huracanado del Espíritu; más bien, el Espíritu vino a nosotros como una brisa suave. Es posible que nuestra confesión no haya sido tan intensa, pues simplemente oramos diciendo: “Jesús, te amo. Soy un pecador, pero creo en Ti y quiero recibirte en mi ser. Gracias, Señor Jesús”. Muchos de nosotros fuimos regenerados apaciblemente, y hay otros que fueron regenerados de manera poderosa e incluso de manera loca, ya que cuando fueron regenerados, es posible que dieran saltos, gritaran, bailaran o prorrumpieron en llantos. En Juan 3:8 el Espíritu como el viento se menciona con relación a aquellos que son regenerados, quienes nacieron del Espíritu.
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