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Mensajes dados a los santos que trabajanpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7200-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 8 Sección 3 de 4

VALERNOS DEL SUMINISTRO DE DIOS POR LA FE

Sé que muchos hermanos y hermanas, después que encuentran un trabajo, experimentan presión de parte de su jefe, rivalidades de parte de sus compañeros de trabajo y la envidia de los que son más emprendedores. Definitivamente no es una situación sencilla. Además de eso, después de casarse, tendrán una esposa y poco después tendrán hijos. Esto ciertamente les causa más problemas. Aunque ciertamente hallamos disfrute en estas cosas, ellas no vienen libres de problemas. ¿Qué haremos? Esto es como el himno que cantamos esta noche, que dice:

Eres Tú mi vida,
    Vives en mí ya,
Y la plenitud de
    Dios me infundirás;
Trae Tu santa esencia
    Santificación,
Y me da victoria
    Tu resurrección.

La última estrofa dice:

Todo esfuerzo vano
    Tengo que parar,
Siendo liberado
    Yo te dejo obrar.

(Himnos, #359)

Esto es exactamente lo mismo que la Biblia nos muestra. El divino poder de Dios nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. El suficiente suministro de vida suplirá todas nuestras necesidades. Por lo tanto, no tenemos que preocuparnos; sólo tenemos que valernos del suministro de Dios por la fe.

Al comienzo de 2 Pedro 1 leemos que Dios nos ha asignado una fe igualmente preciosa. Por medio de esta fe, todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad llegarán a ser una realidad para nosotros, y seremos conducidos a dicha realidad. La naturaleza divina también ha llegado a ser el elemento de nuestra vida y experiencia cristianas. De este modo, la santidad y la perfección no son asuntos difíciles para nosotros; e incluso vencer y ser espirituales son muy fáciles. Esto es como viajar en un jet 747 de Taipéi a Los Ángeles. Llego allí después de volar por catorce horas. En realidad, no soy yo quien vuelo; simplemente disfruto. De manera semejante, lo que libró a Noé y a los ocho miembros de su familia de la destrucción del diluvio no fue Noé, sino el arca. El arca los libró del juicio del diluvio; no obstante, todos ellos estaban dentro del arca disfrutando lo que Dios había preparado.

Hoy nuestra vida cristiana es así. Todo en Cristo es un disfrute. Si no estamos en Cristo, el hecho de ser personas que trabajan es una pesada carga. El matrimonio y la crianza de los hijos igualmente son cargas. ¡Cuánto sufrimiento nos causa! Por lo tanto, no debemos olvidarnos de que al comienzo de 2 Pedro 1 se nos dice que el divino poder de Dios ya nos concedió todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. Dios está en nosotros como nuestra vida y también nos imparte Su suministro día tras día.

Lo triste es que aunque tenemos a Cristo como nuestro jet 747, muchas veces no subimos a este avión. Tenemos a Cristo como el arca, pero muchas veces no entramos en ella, y en vez de ello tratamos de valernos de nuestros esfuerzos y maquinaciones; sin embargo, el resultado es que hacemos que nos sobrevengan más cargas y dificultades. Entonces, ¿cómo nos subimos al jet 747 espiritual? ¿Cómo entramos en el arca? Mientras contactemos a Cristo, no importa dónde estemos ni qué hora sea, porque Él nos pertenece. En 1 Corintios 10:4 leemos que los israelitas del Antiguo Testamento tenían una roca que los seguía, la cual era Cristo. Hoy en día Cristo es la verdadera roca que nos sigue. Podemos contactarlo a Él en cualquier momento. Podemos invocarlo desde lo profundo de nuestro corazón en cualquier momento, diciendo: “¡Oh, Señor Jesús!”. Aunque invocar parece tan sencillo, con todo, es algo tremendo, pues podemos ser librados. Simplemente al invocar, disfrutamos al Señor interiormente como vida, y externamente podemos manifestar la piedad. Cuando lo invocamos sin cesar de esta manera, aunque no lo vemos con nuestros ojos, en nuestro espíritu podemos contactarlo y disfrutar de nuestra unión orgánica con Él. Es de este modo que Él llega a ser nuestro contenido y nuestro suministro.

Tenemos que comprender que todos nuestros problemas se deben a que nuestra unión con el Señor se ha interrumpido. Si la electricidad se va durante el día, las lámparas, el sonido y el aire acondicionado dejan de funcionar, y no podemos hacer nada. Pero mientras la electricidad está conectada, todos estos aparatos están disponibles. Éste es un buen ejemplo. A veces podemos equivocarnos y no entender claramente cuál es la dirección del Señor. Éste es el resultado de que nuestra comunión con el Señor se haya interrumpido y de que hayamos perdido el gozo y la paz internos. He tenido muchas experiencias humanas y también muchas dificultades. Por ejemplo, tengo muchos hijos y también muchos nietos. Todos ellos son cargas. De manera que sólo tengo una alternativa: contactar al Señor e invocarlo. En cuanto lo invoco, inmediatamente empiezo a disfrutar y me siento contento y tranquilo.


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