Experiencia de vida, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-632-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En segundo lugar, debemos considerar la obra creadora de Dios. Ya hemos dicho que el deseo que hay en el corazón de Dios es tener un grupo de personas que tengan Su vida y le expresen. Con este propósito, El hizo Su creación. Pero cuando Dios creó el hombre, no creó muchos hombres, sino solamente uno, Adán. Si Dios pudo crear un hombre, también pudo haber creado miles de hombres. ¿Por qué entonces no creó miles de hombres al mismo tiempo, en vez de crear solamente a Adán y permitir que salieran de él miles de hombres? La razón es que el pensamiento de Dios es uno solo.
Desde el comienzo de la historia, ha existido un sinnúmero de seres humanos, pero ya que todos ellos salieron de Adán, a los ojos de Dios sólo hay un hombre. Para Dios no hay más que un hombre en el universo, no millones ni billones de hombres. Podemos probar esto con 1 Corintios 15:45, 47. En este pasaje el apóstol habla de Adán y de Cristo como “el primer hombre” y “el segundo hombre”. Este segundo hombre es también “el postrero”. Por consiguiente, desde la creación hasta ahora, a los ojos de Dios solamente hay un hombre además de Cristo. Para completar Su propósito y cumplir Su plan, Dios creó solamente un hombre. No estaba en el pensamiento de Dios impartirse a Sí mismo en muchos individuos. Su deseo era impartirse en un hombre corporativo y expresarse a través de este hombre corporativo.
Este mismo principio se mantiene en la creación de la mujer. En la creación Dios hizo una sola mujer, que es Eva. Nosotros sabemos que Eva representa a la Iglesia. El hizo solamente un hombre, lo cual significa que El desea tener solamente un hombre corporativo para que sea Su imagen. El creó una sola mujer, lo cual significa que Dios desea solamente un hombre corporativo, que es la Iglesia, la Novia de Cristo. En conclusión, en la creación, el pensamiento de Dios es uno, y esta unidad es el Cuerpo del cual hablamos.
Tercero, consideremos la obra redentora de Dios. En la obra redentora, el pensamiento de Dios sigue siendo uno solo. Desde el punto de vista de nuestra experiencia, algunos han sido salvos recientemente, otros, hace muchos años, y algunos lo fueron hace cientos de años; algunos fueron bautizados en los Estados Unidos, y algunos en otros países. Pero aun cuando estos eventos han tenido lugar en diferentes tiempos y en diferentes lugares, desde el punto de vista de Dios, El nunca salva individualmente. Cuando El salva, El redime a toda la iglesia.
Un buen ejemplo de esto es la narración del éxodo de los israelitas de Egipto. Cuando toda la casa de Israel iba a salir de Egipto, el cordero fue comido y la sangre aplicada en el mismo lugar y al mismo tiempo. Entonces al mismo tiempo y en el mismo lugar ellos pasaron el Mar Rojo. Desde nuestro limitado punto de vista, algunos comieron la carne y aplicaron la sangre en un lugar, mientras que otros comieron la carne y aplicaron la sangre en otro lugar a una distancia de cien casas. Cuando pasaron el Mar Rojo algunos estaban al frente de la procesión, y otros estaban en lo último de la misma; ellos tal vez estuvieron separados por cientos de metros. Pero desde el punto de vista de Dios, ellos comieron la carne y aplicaron la sangre simultáneamente en Ramesés (Ex. 12:37); y su paso por el Mar Rojo (Ex. 14:29) fue también un acto simultáneo.
Por ejemplo, cuando una hormiga transporta su comida de una esquina a la otra de una habitación, ella considera que ha recorrido una distancia enorme, pero desde nuestro punto de vista se está moviendo simplemente en la misma habitación. De la misma manera, en nuestro entendimiento, la salvación tiene lugar más temprano o más tarde, aquí o allá; pero para Dios mil años es como un día (2 P. 3:8). Por consiguiente, en la perspectiva eterna de Dios, todos fuimos salvos al mismo tiempo. El no nos salvó uno por uno, individualmente; El nos salvó corporativamente como un solo hombre. Por lo tanto, en Su redención, en Su plan y en Su creación, Su pensamiento sigue siendo uno. El no planeó que Su Hijo tuviera dos cuerpos, sino solamente uno; tampoco creó dos personas para Su Hijo, sino solamente una. Ya sea en el plan de Dios, en Su creación, o en Su redención, el pensamiento es uno y solamente uno, y esta unidad es el Cuerpo.
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