Iglesia como el Cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4182-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Otro elemento que se encuentra en el Evangelio de Juan es la satisfacción. En Juan 4 el Señor dijo a la mujer samaritana: “Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; mas el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás” (vs. 13-14). Esto nos habla de satisfacción. En el último día de la fiesta, el Señor se puso en pie y alzó la voz, diciendo: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba” (7:37). Estar sediento es estar insatisfecho; pero venir y beber es obtener satisfacción. El Señor dijo: “El que cree en Mí [...] de su interior correrán ríos de agua viva” (v. 38). Esto no sólo es estar satisfechos, sino también desbordar, es decir, estar satisfechos, al punto de rebosar. Esta satisfacción, este desbordamiento, es uno de los elementos contenidos en la plenitud de Cristo.
La iglesia como la plenitud de Cristo debe producir un efecto, el cual es darle a las personas una satisfacción interna. Hay una prueba muy contundente de si una iglesia local es una expresión del Cuerpo y si ella hace que la gente tenga contacto con el Cuerpo: cuando las personas van allí, ¿se sienten satisfechas? En el pasado las personas han preguntado: “¿Por qué me siendo igual antes y después de una reunión? Me sentía vacío interiormente antes de la reunión, y después de la reunión sigo sintiéndome vacío”. Eso significa que ellos no fueron satisfechos en la reunión. Pero maravillosamente, también es posible que permanezcamos callados durante una reunión de oración, y al salir nos sintamos satisfechos interiormente. Sentimos que algo ha entrado en nuestro ser. Si esto sucede, debemos adorar al Señor, diciendo: “Oh Señor, Tu Cuerpo está aquí”. Esto indica que la plenitud de Cristo se expresa y que allí se encuentra un suministro de Cristo.
No podemos fingir al respecto. Las oraciones que se hacen a voz en cuello en la reunión de oración no son necesariamente una fuente de satisfacción. En lugar de oraciones hechas a gran voz, a menudo sólo se escuchan oraciones tranquilas que apenas parecen un hilito de agua en la reunión de oración. Sin embargo, los santos son refrescados. Por un lado, ellos escuchan las oraciones, y por otro, continúan y desarrollan más esas oraciones. Beben del agua viva y algo se infunde en su interior. Por consiguiente, después de la reunión dicen: “Bebí hasta quedar lleno, y me siento satisfecho”. Creo que muchos santos de entre nosotros han tenido esta experiencia.
Si ustedes me preguntan que reunión me gusta más, les diría en primer lugar, la reunión para partir el pan, y en segundo lugar, la reunión de oración. Esto se debe a que en la reunión del partimiento del pan y en la reunión de oración, mi espíritu siempre es satisfecho. Me siento regado, refrescado y satisfecho. Sin embargo, también diría que aunque disfruto mucho la reunión de oración, también le tengo mucho temor, porque si la reunión de oración no toca la presencia del Señor, es un verdadero sufrimiento para los santos. Sin la presencia del Señor, ellos se quedan sin saber qué hacer.
Si después de la reunión de oración los santos se quedan con un sentimiento de frustración y sed, esa iglesia tiene un problema delante del Señor. Cristo “se encuentra en un callejón sin salida”; ha llegado a un punto donde no puede avanzar más. Él no puede seguir adelante. Si a una reunión de oración le falta el fluir del agua viva y no refresca ni riega, los santos no podrán ser satisfechos. Esto también se aplica a la reunión del partimiento del pan. Que el Señor tenga misericordia de nosotros. Si el Señor no está en nuestra reunión, sea la reunión de oración, la reunión del partimiento del pan o cualquier otra reunión, eso hará que los santos se sientan frustrados. Sin embargo, cuando los hermanos responsables y todos los santos viven en el Señor, permitiendo que Él los quebrante, los edifique y pase a través de ellos, cualquiera que entre en medio suyo sentirá que el Señor verdaderamente está entre ellos. Ellos tocarán al Señor y se sentirán refrescados. Aunque tal vez no escuchen muchas doctrinas ni exhortaciones durante la reunión, después de la reunión se sentirán interiormente refrescados, avivados y verdaderamente satisfechos.
Nuestras reuniones del evangelio también deben ser así. Lo que salva a una persona no es el mensaje que se da en una buena reunión del evangelio, sino que más bien es la plenitud presente en la reunión la que satisface su vida humana vacía. El éxito de una reunión del evangelio no depende del entusiasmo ni del número de personas que asistan, sino que depende completamente del contenido. Cuando los santos se reúnen para predicar el evangelio como iglesia, como la expresión del Cuerpo de Cristo, habrá un fluir espontáneo de la plenitud que tocará a las personas que están sedientas en su vida humana. Como resultado, las personas no escucharán mucha doctrina ni entenderán mucho acerca de la salvación, sino que se sentirán satisfechas interiormente y podrán decir: “¡Oh, he hallado satisfacción en la iglesia!”.
Cuando estuve en el norte de China, la iglesia local allí fue realmente bendecida por el Señor. Aunque no habíamos aprendido muchas lecciones profundas, verdaderamente disfrutábamos de la presencia del Señor. En cierta ocasión, en el momento en que una pareja entraba al salón de reunión para celebrar su boda, una viuda de treinta años pasaba por allí. Puesto que estaba curiosa por ver cómo sería la boda, entró al salón. Durante la reunión algunos santos compartieron algunas palabras de exhortación, y ella recibió al Señor.
Ella era una mujer gentil que nunca había escuchado del evangelio. Ella y su familia nunca habían tenido contacto con el cristianismo, y según las costumbres de esa región, ellos jamás habrían aceptado una religión extranjera. Sin embargo, cuando ella vio la boda ese día, fue conmovida, creyó y recibió al Señor cuando escuchó una cuantas palabras de exhortación. Por haber recibido al Señor, su familia le causó problemas. Sin embargo, ella dijo: “No puedo evitar creer en Jesús. Toda mi vida he estado insatisfecha, y nunca había experimentado lo que era estar satisfecho en mi vida humana. Pero ese día, fui a ver una boda en ese salón, y pese a que no puedo explicarlo, toqué algo, y sentí que había encontrado un lugar de reposo para mi vida humana. Así que creeré en Jesús aun si ustedes me amenazan de muerte”. Su familia dijo que en ese caso ella no recibiría una porción de la herencia familiar. Pero su actitud fue que puesto que ni siquiera la muerte le impediría creer, ¿cómo podría impedirle creer la pérdida de la herencia? Aunque ella no escuchó mucha doctrina, no obstante, tocó algo en aquella reunión de bodas. Esto es la realidad espiritual; ésta es la plenitud de Cristo expresada en Su iglesia.
El Señor no desea tener una iglesia que simplemente predique el evangelio por Él; en vez de ello, desea obtener un Cuerpo que sea Su plenitud y expresión. Si Él logra ganar a un grupo de personas sobre la tierra que viva en Él y permita que Él los quebrante y edifique, dicho grupo de personas será el Cuerpo viviente de Cristo. Este Cuerpo es la plenitud de Cristo, el desbordamiento de Cristo. Todo lo que la gente necesite, lo hallará en el Cuerpo, en la plenitud. Los que necesiten luz verán la luz cuando vengan al Cuerpo. Los que necesiten consuelo hallarán consuelo cuando vengan al Cuerpo. Los que necesiten un camino encontrarán un camino ante ellos cuando vengan al Cuerpo. Los que interiormente estén vacíos, insatisfechos, descontentos e incapaces de encontrar un propósito en su vida humana, serán satisfechos interiormente cuando toquen el Cuerpo, la iglesia. Tal vez no escuchen muchas doctrinas, pero en su interior tocarán algo que los hará sentirse satisfechos, algo que los unirá con Dios y hará que se adhieran a Dios.
Si ésta no es nuestra condición, tenemos un problema. Si las reuniones en una iglesia local no pueden satisfacer a las personas, algo anda mal. Dicha localidad ha perdido la presencia del Señor y no ha permitido que la satisfacción del Señor fluya de los santos.
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