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Estudio-vida de Ezequielpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6480-5
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ESTUDIO-VIDA DE EZEQUIEL

MENSAJE CUATRO

EL VIENTO, LA NUBE, EL FUEGO Y EL ELECTRO
CONSTITUYEN LA HISTORIA
DE LA VIDA ESPIRITUAL DE UN CRISTIANO

Lectura bíblica: Ez. 1:4; Sal. 75:6-7a; Ez. 37:9; Jn. 3:8; Hch. 2:2, 4a; Éx. 24:16a; 40:34; Dt. 4:24; He. 12:29; Ez. 1:27a, 28; 8:2b, 4; Ap. 4:3a; 22:1

En este mensaje quisiera decir algo más con respecto a la experiencia que tenemos del viento, la nube, el fuego y el electro. Siento la carga de mostrarles que el viento, la nube, el fuego y el electro deben constituir la historia de la vida espiritual de un cristiano. A lo largo de nuestra vida cristiana, nuestras experiencias espirituales deben ser un ciclo continuo que incluya estos cuatro asuntos.

NO UNA TEORÍA, SINO UNA EXPERIENCIA
DEL VIENTO QUE SOPLA, LA NUBE QUE CUBRE,
EL FUEGO QUE CONSUME Y EL ELECTRO REFULGENTE

Lo dicho en el mensaje anterior con respecto al viento, la nube, el fuego y el electro no es de ningún modo una teoría, sino algo referente a la experiencia espiritual. Si una persona jamás ha experimentado el viento, la nube, el fuego y el electro, tal persona ciertamente no es un cristiano normal. Es posible poseer cierto conocimiento doctrinal de la verdad acerca de la salvación y después ser bautizado de manera formal, sin haber tenido experiencia alguna del viento, la nube, el fuego y el electro. Una persona que ha sido auténticamente salva es alguien que ha tenido transacciones espirituales con Dios, alguien que ha experimentado el soplar del viento y el cubrir de la nube.

Antes que usted fuera salvo, es posible que haya tenido una vida pacífica y tranquila, pero un día usted escuchó el evangelio y experimentó el soplar de un viento poderoso. Como resultado de ello, fue despertado y comenzó a preguntarse acerca del significado de la vida humana y, en particular, acerca del significado de su propia vida. Comenzó a preguntarse: “¿De dónde vine y a dónde voy? ¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Qué significado tiene? Si continúo viviendo de la manera en que hasta ahora lo he hecho, ¿dónde acabaré?”. El viento continuó soplando sobre usted y dentro de usted hasta que creyó en el Señor y recibió Su salvación completa.

Un viento espiritual no solamente sopló sobre nosotros cuando fuimos salvos, sino que sopla cada vez que experimentamos un avivamiento espiritual. Cierto creyente puede ser muy descuidado con respecto a su vida espiritual y, no obstante, sentirse contento con su condición espiritual. Si este creyente se siente bien, tal vez lea la Biblia y ore, pero si no se siente bien, probablemente deje de orar y leer la Biblia. La situación es muy diferente con un creyente que experimenta el soplar de un poderoso viento espiritual. Cuando el viento sopla sobre él, le es imposible sentirse satisfecho con su condición espiritual; por el contrario, no tendrá paz y estará preocupado por su situación, por lo cual comenzará a hacer preguntas acerca de la condición de su vida espiritual. El principio que rige con respecto a la iglesia corporativamente es el mismo que se aplica a un creyente personalmente. El soplido del viento siempre hace que no tengamos paz con respecto a nuestra situación y condición y que nos preocupemos por ello. Tengo el profundo anhelo de que un viento recio y poderoso sople sobre todos los santos en todas las iglesias, de modo que no tengan paz y sean instados a buscar al Señor con relación a su condición espiritual.

El viento que sopla trae consigo la nube que cubre. Hemos aprendido con base en nuestra experiencia espiritual que cuando el Espíritu Santo sopla sobre nosotros y nos toca, percibimos que Dios nos cubre y cuida de nosotros. Su presencia es como una nube que nos cubre y rodea, y podemos percibir tanto Su presencia como Su cuidado. A continuación experimentamos el incinerar del fuego consumidor. Esta incineración nos hace comprender que estamos equivocados de muchas maneras y con muchas personas. Tal incinerar pone al descubierto nuestra condición y hace que confesemos nuestras transgresiones y tomemos medidas con respecto a nosotros mismos delante de Dios. Cuanto más arde el fuego, más confesamos y más somos santificados y purificados.

Quisiera pedirles que consideren estos asuntos del viento que sopla, la nube que cubre y el fuego que incinera, a la luz de su propia experiencia espiritual. ¿No han experimentado el viento que soplaba sobre ustedes, la nube que los cubría y el fuego que los consumía y purificaba? Antes de experimentar el soplar e incinerar del Espíritu, tal vez usted haya tenido el sentir de que los demás siempre estaban errados y que usted siempre estaba en lo correcto. Pero entonces, debido al soplar del viento, al estar bajo la cubierta de la nube y por el incinerar del fuego, comenzó a ver cuán pecaminoso y corrupto es usted. El fuego lo incineró a usted al extremo que llegó a comprender que incluso su amor era un amor egoísta y carnal.

Este fuego no solamente consume nuestro orgullo, sino también nuestra humildad; no solamente consume nuestra maldad, sino también nuestra bondad; no solamente consume nuestro odio, sino también nuestro amor. Cuando estamos bajo el soplar del viento, la cubierta de la nube y el incinerar del fuego, no tendremos el sentir de que estamos bien. Al contrario, nuestro “yo” se desmoronará y será disuelto. Con el tiempo, este fuego eliminará todo lo que no sea Dios. Únicamente Dios puede pasar a través de esta incineración.


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