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Puente y canal de Dios, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3840-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 19 Sección 2 de 3

CÓMO DISCERNIR LO QUE PROVIENE DEL HOMBRE
Y LO QUE PROVIENE DE DIOS

Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre nuestros pensamientos y el resplandor de Dios?

Respuesta: Muchos cristianos se preguntan cómo saber si cierto sentimiento ha sido puesto por Dios o si proviene de Dios. En otras palabras, ¿cómo podemos saber claramente que el sentir que tenemos proviene de Dios? El principio que expusimos en la sección anterior también se aplica aquí. El centro y la meta de la obra que Dios realiza en el universo es forjarse a Sí mismo en el hombre. Por tanto, cualquier sentir que Él ponga en el hombre no se percibe de manera externa y objetiva, sino más bien de manera interna y subjetiva. Más aún, Él guía al hombre a medida que se mezcla con el hombre y hace que el hombre se mezcle con Él. Aquellos que estudian química saben que cuando el agua pasa por azufre, se convierte en agua azufrada. Aunque es agua azufrada, el componente principal es el agua; es agua, pero al mismo tiempo contiene el elemento del azufre. Asimismo, cuando Dios entra en nosotros, Él no sólo se mezcla con nosotros, sino que también nos incluye a nosotros en Él. Cuando Dios entra en nosotros, Él hace que percibamos ciertos sentimientos en nuestro interior. Por consiguiente, los sentimientos que Él pone en nosotros definitivamente también contienen el elemento humano. Por esta razón, es difícil discernir cuáles son nuestros propios pensamientos y cuáles son los sentimientos que provienen de Dios.

Distinguir entre ambos es difícil pero no imposible. Podemos discernir primeramente al conocer lo que proviene de nuestros propios pensamientos. Lo que proviene solamente de nuestros propios pensamientos no contiene el elemento de Dios. Sin embargo, el sentimiento que proviene de Dios lo entendemos en nuestro espíritu y a través de nuestra mente. Independientemente de cómo Dios nos guíe, Él siempre esperará hasta que lo hayamos entendido en nuestra mente. En otras palabras, antes de que llegue a ser una dirección de Dios para nosotros, el sentimiento que Dios pone en nuestro espíritu debe ser entendido por nuestra mente. Por consiguiente, nos daremos cuenta de que a veces un pensamiento es simplemente nuestro, mientras que en otras ocasiones es el sentimiento de Dios que se ha mezclado con nosotros. Esta clase de pensamiento no es simplemente nuestro propio pensamiento, sino que también Dios se halla mezclado con él. Cualquier dirección que recibimos de parte de Dios, ya sea a través de nuestros pensamientos o de un sentir dado por Dios, siempre se mezclará con Dios y contendrá el elemento de Dios. De esto podemos estar seguros.

Hay otra forma de discernir esto. Debido a que nuestros pensamientos son sencillos, todo lo que proviene de nuestra mente a menudo son pensamientos momentáneos que vienen y se van. Sin embargo, el sentir que Dios nos da proviene de nuestro espíritu y luego es entendido al pasar por nuestra mente, de modo que éste se convierte en un entendimiento espiritual. Este sentir no desaparece tan fácilmente, sino que más bien, nos guía continuamente en nuestro interior. Una idea que sólo proviene de nuestra mente desaparece rápidamente. Sin embargo, cuando un sentir proviene del Espíritu Santo, no se va tan fácilmente. Si Dios nos da cierto sentir hoy y nosotros obedecemos, desaparecerá; pero si no obedecemos, vendrá a nosotros al día siguiente. Si aún no obedecemos, volverá al próximo día y así sucesivamente.

Además, debemos saber que mientras nuestros pensamientos son superficiales, los sentimientos que provienen del Espíritu Santo son profundos. Por consiguiente, podemos analizar y discernir de esta manera: cualquier pensamiento que provenga de nosotros será fugaz y superficial, mientras que cualquier sentimiento que provenga del Espíritu será duradero y profundo.

Sin embargo, hablando con propiedad, no hay necesidad de hacer este tipo de análisis. Mientras tengamos comunión con el Señor, no importa si cometemos algunos errores. Por ejemplo, cuando usted va a cierto lugar por primera vez, es normal que tome la vía equivocada, debido a que no conoce muy bien el camino. Pero si no se atreve a salir sólo por temor de tomar la vía equivocada, nunca conocerá bien las calles. Sin embargo, si sale todos los días, no importa si toma el camino correcto o si se equivoca, con el tiempo conocerá muy bien las calles y las avenidas. Muchos hermanos y hermanas nunca se atreven a dar un paso debido a que temen cometer errores. Como consecuencia, después de diez años siguen sin saber cuál es el camino correcto y cuál es el equivocado. Pero si la actitud que tienen es que si llegan a cometer un error harán las correcciones necesarias, es seguro que cuántos más errores cometan, mejor llegarán a conocer las calles. Después de que tomen el camino equivocado varias veces, poco a poco irán conociendo mejor las vías. Por otra parte, si alguno toma a propósito el camino equivocado, eso indica que hay degradación. Por ejemplo, si su destino es la Universidad Nacional de Taiwán, pero puesto que en su corazón ha decidido ir al monte Grass, usted intencionalmente toma el camino que lo lleva a ese monte, es obvio que no llegará a la universidad. Está mal que cometa errores a propósito; no obstante, los errores involuntarios que usted cometa, lo beneficiarán mucho. Por tanto, no debemos tener temor, sino simplemente debemos proseguir.

Debemos saber que todo es controlado por Dios, no por nosotros. ¿Cómo podrían ustedes saber que vendrían a Taiwán? ¿Cómo podrían saber que no irían a los Estados Unidos? Proverbios 16:9 dice: “El corazón del hombre se propone un camino, / pero Jehová endereza sus pasos”. Un hombre puede hacer planes y escoger su propio camino, pero Aquel que dirige sus pasos es Jehová. Dios dirigió los pasos de ustedes para que vinieran a Taiwán y los míos para que fuera a los Estados Unidos. Él los condujo a ustedes a los negocios y a mí a que ministrara la palabra. Todos los que me conocen por algún tiempo saben que la carga original que sentía era laborar en el norte de China. Los santos de China dijeron que el hermano Lee estaba empezando “La compañía de los tres nortes de China”; estos tres nortes eran el norte, el noreste y noroeste. Les digo honestamente que ni siquiera soñaba con que vendría a Taiwán, y mucho menos tuve la intención de viajar al exterior. Nada depende de nosotros. Lo que más importa son las intenciones de nuestro corazón; el hecho de que cometamos errores o no, es algo secundario.

Si su intención es no cometer errores, no debe tener temor de estar confinado en las manos de Dios. Por ejemplo, ¿cómo sabría usted que está bien que viva en los dormitorios? ¿Cómo sabe si debe quedarse allí o si debe salir? Puede ser que un muchacho que está afuera en la calle lance una piedra por casualidad y justamente lo golpee a usted. Cualquiera que sea el lugar en que usted se encuentre según sus circunstancias, sencillamente debe permanecer allí y no estar preocupado si está o no en el lugar correcto. Si un accidente nos llegara a ocurrir, eso no está en nuestras manos. Simplemente debemos confiar en el Señor.

Una vez más, recalcamos que lo más importante es nuestra intención. Si mi intención es temer al Señor y procurar conocer el camino, aun si cometo un error, el resultado será el correcto porque mi deseo es seguir el camino del Señor. Según nuestros razonamientos, puede ser que el camino es el equivocado, pero en cuanto al principio, es el correcto. Alguien que está errado en cuanto al principio, pero en lo correcto según los razonamientos es comparable a un gato ciego que ha atrapado un ratón muerto. Los cristianos no deben estar en lo correcto en cuanto a los razonamientos, sino en cuanto al principio. Estar en lo correcto en cuanto al principio significa que en nuestro corazón únicamente deseamos a Dios y, por ende, obedecemos cualquier sentir que provenga de Dios. No importa si cometemos un error en algún aspecto, ya que el principio por el cual nos regimos es el correcto.

Nuestra comunión en cuanto a estos asuntos es muy preciosa. Espero que ustedes jóvenes sigan fielmente este camino y no simplemente obtengan un conocimiento doctrinal.


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