Espíritu y el cuerpo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4516-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Juan 7:39 dice: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”. En el momento en que el Señor Jesús habló estas palabras, “aún no había el Espíritu”; esto significa que el Espíritu no estaba allí todavía porque Jesús no había sido aún glorificado. De joven estas palabras me intrigaban mucho. Sencillamente no podía entender cómo el Espíritu no estaba allí cuando Jesús estaba hablando. Muchos años después leí el libro de Andrew Murray titulado The Spirit of Christ [El Espíritu de Cristo]. El capítulo 5 de este libro se titula “El Espíritu del Jesús glorificado”. Este capítulo me impactó muchísimo. Por medio de este capítulo mis ojos fueron abiertos para ver por qué en el momento en que Jesús habló, aún no había el Espíritu. Antes de la crucifixión y la resurrección del Señor, el Espíritu de Dios poseía únicamente divinidad. Sin embargo, después de la resurrección del Señor, muchos elementos se mezclaron y se añadieron al Espíritu de Dios. Por consiguiente, después de la resurrección de Cristo, el Espíritu de Dios no sólo estaba compuesto de divinidad, sino también de muchos otros elementos cruciales. Para el tiempo de Juan 7 el Espíritu de Dios estaba allí, pero simplemente poseía divinidad; no obstante, el Espíritu todo-inclusivo, que incluye todos los otros elementos, aún no estaba presente.
El Espíritu de Dios estaba allí desde el principio (Gn. 1:1-2), pero el Espíritu como el Espíritu de Cristo (Ro. 8:9), el Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19), no estaba allí todavía en el momento en que el Señor habló las palabras que constan en Juan 7, porque Él aún no había sido glorificado. Jesús fue glorificado cuando resucitó (Lc. 24:26). Después de Su resurrección, el Espíritu de Dios llegó a ser el Espíritu del Jesucristo encarnado, crucificado y resucitado, al cual Cristo con Su soplo se infundió en Sus discípulos la noche de la resurrección (Jn. 20:22). El Espíritu ahora es otro Consolador, pues es el Espíritu de realidad que Cristo prometió antes de Su muerte (14:16-17). Cuando el Espíritu era el Espíritu de Dios, Él únicamente poseía el elemento divino. Pero cuando llegó a ser el Espíritu de Jesucristo por medio de la encarnación, crucifixión y resurrección de Cristo, llegó a poseer tanto el elemento divino como el elemento humano, con toda la esencia y realidad de la encarnación, la crucifixión y la resurrección de Cristo. Por consiguiente, Él es ahora el Espíritu todo-inclusivo de Jesucristo como el agua viva que podemos recibir (7:38-39).
Aunque yo fui alumbrado al leer el libro de Andrew Murray, no fui capaz de dar a otros una definición completa del Espíritu todo-inclusivo hasta que me fue abierto Éxodo 30. Este capítulo nos habla acerca del ungüento compuesto (vs. 22-33). En la tipología tenemos un tipo del Espíritu de Dios en el Antiguo Testamento, el cual es el aceite de oliva. Si leen el Antiguo Testamento detenidamente, encontrarán que varias veces el aceite de oliva se usa para hacer referencia al Espíritu de Dios (Sal. 45:7; Is. 61:1). Según Éxodo 30, cuatro especias se mezclaban con un hin de aceite para formar un compuesto. Así pues, en Éxodo 30 no vemos simplemente el aceite de oliva, sino un compuesto. El hin de aceite de oliva era el elemento básico de este compuesto, y a éste se le añadían cuatro especias: mirra, canela, cálamo y casia. Cuando estas especias se añadían al aceite, el aceite se convertía en un ungüento, un compuesto de cinco elementos: el aceite más las cuatro especias.
En la tipología los números son muy significativos. Aquí en Éxodo 30 tenemos uno más cuatro. En la tipología el número uno representa al Dios único. Dios, representado por una unidad completa de un hin de aceite de oliva, es único y completo. El número cuatro representa a las criaturas. Tanto en Ezequiel 1 como en Apocalipsis 4, leemos acerca de los cuatro seres vivientes. De ahí que en la Biblia el número cuatro siempre simbolice a las criaturas. Por consiguiente, en este ungüento compuesto tenemos a Dios, representado por el número uno, y a las criaturas de Dios, representadas por el número cuatro. Esto nos muestra que el ungüento compuesto tiene que ver con Dios y Su criatura, el hombre. Esto revela que el ungüento está compuesto de Dios y el hombre. Dios, el elemento básico, está representado por el aceite de oliva, y el hombre está representado por las cuatro especias.
Algunos de los opositores condenan el asunto de la mezcla de Dios y el hombre. A tales personas les falta conocimiento. Dios y el hombre no sólo se han mezclado, sino que además han llegado a ser un compuesto. En Éxodo 30 tenemos la mezcla del aceite de oliva con las cuatro especias, lo cual produce un compuesto. Cuando el té es sumergido en el agua, tenemos un ejemplo de lo que es una mezcla. Pero cuando las cuatro especias se añaden al aceite para formar un ungüento, tenemos el ejemplo de un compuesto. La preparación de un compuesto involucra más que una simple mezcla. Aunque incluye la noción de mezcla, en una la mezcla los elementos no necesariamente se combinan de una manera tan completa como cuando se prepara un compuesto. ¡Aleluya, Dios se ha mezclado con la humanidad, formando un compuesto!
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