Intención eterna de Dios y el complot de Satanás en contra de dicha intención, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7955-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Entonces Dios tomó a este hombre que había creado y lo puso frente a dos árboles. ¿No les parece eso extraño? Yo habría pensado que Dios tomó a Adán y habló con él dándole una instrucción tras otra, enseñándole cómo debía comportarse. Le explicaría que Eva era su complemento, que Adán debía amarla, que ella sería la madre de sus hijos y que Adán debía ser la cabeza. Luego, Dios habría tomado a Eva y habría dedicado otro tiempo para entrenarla; ¡ella necesitaría aún más tiempo porque las mujeres siempre causan problemas! Si Génesis 2 hubiese sido escrito de esa manera, sin duda yo habría pensado que era un capítulo maravilloso de las Santas Escrituras, el cual había sido escrito por Dios.
Uno de estos árboles era el árbol de la vida. Dios no explicó qué era la vida. Incluso hoy los estudiosos de la Biblia con doctorados no son capaces de explicar el árbol de la vida. Sin embargo, es un nombre muy sencillo. El otro árbol era más complejo; era llamado el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios no explicó qué era el conocimiento, ni tampoco qué eran el bien y el mal. Simplemente dijo que todos los árboles que estaban en el huerto eran buenos para comer. Ellos podían comer de estos árboles libremente. La única excepción era un solo árbol. Él les advirtió que si comían de ese árbol, morirían. El árbol del conocimiento del bien y del mal traería muerte. Noten las cuatro palabras relacionadas con este árbol: conocimiento, bien, mal y muerte. Estas cuatro palabras están en contraste con una sola palabra: vida.
¿Cuál es el punto principal de estos dos árboles? Todo lo demás es secundario a los ojos de Dios. Lo único que es crucial es que el hombre coma del árbol apropiado, a saber, del árbol de la vida.
Al leer el resto de las Escrituras nos damos cuenta de que el árbol de la vida es Cristo como corporificación de Dios. En el último libro el Señor les prometió a los vencedores en la iglesia que les daría a comer del árbol de la vida (Ap. 2:7). Por la eternidad el árbol de la vida estará en la Nueva Jerusalén para alimentar y satisfacer al pueblo redimido de Dios (22:2). El otro árbol será desechado; su final será el lago de fuego.
Estos versículos indican claramente que la intención de Dios era que el hombre que creó conforme a Sí mismo tomara del árbol de la vida. Comer del árbol de la vida significa tomar a Dios como nutrimento. Sabemos esto porque el Señor Jesús les dijo a las personas que Él mismo era un árbol, una vid, y también que Él era el pan para que le comieran (Jn. 15:1; 6:57-58). “El que me come, él también vivirá por causa de Mí”. Comer es ingerir algo que puede ser digerido y que puede proveer nutrimento al ser asimilado en las células y llegar a ser nuestra constitución. El término comer a Jesús no se halla en el diccionario del cristianismo. Algunos piensan que es una expresión muy cruda. Sin embargo, en el versículo que acabamos de citar, el Señor mismo habló de esta manera (véase también vs. 50-56). En la tipología del Antiguo Testamento tenemos el maná, el cual representa a Cristo como alimento.
La intención de Dios es sembrarse a Sí mismo en usted como árbol de la vida. Esta acción de sembrar es un injerto. En Romanos 6:5 se alude a este pensamiento. ¿Ha sido Dios sembrado en usted? ¿Es usted un huerto en el cual Dios como una plantita preciosa crece en usted? ¿Está creciendo en usted esta planta llamada el árbol de la vida? ¿Está usted creciendo, o está Él creciendo? Que Dios le conceda Su misericordia y Su gracia, a fin de que usted crezca junto con Él y Él crezca junto con usted.
Colosenses 2:19 dice que debemos crecer con el crecimiento de Dios. A medida que Dios crece en nosotros, nosotros debemos crecer con Él. Si estamos creciendo por nosotros mismos, es decir, si estamos tratando de mejorarnos siendo más pacientes, humildes o amorosos, probablemente somos discípulos de Platón o de Confucio, pero no somos discípulos de Cristo. Un discípulo de Cristo, un cristiano, debe crecer junto con Dios. Este árbol ha sido plantado en nosotros.
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