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Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7391-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 13 Sección 4 de 4

COMUNIÓN EN CUANTO A LA PROPAGACIÓN

Atender la necesidad en cada lugar

Después de hacer esta visita, siento que la situación de los cristianos en el Occidente es decepcionante, que sus preguntas y su situación confirman que el camino que conocemos y estamos siguiendo es el camino correcto, y que la urgente necesidad en todo lugar es la casa de Dios. En vista de esta situación, me pregunto si debiéramos limitar a la isla de Taiwán lo que Dios nos ha confiado, lo que nos ha medido, o si Dios ensanchará nuestras fronteras por causa de nuestro crecimiento en Él. Debemos propagarnos, pero ¿cómo debemos hacerlo? ¿Cuáles son las fronteras para nuestra propagación? ¿Debemos limitarnos al Lejano Oriente, o propagarnos también al Occidente?

En términos de la necesidad, en todo lugar hay necesidad. Los hermanos en Tokio repetidas veces han pedido obreros. Ellos pidieron que yo les presentara su necesidad a los hermanos aquí y que pidiera que les fueran enviados a ellos algunos obreros. Los hermanos de Bangkok me enviaron una carta en la que nos pedían que les enviáramos más de dos obreros. Cuando yo estuve allí, ellos dijeron que si yo no podía ir allí, tenía que mandarles algunos obreros. También hay necesidad en los Estados Unidos. Los santos allí pidieron que les enviáramos varios hermanos.

La pregunta que debemos hacer es si debemos propagarnos al extranjero. ¿Debemos limitarnos al Lejano Oriente, o debemos ir al Occidente? Es de esto que deseo tener comunión con los santos. También estoy dispuesto a escuchar su sentir al respecto. Debemos pasar tiempo en la presencia del Señor para ver qué sentir tenemos con respecto a esto.

No dejarnos limitar por
lo que hemos aprendido y estamos haciendo,
sino más bien tener una sensibilidad
por el Cuerpo

También tengo cierta impresión acerca de la situación general en Taiwán y la situación de los obreros. El Señor en Su misericordia ha usado hermanos y hermanas en cada lugar para que hagan Su obra. Sin embargo, varios factores limitan nuestra utilidad en las manos del Señor. Un factor es que nuestra perspectiva espiritual es muy estrecha.

Esta estrechez tiene dos aspectos. Estamos limitados por lo que hemos aprendido, y estamos limitados por lo que estamos haciendo. La ayuda que brindamos a otros es sólo conforme a lo que hemos aprendido. No somos capaces de ir más allá de esto. También estamos limitados por lo que hacemos. Esto también limita nuestra perspectiva. Somos útiles, pero estamos limitados en nuestra obra por estos dos asuntos. No hemos desarrollado una sensibilidad por el Cuerpo.

Nuestra obra no debe limitarse a lo que hemos aprendido ni a lo que estamos haciendo. Nuestra obra tiene como finalidad edificar el Cuerpo de Cristo, el cual tiene un aspecto local y un aspecto universal. No estamos simplemente ayudando a los creyentes individuales a ser espirituales ni tampoco ayudando a un grupo de creyentes a crecer en vida; más bien, realizamos nuestra obra a favor de las iglesias en las localidades. Al mismo tiempo, estamos edificando el Cuerpo universal del Señor. Que el Señor nos conceda otra oportunidad para tener más comunión en cuanto a esto. En la obra del Señor no debemos limitarnos a lo que podemos hacer ni a lo que hemos aprendido. Debemos tener la debida perspectiva y medida con respecto a los aspectos locales y universales del Cuerpo de Cristo.

Por ejemplo, Hudson Taylor no era un predicador del evangelio. Él fue una persona que aprendió a permanecer en el Señor debido a lo que vio en Juan 15. Sin embargo, él recibió la carga de evangelizar a toda China. Mientras China todavía estaba bajo la dinastía Ching, Hudson Taylor dijo que él usaría el evangelio del Señor para evangelizar a la China imperial. Su carga testificaba que su obra no se limitaba a lo que había aprendido. La carga que él recibió excedía lo que había aprendido y experimentado. Ésta es la razón por la cual fue bendecido por Dios.

Cada creyente que está limitado por lo que ha aprendido está bajo la influencia de los místicos, quienes no fueron productivos con respecto a la obra. Los evangelistas fueron levantados para suplir la carencia de los místicos. El Señor tiene que ensancharnos. No debemos tener la ambición de ser grandes, sino seguir siendo humildes. No obstante, debemos también permitir que el Señor nos ensanche. Esto afectará si nuestra obra ha de propagarse.

Otras razones por las que nuestra obra
está siendo restringida

Algunos obreros son útiles pero están limitados por lo que han aprendido y por lo que están haciendo debido a que no han sido quebrantados. La obra en algunos lugares se halla restringida, o incluso está sufriendo pérdida, porque no hemos sido quebrantados. Otro factor que restringe la obra es nuestra falta de coordinación. No coordinamos con otros porque no hemos sido quebrantados. Es por ello que hay falta de armonía.

Otro factor que restringe la obra es que todavía tenemos deficiencias con respecto a nuestras habilidades. En algunos lugares hace falta el perfeccionamiento de los santos e incluso estamos reemplazando a los santos en su servicio. Éste también es un factor que restringe la obra del Señor.

En resumen, hay varios factores que restringen la obra del Señor. Estamos limitados por lo que hemos aprendido y estamos haciendo, no hemos sido quebrantados, nos hace falta coordinación y armonía, y reemplazamos a los santos en vez de perfeccionarlos porque no hemos desarrollado las habilidades necesarias.

A pesar de ello, el Señor nos ha usado, y nuestra obra produce algunos resultados; no obstante, estos factores limitan al Señor. Si el Señor no estuviera limitado, la obra sería más fuerte y habría llegado a más lugares.

Propagación y fortalecimiento

Por un lado, necesitamos propagarnos al extranjero y, por otro, todavía tenemos algunas debilidades. No tenemos un modelo fuerte debido a nuestras debilidades. Quizás sea del Señor que los creyentes tengan tan alto concepto de nosotros. En este viaje sentí que el Señor abrió una puerta que nadie puede cerrar. El Señor ha abierto la puerta y hecho la obra; por lo tanto, no debemos ser orgullosos.

Tanto en el Lejano Oriente como en el Occidente, el Señor valora nuestras reuniones y las personas también las aprecian. Es por eso que los creyentes acudieron a nosotros y nos pidieron que les diéramos instrucciones y los ayudáramos. Es cierto que los creyentes nos aprecian demasiado. Ellos piensan que las reuniones en Taiwán son maravillosas, así como también cualquier hermano que diga que es de Taiwán. Adondequiera que fuimos, dijimos que la situación en Taiwán en realidad no es tan buena y que hay muchos santos que están inactivos y que muchos todavía son infantiles. A pesar de que dijimos esto, adondequiera que fuimos, los creyentes esperaban que nosotros habláramos, nos pedían ayuda y esperaban que nosotros dirigiéramos las reuniones. Ellos nos mostraron un aprecio demasiado alto. En realidad, no somos tan excelentes, pues tenemos muchos puntos débiles.

El propósito de esta comunión es que consideremos el camino por el cual el Señor nos está guiando. ¿Debemos fortalecer la obra y establecer un modelo, o debemos propagarnos al extranjero? Que el Señor nos ilumine a cada uno de nosotros.


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