Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenespor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8420-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Nuestra obra para el Señor consiste en enseñar y perfeccionar a otros, así que debemos experimentar un cambio en nuestro concepto. Cuando enseñamos a otros, no reservamos lo que conocemos. Más bien, hacemos todo lo posible por impartir en otros todo lo que conocemos. No tenemos secretos que guardamos de los santos por temor a que ellos sobresalgan en el servicio y lleguen a ser mejores que nosotros.
En los asuntos espirituales tenemos que dar a otros y no reservar nada para nosotros mismos. El principio espiritual es que quienes más dan, más obtienen. Lucas 6:38 dice: “Dad, y se os dará”. Es necesario que el agua fluya de un tubo antes de que más agua pueda entrar en él. La cantidad de agua que fluye hacia él queda determinada por la cantidad de agua que sale del mismo. No deberíamos decir que si les damos a otros, no nos quedará nada. Cuanto más nos esforcemos por dar a otros, más se nos dará.
En el otoño de 1933, fui a Shanghái por primera vez para observar y aprender cómo servir al Señor. En aquel tiempo el hermano Nee llevaba la responsabilidad de la iglesia local en Shanghái. Yo acababa de renunciar a mi trabajo y apenas comenzaba a servir a tiempo completo. Durante mi estadía de aproximadamente cuatro meses, el hermano Nee no condujo ninguna reunión especial de entrenamiento. Él no les dijo a los que servían lo que debían hacer. Durante ese tiempo solamente tenía comunión breve con él; a veces yo iba a verle, o él venía a verme a mí.
El hermano Nee normalmente daba un mensaje en la reunión de la mañana del día del Señor, y todos disfrutábamos escucharle. En cierta ocasión, como cinco o diez minutos antes de la reunión del día del Señor, recibí una nota del hermano Nee que decía: “Hermano Witness, por favor, dé el mensaje esta mañana”. Los santos en la reunión ya habían comenzado a cantar himnos. Mientras ellos oraban, yo esperaba al hermano Nee. Cuando él no llegó, no tuve otra alternativa que subir al podio y dar un mensaje.
No fue sino hasta después que supe que el hermano Nee estuvo de pie detrás de la puerta y escuchó mi mensaje. No lo vi, y pensé que él no estaba en el salón. No sabía que me iba a pedir que hablara hasta que recibí la nota. Esta clase de entrenamiento fue bastante severo, pero también fue beneficioso para mí.
Por un lado, no deberíamos estar temerosos de permitir que otros sirvan, pero, por otro, deberíamos velar sobre ellos; es decir, tenemos que vigilarlos. A veces el hermano Nee no me corregía directamente; más bien, él hablaba con la hermana Ruth Lee. Una mañana del día del Señor hablé acerca de permanecer en el Señor. Después que di el mensaje, el hermano Nee le dijo a la hermana Lee: “Con respecto a permanecer en el Señor, la palabra permanecer no es tan importante, pero la palabra en es sumamente importante. Usted tiene que ver en; de otra manera, no importa cuánto usted lo intente, no podrá permanecer. Sólo cuando usted vea que está en el Señor, podrá permanecer en el Señor”. La hermana Lee recibió mucho beneficio de esto. El hermano Nee sabía que yo tenía contacto con la hermana Lee y que ella me comunicaría su palabra. Más adelante, el hermano Nee escribió un himno acerca de la vid (Himnos, #262), en el cual la vid tipifica el hecho de que estamos en Cristo. La luz de la verdad contenida en este himno es muy clara. En cuanto vemos que estamos “en”, no podemos hacer otra cosa que permanecer, pues ya estamos en el Señor. Si no vemos que ya estamos en el Señor, no seremos capaces de permanecer, independientemente de lo que hagamos.
El hermano Nee también me pidió que diera mensajes del evangelio. Poco antes de una reunión recibí una nota que decía: “Hermano Witness, por favor, dé el mensaje del evangelio esta noche”. Esto fue poco después que había llegado a Shanghái y no entendía la manera en que el hermano Nee hacía las cosas. Pensé que él estaba demasiado ocupado o que estaba enfermo y no podía asistir a la reunión, por lo cual me pidió que ocupara su lugar. No obstante, él no estaba enfermo. Mientras yo hablaba desde el podio, él estaba de pie detrás de la puerta, escuchando el mensaje.
Ese día recibí luz de parte del Señor y hablé acerca de Juan 16:8, que dice: “Cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”. En ese mensaje dije que de pecado es un asunto relacionado con que estamos en Adán, de justicia es un asunto relacionado con que estamos en Cristo, y de juicio es un asunto relacionado con Satanás. Dije que hay tres personas principales en el universo: Adán, Cristo y Satanás. “Si usted está en Adán, su fin será con Satanás, pero cuando usted es transferido de Adán a Cristo, su relación con Satanás se rompe. Por tanto, hoy en día usted tiene que comprender que está en Adán y que no tiene otra alternativa que salir de él. Si usted no es transferido a Cristo, un día usted sufrirá el juicio eterno junto con Satanás. De pecado tiene que ver con el hecho de que usted nació siendo un pecador en Adán. Cuando usted se transfiere hacia dentro de Cristo, usted es justificado. La justificación es un asunto de estar en Cristo. Si usted no hace tal transferencia, un día compartirá el juicio que Dios ejecutará sobre Satanás; usted estará con Satanás en el lago de fuego”.
Unas pocas semanas después el hermano Nee y yo salimos a caminar. Mientras andábamos, él se volvió a mí súbitamente y dijo: “Hermano, en la China no son muchos los que actualmente conocen la Biblia. Aquel día lo que usted dijo acerca del pecado, de la justicia y del juicio fue excelente. No es tan fácil ver estos puntos”. Al escuchar esto, quedé estupefacto. No sabía que él estaba escuchando mi mensaje. Así fue que me adiestró; él ciertamente era bueno para perfeccionar a otros.
En 1934 se levantó una tormenta en la iglesia en Shanghái debido al casamiento del hermano Nee. Como resultado de la tormenta, el hermano Nee se fue de Shanghái. Un día los tres ancianos de la iglesia en Shanghái vinieron a mí y me preguntaron cómo debían manejar una situación difícil. Les dije que no sabía cómo manejarla. Ellos dijeron que yo debía llevar la responsabilidad de la iglesia en Shanghái debido a que antes de que el hermano Nee se fuera, él dijo que respecto a la obra y los asuntos de la iglesia en Shanghái, ellos debían consultar al hermano Lee. Sin embargo, el hermano Nee nunca me mencionó esto. Ésta era su manera de adiestrar a otros. Por tanto, no deberíamos estar temerosos de entregar cosas a otros. Después de entregar las cosas, deberíamos permanecer detrás de ellos y velar sobre la situación. Esto nos permitirá ver cuán bien le va a la persona. Por un lado, deberíamos entregar las cosas a otros y, por otro, deberíamos vigilar para ver lo que se lleva a cabo.
Aprender a manejar un auto es un buen ejemplo. Cuando una persona aprende a manejar un carro, su maestro se sienta junto a él y le entrega el auto para que lo maneje. Sin embargo, el maestro está más alerta que el conductor. Cuando ellos encuentran una situación peligrosa, el maestro es el primero en reconocer el peligro. A pesar de esto, el maestro tiene que permitir que el estudiante reaccione, pues el auto ha sido entregado a él. Luego, el maestro quizás necesite proveer adiestramiento adicional. Si el maestro tiene temor y nunca le entrega el carro al estudiante, el estudiante nunca tendrá la oportunidad de aprender a manejar. De forma similar, el maestro nunca aprenderá lección alguna respecto a cómo adiestrar a un estudiante.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.