Obra de edificación que Dios realizapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7020-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-7020-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Ésta es la condición del cristianismo actual. En cualquiera de las principales ciudades de la tierra, uno puede ver un buen número de organizaciones cristianas y un gran número de cristianos. No todos ellos son cristianos nominales, sino que también hay muchos cristianos que verdaderamente han sido salvos e incluso muchos que aman al Señor y le buscan. Sin embargo, si usted tiene la visión, si ha visto lo que Dios desea tener en la eternidad, suspirará y dirá: “¡Cuán difícil es encontrar una iglesia que haya sido conjuntamente edificada hoy en la tierra! ¡Cuán difícil es ver un grupo de cristianos que hayan sido edificados en una localidad como casa espiritual en la cual Dios pueda morar!”.
He tenido antes la experiencia de suspirar al respecto, pero tengo que confesar que mi sentir en ese entonces no fue lo suficientemente profundo. Ahora, después de viajar al extranjero conforme a la dirección del Señor y después de tener contacto con los hijos de Dios en muchos lugares, este sentir, sorprendentemente, se ha hecho cada vez más profundo en mí. Cada vez que llegaba a cierto lugar, el Espíritu Santo parecía decir: “¡Mira la situación del cristianismo aquí! ¡Mira la condición de los cristianos en este lugar! Puedes ver personas que son salvas, aman al Señor, buscan del Señor, viven para el Señor y consideran importante ser espirituales, pero ¿ves aquí una morada donde Yo pueda descansar? ¿Hay un grupo de creyentes que hayan sido edificados como casa espiritual?”. En cierto lugar el Espíritu Santo incluso me preguntó: “¿Puedes ver aquí aunque sea a dos personas salvas que verdaderamente hayan sido conjuntamente edificadas?”. Cuando el Señor me hizo esta pregunta interiormente, lo único que pude hacer fue responderle con tristeza: “¡No, Señor!”. Además de esto, le dije: “El cristianismo está aquí, y también hay cristianos. Están los que te aman, te buscan y dan importancia a la espiritualidad, pero no puedo ver a dos personas que hayan sido conjuntamente edificadas”.
Perdónenme que les describa un poco la situación de un lugar en particular donde estuve. Después de haber llegado allí, un hermano nos invitó a cenar a mí y a otro hermano. Mientras comíamos, observé que los dos eran verdaderamente humildes, afables y se trataban con mucho afecto. El hermano que nos había invitado nos trataba muy bien y nos mostraba mucho amor, y el hermano que había sido invitado junto conmigo era muy cortés. Ambos se veían muy alegres. Sin embargo, después de la cena cuando nos sentamos a conversar un poco, noté que estas dos personas parecían estar en los dos polos opuestos de la tierra: uno estaba en el polo norte, mientras que el otro estaba en el polo sur. Sencillamente no podían ponerse de acuerdo en nada. El que estaba en el polo norte quería arrastrarme al polo norte, y el que estaba en el polo sur quería llevarme al polo sur. Ambos querían que yo estuviera de acuerdo con sus respectivas opiniones. Así que me sentí muy incómodo. Puesto que no podía portarme diplomáticamente con ellos, simplemente guardé silencio, sin decir nada a favor o en contra de ninguno de los dos. Más tarde cuando el hermano que había sido invitado se fue, el hermano que nos había invitado me dijo: “Hermano Lee, usted no conoce a esta persona. Usted ve que él parece muy espiritual cuando habla, pero en lo profundo de su ser su condición es bastante pobre”. Luego continuó contándome muchas historias de ese hermano. Unos días después me encontré con el otro hermano que había sido invitado. En cuanto me vio, dijo: “Hermano Lee, el otro día cuando estuvimos juntos los tres, no fue fácil para mí hablar; pero ahora que estoy a solas con usted, tengo algunas cosas que contarle. ¡Oh, esa persona es muy mala!”. Luego continuó diciéndome muchas cosas acerca del otro hermano. Unos días después el segundo hermano nos invitó a mí y al otro hermano a cenar. Cuando ellos estaban juntos, nuevamente se portaban de manera muy cortés y gentil. Uno de ellos dijo: “En realidad no soy tan bueno”. Y el otro dijo: “Hermano Lee, la condición de este hermano delante del Señor es maravillosa”. Cuando vi esa situación, me sentí indignado interiormente, y dije en mi corazón: “¡Ustedes están completamente leprosos! La vez pasada cuando me invitaron a cenar, no los conocía a ustedes ni su verdadera condición interior, y por eso no me sentí tan mal. Pero ahora su lepra se ha hecho manifiesta, pues ustedes se critican el uno al otro y están descontentos entre sí. No obstante, hoy para esta ocasión, montan todo un espectáculo. Aparentemente, el primero recomienda al segundo y el segundo elogia al primero; pero interiormente, ustedes dos tienen un sentir muy diferente. Eso es puro fingimiento; eso es lepra. Dios no puede hacer nada entre ustedes, ¡ni tampoco podrá edificarlos conjuntamente!”. Por esa razón, desde aquella ocasión en el profundo de mi ser me he preguntado: “¿Dónde está la morada de Dios? ¿Dónde podemos hallar a dos personas que hayan sido conjuntamente edificadas?”.
Alguien me preguntó una vez: “Hermano Lee, Mateo 18 nos dice que donde están dos o tres orando juntos en unanimidad, el Señor está en medio de ellos. Dos o tres de nosotros hemos estado orando juntos y reuniéndonos aquí, pero ¿por qué no tenemos mucho de la presencia del Señor entre nosotros? ¿Por qué no tenemos mucho de la bendición del Señor en medio nuestro?”. Entonces le pregunté a ese hermano: “¿Cree que ustedes verdaderamente están en unanimidad?”. Cuando le hice esta pregunta, el hermano no pudo responderme. Creo que muchos de nosotros conocemos historias como ésta. Los santos pueden parecer ser unánimes mientras oran, pero en la práctica cuando sirven juntos, la historia es totalmente diferente, pues no son de un solo corazón ni de un mismo sentir. Por ejemplo, cuando tres personas se arrodillan a orar juntas por el evangelio, una de ellas dice: “¡Oh, Señor! Salva a los pecadores y manifiesta el poder del evangelio”; luego las otras dos dicen amén. Esto es verdaderamente un caso de unanimidad. Pero cuando se levantan y empiezan a hablar sobre cómo predicar el evangelio, no pueden ser uno, pues los tres tienen diferentes opiniones. Uno de ellos dice: “Puesto que el clima es tan caliente, creo que lo mejor es que prediquemos el evangelio a las 6:30 a. m.”. Entonces el otro dice: “No, la hora más apropiada sería las 7:30 p. m.”. Luego el tercero diría: “Pienso que a las 4:30 p. m. sería la mejor hora”. Como resultado, los tres llegan a un punto en el que se estancan. El que sugiere la hora de las 6:30 a. m. por lo general se levanta temprano por la mañana. El que sugiere las 7:30 p. m. por lo general se acuesta muy tarde en la noche y tiene dificultad para levantarse por la mañana. Y el que sugiere las 4:30 p. m. no tiene que trabajar por la tarde. Por lo tanto, los tres aparentemente son de un corazón, pero no tienen un mismo sentir. Ellos ni siquiera pueden ponerse de acuerdo en la hora en que van a predicar el evangelio. A veces los hermanos, encontrándose en una situación como ésta, han venido a preguntarme, diciendo: “Hermano Lee, ¿qué piensa al respecto?”. Si me preguntaran acerca de una situación como ésta, diría: “Es difícil darles una respuesta, pues sólo tengo una manera de ver las cosas; no tengo tres puntos de vista. Por lo tanto, en mi opinión, ¡las doce y media de la noche sería la hora más apropiada!”. Tal vez parezca que estoy bromeando, pero mi intención es transmitirles el sentir de que ni sus opiniones ni la mía importan. Cada vez que nos reunimos, debemos desechar todas nuestras opiniones personales. Lo que importa no es lo que yo pienso, sino lo que el Señor piensa. Ninguno de nuestros pareceres puede edificar la iglesia.
Hermanos y hermanas, ¿dónde podemos ver la edificación de la iglesia hoy? Permítanme decirles unas cuantas cosas de una manera sencilla y directa. Recuerden que la presencia de Dios, el poder de Dios, la bendición de Dios, la luz de Dios y la gracia de Dios sólo son dados a aquellos que han sido conjuntamente edificados. Dondequiera que haya una iglesia que ha sido edificada, allí también estarán la presencia de Dios, el poder de Dios, la luz de Dios, la rica bendición de Dios y la gracia de Dios. Pero si no ha sido edificada, allí no estarán ninguna de estas bendiciones de Dios.
Por ejemplo, en cierto lugar usted puede ver a ocho o diez hermanos y hermanas que han sido levantados por el Señor. Estos hermanos sencillamente viven delante del Señor. Tal vez parezca que no saben nada, pero están en unanimidad. Aunque dichos hermanos no son capaces de presentar bien la verdad ni de predicar el evangelio con claridad, todos ellos están en unanimidad. Por esta razón, experimentan la bendición de Dios y pueden conducir a las personas al Señor. Cuando otros están en medio de ellos, perciben la presencia del Señor. Sin embargo, en otro lugar puede haber algunos hermanos que son muy elocuentes para dar mensajes y muy competentes para predicar el evangelio, pero no tienen entre sí una verdadera unanimidad ni han sido conjuntamente edificados. Es de sorprender que en lugares donde se presenta esta situación apenas hay unas pocas personas que recientemente han sido salvas y traídas al Señor. Aunque la predicación en estos lugares puede ser muy atractiva, sólo unos cuantos vienen a escucharla y son menos aún los que la reciben. Cuando usted va allí, no tiene la sensación de que el Señor está allí, ni puede percibir la presencia del Señor. Creo que todos los hermanos y hermanas han tenido esta clase de experiencia en el pasado. Debemos ver que tener la presencia del Señor depende de que hayamos sido conjuntamente edificados.
Quisiera repetirles que cuando fui al extranjero esta vez y viajé por muchos lugares, no vi muchas iglesias que hubieran sido edificadas. Ciertamente estaban allí los que habían sido salvos, los que amaban al Señor y los que eran fervientes, mas no hermanos que hubieran sido conjuntamente edificados. Lo que más me afligió fue ver en esos lugares hermanos que en su mayor parte estaban descontentos, insatisfechos y en discordia. Fue difícil para mí encontrar un lugar que tuviera una condición en la cual los santos habían sido conjuntamente edificados.
Al mismo tiempo, en diferentes lugares a menudo me encontré con hijos de Dios que me preguntaban: “Hermano Lee, ¿adónde debemos ir?”. Lo que ellos en realidad querían decir era: “¿Dónde debemos reunirnos?”. Me hicieron esta misma pregunta en casi todos los lugares adonde fui. Era difícil para mí darles una respuesta porque en realidad no podía ver ningún lugar donde hubiera la edificación corporativa. Si se considera un lugar, se ve que allí había opiniones; luego si se considera otro, se ve que allí imperan las críticas. No es fácil encontrar ni siquiera un lugar donde haya armonía y donde la iglesia ha sido edificada. Por esta razón, me resultó difícil mostrarles un lugar adonde ir, un lugar donde estuviera la casa de Dios. Si ustedes me preguntan dónde está el cristianismo, en casi todos los lugares a donde vamos, yo podría mostrarles dónde hay un lugar de adoración en el cristianismo o un lugar donde los cristianos se reúnen. Sin embargo, si me preguntan: “Dado que somos hijos de Dios, ¿dónde hay un lugar que sea nuestro hogar? ¿Adónde podemos ir a hallar descanso? ¿Dónde está la presencia de Dios? ¿Dónde se encuentra la bendición de Dios?”. Realmente no podría responder estas preguntas. ¿Por qué no? Porque no es fácil hallar una iglesia que haya sido edificada.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.