Los de corazón puropor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-2060-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-2060-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Por lo tanto, podemos ver que además de confesar nuestros pecados y tomar medidas con respecto a ellos, consagrarnos al Señor es de suma importancia. En toda la Biblia, hay dos asuntos cruciales. El primero es que Dios requiere que el hombre crea en El; y el segundo, que Dios requiere que el hombre le ame. No existe ningún líder de este mundo que exija que los hombres crean en él o le amen. Ni Mohamed ni Confucio exigieron alguna vez que alguien creyera en ellos o los amara. Solamente Jesucristo desea que el hombre crea en El y le ame.
Desde que el hombre cayó, lo que Dios ha exigido del hombre es, primeramente, fe, y en segundo lugar, amor. ¿Saben lo que significa ser salvos? Ser salvos consiste en volverse a Dios, es decir, creer en Dios y sostener una relación con El. Si una persona no tiene a Dios, está separada de El; independientemente de si esta separación es enorme o pequeña, dicha persona es ajena a Dios y está separada de El. Entonces, ¿cómo nos adherimos a Dios y somos unidos a El? Por medio de la fe. Cuanto más creemos, más nos adherimos a Dios; cuanto más creemos, más somos unidos a Dios y más fuerte se hace nuestro vínculo con El. Son muchos los que dicen que Dios no existe; esto se debe a que han estado usando el órgano equivocado para ponerse en contacto con Dios. Por ejemplo, si usáramos nuestros oídos para procurar escuchar los colores, ciertamente no escucharíamos nada; y si usamos nuestros ojos para ver los olores, ciertamente no veríamos nada. Cuanto más creemos en Dios, más nos percatamos de Su existencia; y cuanto más creemos en El, más percibimos Su presencia. La relación que Dios tiene con el hombre es una relación de fe.
En segundo lugar, la relación que el hombre tiene con Dios se caracteriza por el amor. Es maravilloso que después de que un hombre cree en Dios, lo que Dios requiere de éste es que le ame. Todo aquel que ha sido salvo, todo aquel que ha creído en Dios, percibe en lo profundo de su ser cuán precioso es el Señor. Si preguntáramos a alguien que adora a Buda cuán precioso es Buda para él, esta persona seguramente nos diría que nunca se le había ocurrido pensar en eso. Si le preguntáramos lo mismo a alguien que cree en el Señor —independientemente de cuánto amor tenga—, responderá que siente algo de amor hacia el Señor; por lo menos, esa persona tiene el deseo de hacer algo para el Señor. Así pues, siempre y cuando una persona sea salva, sin necesidad de que nadie le enseñe, espontáneamente sentirá que el Señor es precioso y querrá amarlo.
Si bien es cierto que algunos creyentes no perciben intensamente lo precioso que es el Señor ni tampoco sienten un gran afecto hacia El, aún así, persiste en ellos algo de amor hacia el Señor. Cierta vez visité a un hermano a quien le gustaba jugar a los naipes. Le pregunté: “¿Qué es más precioso para usted: el Señor o los naipes?”. El me contestó: “Externamente, siento que aprecio más los naipes, pero internamente siento que el Señor es más precioso”. De hecho, este hermano sabía que era mejor para él amar al Señor, pero aún así disfrutaba de jugar a los naipes. Así pues, dos cosas contendían por el afecto de esta persona: el Señor competía por dentro, y por fuera, los naipes. Sin embargo, llegará el día en que los naipes perderán esta batalla, y será el Señor quien obtenga la victoria. Tarde o temprano, el poder que está en el interior de esta persona vencerá al poder que está por fuera. Una persona no aborrece el pecado debido a que teme pecar; los cristianos aborrecemos el pecado debido a que el Señor es muy precioso para nosotros y debido a que el amor del Señor está dentro de nosotros.
Toda persona que es salva, percibe en su interior que el Señor es muy precioso. No es cuestión de “saber”, puesto que el saber se relaciona con nuestra mente; más bien, es cuestión de “sentir”, lo cual se relaciona con nuestra percepción interna. Uno que es salvo no sólo sabe que el Señor es muy precioso, sino que además siente lo precioso que el Señor es para él. Es posible que un cristiano cometa un pecado grave. Por un lado, quizás al pecar él disfrute del placer que esto le pueda proporcionar; pero, por otro lado, no deja de percibir que el Señor es muy precioso. Así pues, el cristiano casi siempre es una paradoja. En casi todos los cristianos existe una diferencia entre lo que ellos son interiormente y lo que manifiestan externamente, y por ende, experimentan una discrepancia entre lo que son por dentro y lo que manifiestan por fuera. Es raro encontrar un cristiano cuyo ser interior esté en armonía con su ser exterior. ¿En qué consiste tener armonía entre lo que somos internamente y lo que somos externamente? Consiste en amar al Señor tanto externa como interiormente. La mayoría de los cristianos, externamente, se aman a sí mismos; pero, internamente, todavía aman al Señor. A algunos, externamente, les gusta vestirse suntuosamente, pero, interiormente, todavía aman al Señor. Hay quienes, de manera externa, aman a sus esposas; pero, internamente, todavía aman al Señor. Hay quienes, de manera externa, aman a sus hijos; pero, internamente, todavía aman al Señor. No hay cristiano que, en mayor o menor medida, no ame al Señor. Por una parte, los cristianos codiciamos las cosas de este mundo, la moda y los vestidos; pero, por otra, sentimos que el Señor es verdaderamente muy precioso.
Aunque en diversa medida, todo cristiano tiene la percepción de que el Señor es precioso. Esto es lo que motiva su consagración. Después de que hemos sido salvos, el Señor atrae nuestro corazón a Sí mismo una y otra vez, de diversas maneras y por medio de distintos entornos y métodos, de tal manera que habremos de exclamar: “¡Oh Señor! No sólo me amas, sino que verdaderamente eres muy precioso para mí. Me consagro completamente a Ti”. Todo cristiano tiene que dar este paso inicial, y ninguno podrá evitarlo. Cualquiera que nunca se haya entregado al Señor, jamás podrá tomar el camino del Señor.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.