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Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4643-6
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CAPÍTULO CUATRO

LLEVAR FRUTO CADA AÑO
AL DISFRUTAR LAS RIQUEZAS
DE LA VIDA DE CRISTO

Lectura bíblica: Jn. 15:1-2, 5-6, 16; 21:15; 2 Co. 12:15

NECESITAMOS SER ENTRENADOS
EN LO QUE CONCIERNE A LA VIDA

Necesitamos ser entrenados a fin de llevar a cabo nuestro servicio y predicar el evangelio. El libro de Romanos trata sobre la vida cristiana y la vida de iglesia apropiadas. Puesto que todo lo abarcado en esta epístola está estrechamente relacionado con la vida, los dones mencionados en el capítulo 12 son dones propios de la vida, y no dones milagrosos. Podemos ilustrar la diferencia que existe entre la vida y los dones valiéndonos del cuerpo humano. Por ejemplo, comer, beber y respirar no son eventos milagrosos. A menos que padezcamos de un grave problema, cuidar de nuestro cuerpo físico no requiere de milagros. De igual manera, ser entrenados con respecto a la predicación del evangelio no tiene nada que ver con milagros. El asna de Balaam no tuvo que recibir entrenamiento cuando se le concedió el don milagroso de hablar un lenguaje humano (Nm. 22:28), pero todo lo relacionado con la vida requiere de entrenamiento. Los niños deben ser entrenados en todos los aspectos de su vida. Ningún niño pequeño puede empezar a hablar milagrosamente a los dos meses de edad. Más bien, día tras día y palabra por palabra, la madre lo entrena para que hable apropiadamente. Los niños también deben ser entrenados para que aprendan a comer de la manera debida. Desde que el niño nace, tiene la facultad de alimentarse, pero incluso esa facultad innata de su vida física requiere de cierto entrenamiento. Los cristianos somos hijos de Dios. Tenemos la vida divina, y dicha vida posee muchas facultades. Sin embargo, no somos supersticiosos como para creer que siempre y cuando poseamos la vida divina, ya podemos hacer todas las cosas y ya lo sabemos todo. Más bien, necesitamos entrenamiento en todos los aspectos de nuestra vida cristiana y aún más en lo que concierne a la vida apropiada de iglesia.

LA PREDICACIÓN GENUINA DEL EVANGELIO
CONSISTE EN LLEVAR FRUTO COMO PRODUCTO
DEL DESBORDAMIENTO DE LAS RIQUEZAS
DE LA VIDA INTERIOR

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas todos en palabras sencillas nos hablan de la predicación del evangelio. Mateo 28:19 dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones”; Marcos 16:15 dice: “Id por todo el mundo y proclamad el evangelio”; y Lucas 24:47 dice: “Que se proclamase en Su nombre el arrepentimiento para el perdón de pecados a todas las naciones”. En el Evangelio de Juan, sin embargo, no encontramos estas palabras sencillas en cuanto a la predicación del evangelio. En lugar de ello, el capítulo 15 nos habla de llevar fruto. Según Juan, el evangelio de vida, la predicación del evangelio no es algo que se relacione con meras palabras ni enseñanzas, sino con el hecho de llevar fruto. La vida no es algo que depende de la predicación. Ello está relacionado con el crecimiento y el hecho de llevar fruto.

Aun cuando estamos en el recobro del Señor, incluso en el presente no hemos sido recobrados plenamente. Hasta cierto grado todavía estamos en una condición anormal. No solamente en nuestras reuniones, sino en cada aspecto de nuestra vida cristiana y vida de iglesia estamos todavía bajo la influencia del cristianismo degradado, tradicional y viejo, y nuestra predicación del evangelio no es la excepción. En lo profundo de nuestro ser nos hallamos en una confusión imperceptible y bajo una influencia errónea. Nosotros consideramos que predicar el evangelio simplemente consiste en hablar de alguna doctrina a las personas, y aquellos que tienen una elocuencia innata pueden ser los mejores y más eficientes predicadores. Éste es un concepto deprimente que es producto de la influencia errónea. La predicación genuina del evangelio consiste en llevar fruto.

En Juan 15 el Señor se valió de la ilustración de la vid para mostrarnos que nosotros, los pámpanos de la vid, tenemos que llevar fruto. Si no entendemos lo que significa llevar fruto, podemos aprender de la vid. Los pámpanos no sirven para hablar, pero son excelentes para llevar fruto. Llevar fruto no depende de nuestro hablar ni de nuestra elocuencia, sino de las riquezas de la vida que está en nuestro interior. Llevar fruto es el desbordamiento de las riquezas de la vida interior. Si interiormente estamos faltos de la vida divina, no tendremos nada que nos sustente para llevar fruto. Llevar fruto es algo que no depende de nuestro hablar ni de nuestra elocuencia, sino que depende del rico fluir de la vida interior.


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