Información del libro

Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 265-275)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7271-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 265 de 11 Sección 1 de 2

LA CONCLUSIÓN
DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE DOSCIENTOS SESENTA Y CINCO

EXPERIMENTAR Y DISFRUTAR A CRISTO
EN LOS EVANGELIOS Y EN HECHOS

(1)

En los mensajes anteriores de La conclusión del Nuevo Testamento abarcamos siete personas: Dios, Cristo, el Espíritu, los creyentes, la iglesia, el reino y la Nueva Jerusalén. Comenzando con este mensaje consideraremos otro asunto: Cristo como nuestra experiencia, disfrute y expresión. El Nuevo Testamento nos presenta más de trescientos aspectos referentes al Cristo que experimentamos, disfrutamos y expresamos. Esperamos en el Señor que, al estudiar estos aspectos, Él nos conduzca a la excelencia del conocimiento de Cristo (Fil. 3:8). En esta excelencia del conocimiento de Cristo, ciertamente entraremos en la rica experiencia y disfrute de Él; entonces tendremos la expresión de Cristo sobre la tierra en Su recobro.

I. EN LOS EVANGELIOS

Comenzamos con la experiencia y el disfrute de Cristo presentado en el Evangelio de Mateo.

A. Experimentarle y disfrutarle como:

1. El hijo de David

El Nuevo Testamento comienza con estas palabras: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (Mt. 1:1). En este versículo vemos dos títulos de Cristo: hijo de David e hijo de Abraham. Es muy significativo que el primer versículo del Nuevo Testamento mencione estos dos títulos.

Si tenemos un conocimiento integral del Nuevo Testamento, nos podremos percatar de que todo el Nuevo Testamento está incluido en estos dos títulos. En Apocalipsis 22:16 el Señor Jesús se refiere a Sí mismo como “la raíz y el linaje de David”. Cristo en Su divinidad es “la raíz de David”, el origen de David; en Su humanidad, Cristo es “el linaje de David”, el descendiente de David. Por consiguiente, como raíz de David, Él es el Señor de David, y como linaje de David, Él también es la descendencia, el renuevo, de David (Mt. 22:42-45; Ro. 1:3; Jer. 23:5). Ahora nosotros podemos experimentarlo, disfrutarlo y expresarlo como tal.

Podríamos pensar que Mateo 1:1 es simplemente una revelación que nos dice cómo Cristo vino a la humanidad al ser el hijo de Abraham y el hijo de David. Sin embargo, los títulos hijo de David e hijo de Abraham no solamente sirven al propósito de que conozcamos la revelación respecto a la persona de Cristo; estos títulos sirven al propósito de que nosotros experimentemos, disfrutemos y expresemos a Cristo.

Cristo es el hijo de David (9:27; 15:22; 20:30-31; 21:9). Salomón, el hijo de David, tipifica a Cristo en tres aspectos principales. Primero, tipifica a Cristo como aquel que hereda el reino (2 S. 7:12b, 13b; Jer. 23:5; Lc. 1:32-33). Segundo, Salomón poseía sabiduría y hablaba palabras de sabiduría. En Mateo 12 vemos que Cristo, Aquel que es más que Salomón (v. 42), también tenía sabiduría y hablaba palabras de sabiduría. Tercero, Salomón edificó el templo de Dios (2 S. 7:13a). Como hijo de David, Cristo edifica el templo de Dios, la iglesia.

a. Nos introduce en el reino de los cielos

El hijo de David denota el reino. Cristo, el hijo de David, es el Rey, el Gobernante. Como hijo de David, Cristo nos introduce en el reino de los cielos (Mt. 5:3).

b. Nos hace partícipes de la autoridad divina

Que Cristo sea el hijo de David también sirve al propósito de que nosotros seamos hechos partícipes de la autoridad divina. Según el Evangelio de Mateo, el Señor nos ha dado la autoridad para atar y desatar. “A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra habrá sido atado en los cielos; y lo que desates en la tierra habrá sido desatado en los cielos” (16:19). El Evangelio de Mateo trata del reino de los cielos, el cual tiene que ver con la autoridad. La iglesia revelada en este libro representa el reino y su gobierno. Así que, la autoridad de atar y desatar no sólo fue dada a Pedro, el apóstol de la iglesia en 16:19, sino también a la iglesia misma (18:17-18).

Mateo 28:18-19 es otro pasaje de la Palabra que revela que somos partícipes de la autoridad divina: “Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Puesto que toda autoridad le fue dada al Señor Jesús, el hijo de David que es el Rey celestial, Él envió a Sus discípulos a hacer discípulos a todas las naciones. Ellos van con Su autoridad.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top