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Testimonio de Jesús, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8269-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 11 Sección 2 de 6

NOÉ ENTRÓ EN EL ARCA
A FIN DE SER SALVO DE SU GENERACIÓN
Y SER INTRODUCIDO A UNA NUEVA ERA

Como hemos señalado, Noé fue salvo no solamente del juicio de Dios, sino también de la generación torcida, perversa y maligna. Cuando Noé entró en el arca, Jehová cerró la puerta (Gn. 7:16). Con esto Dios parecía decirle: “Aunque cambies de idea, tú no podrás salir de aquí. Te he encerrado y aquí debes quedarte”. Esta clase de salvación puede parecernos como una prisión. En cierto sentido, Noé fue salvo y rescatado, pero en otro sentido, estaba encarcelado. Quizás una de sus nueras pudo haberle dicho: “Prefiero estar en mi antigua casa con sus varias habitaciones, baños y un gran salón. Lo que usted nos predicó estaba muy bien, pero esta arca es como una prisión”. Hoy, en principio, es lo mismo. Llevo más de cuarenta años sirviendo al Señor y he sufrido muchas cosas. En varias ocasiones, mis hijos vinieron a decirme: “Padre, conforme a tu habilidad y estudios, no debiéramos de sufrir tanto. Otras gentes no estudiaron tanto como tú, ni tampoco son tan competentes, pero ahora poseen casas bonitas, tiendas, tierras y cuentas de banco. ¿Qué es lo que tú tienes? Sólo dispones de una habitación donde vive toda la familia. Aquellos que te tienen estima y respeto viven en mansiones, pero nosotros vivimos en una prisión”. Noé tal vez le haya respondido a su nuera: “¿Qué puedo hacer yo, y a dónde podemos ir? No puedo abrir la puerta. Esto no depende de mí sino de Jehová. Él nos encerró aquí; lo que debemos hacer es simplemente quedarnos aquí. No te preocupe, ten paciencia y espera un poco más”. Después del diluvio, Noé salió del arca con toda su familia y entró en una nueva era (8:16, 18).

Esto demuestra la clase de salvación que Noé tenía asegurada y que disfrutaba. Era una salvación que no solamente lo salvaría de la perdición eterna, sino que lo sacaría de una generación torcida y maligna y lo introduciría en una nueva era. No obstante, después que Noé salió del arca, Dios no tenía la intención de hacerle rey. Su intención seguía siendo que Noé y todos sus hijos lo expresaran corporativamente. Génesis 9:1 dice “Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra”. Puesto que el hombre fue hecho a la imagen de Dios, la multiplicación de Noé y sus hijos significaba que ellos serían la múltiple expresión de Dios. La intención de Dios no era hacerles reyes y disfrutar de una vida placentera y tener muchas tierras. Más bien, ellos deberían continuar lo que Dios se propuso cuando creó al hombre, para ser Su imagen como Su expresión corporativa.

NO TODO EL PUEBLO DE DIOS SERÁ SALVO
DE LA GENERACIÓN PERVERSA
NI ENTRARÁN COMO REYES EN LA PRÓXIMA ERA

Debió haber habido en los tiempos de Noé más de ocho personas que temieron a Dios y creyeron en Él. Según Génesis 5, los primeros antepasados vivieron muchos años. Ellos fueron personas piadosas que enseñaron a la segunda, a la tercera y a las subsiguientes generaciones suyas a temer a Dios y a creer en Él. Por tanto, estamos seguros de que además de Noé y su familia, hubo otros que también creyeron en Dios. Si bien esas personas fueron salvas de la perdición eterna, ellas no fueron salvas de la generación perversa ni tampoco entraron en la nueva era. Algunos preguntarán cómo es posible que algunos de los que estaban fuera del arca hayan sido salvos. Sin embargo, examine la vida cotidiana de muchos de los creyentes del Señor Jesús: ellos van al cine, a los clubs nocturnos, ven televisión y siguen las modas modernas. Estos creyentes que participan de tales actividades corruptas ciertamente son salvos del castigo eterno, pero no han sido salvos de la presente generación perversa y muchos no serán introducidos en el reino de Cristo para ser reyes allí. Ninguna persona que ha sido verdaderamente salva de la generación perversa actual sigue el curso del presente siglo moderno. Por un lado, somos salvos porque creemos que el Señor derramó Su sangre y murió por nosotros. Por tanto, no pereceremos por la eternidad. Sin embargo, por otro lado, seguimos yendo a los centros comerciales para comprar cosas de modas y mundanas. Si el Señor regresase mañana, ¿estamos seguros de que Él nos introducirá en Su reino? Más bien, seremos castigados juntos con la presente generación.


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