Vencedores, Lospor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-724-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En una iglesia tan buena, tan ordenada y tan formal como la iglesia en Efeso, necesitamos primero vencer la pérdida de nuestro primer amor. La segunda cosa que necesitamos es seguir comiendo a Cristo como el árbol de la vida. En la carta a los Efesios el Señor dice: “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (Ap. 2:7b).
El Señor Jesús nos mandó que venciéramos el abandono del primer amor y que siguiéramos comiendo a Cristo como el árbol de la vida. Si le damos la preeminencia a Cristo en todas las cosas y le disfrutamos cada día como el árbol de la vida, seremos unos cristianos vencedores maravillosos. Cuando disfrutamos a Cristo como el árbol de la vida, tenemos el Paraíso de Dios. En Génesis, en el huerto de Edén, vemos por primera vez el árbol de la vida. El huerto de Edén era el Paraíso de Dios en ese tiempo. Hoy nuestro paraíso es la vida de iglesia.
He estado en la vida de iglesia por sesenta años, desde el año 1932, por lo tanto tengo mucha experiencia en la vida de iglesia. Si usted no le da la preeminencia al Señor ni le disfruta, aunque sea por un mes, la vida de iglesia se le convertirá en un lugar desagradable. Por supuesto, es posible que usted no lo diga, pero dentro de usted pensará que no hay nada bueno en la vida de iglesia. Entonces la iglesia ya no será un paraíso para usted. Pero cuando venza la pérdida del primer amor y siga comiendo a Cristo y disfrutando al Señor, inmediatamente la vida de iglesia llegará a ser un paraíso para usted. Así que, nuestro sentir y nuestra actitud hacia la iglesia depende de nuestra situación. Si le damos al Señor la preeminencia en todas las cosas y le disfrutamos como el árbol de la vida durante todo el día, inmediatamente la iglesia, no importa cuál sea su condición, llegará a ser un paraíso para nosotros. Esta es la razón por la cual el Señor dice que tenemos que comer del árbol de la vida, el cual está en medio del Paraíso de Dios.
Por supuesto, el paraíso de Dios en Apocalipsis 2:7 realmente se refiere a la Nueva Jerusalén en el reino milenario. Si disfrutamos al Señor en esta era, seremos recompensados con el árbol de la vida, que es Cristo mismo, en la Nueva Jerusalén como el Paraíso de Dios en el reino milenario. Necesitamos permanecer en el disfrute del suministro de vida de Cristo en la vida de iglesia actual para que seamos recompensados con el disfrute de Cristo como el árbol de la vida en el Paraíso de Dios, la Nueva Jerusalén, en el reino milenario. En la Nueva Jerusalén en su frescura como Paraíso de Dios, participaremos del pleno disfrute del rico suministro de la vida de Cristo, quien es la corporificación del Dios Triuno procesado y consumado.
Necesitamos vencer el abandono del primer amor, necesitamos seguir comiendo de Cristo como el árbol de la vida, y necesitamos resplandecer con la luz divina como candelero (Ap. 2:5b). El amor está relacionado con la vida, y la vida está relacionada con la luz. El amor, la vida y la luz son una trinidad. Si usted permite que Cristo sea el primero en todo, usted tendrá amor. Si usted tiene este amor, tendrá vida, y disfrutará al Señor. Y si usted tiene vida, esta vida llegará a ser luz para usted. La luz del candelero, la iglesia, resplandece de una manera corporativa en vez de una manera individual en la noche oscura de la era de la iglesia.
Si disfrutamos a Cristo como nuestro amor, nuestra vida y nuestra luz, guardaremos el testimonio de Jesús como el resplandor del candelero en nuestra localidad (Ap. 12:17b). Testificaremos de la persona de Cristo como Dios y como hombre y de Su vivir humano, Su crucifixión, Su resurrección, Su ascensión, Su descenso y Su segunda venida. El resplandor de la luz es un testimonio. En cada aspecto de nuestra vida diaria, debemos irradiar a Cristo. Este resplandor es el brillo del candelero.
Necesitamos recordar estas cuatro palabras: amor, vida, luz y candelero. La primera de estas cuatro es el amor. Debemos dar al Señor Jesús la preeminencia en todo aspecto y en todas las cosas a fin de recobrar el primer amor. Luego, le disfrutaremos como el árbol de la vida, y esta vida inmediatamente llegará a ser la luz de vida (Jn. 8:12). Entonces, brillaremos en nuestra vida diaria personal, y corporativamente como el candelero. De no ser así, el candelero será quitado de nosotros individualmente y de la iglesia corporativamente. El Señor le aconsejó a la iglesia en Efeso que se arrepintiera y que recobrara su primer amor para el disfrute de El. De otro modo, el candelero sería quitado de ellos. Necesitamos el amor, la vida, la luz y el candelero. Entonces seremos recompensados por el Señor con lo que somos y vivimos en El.
El principio que tenemos en la Biblia consiste en que nuestra recompensa siempre es lo que somos. Lo que somos llegará a ser nuestra recompensa. Si amamos a otros, nuestro amor por otros será una recompensa para nosotros. Si honramos a nuestros padres, tal honra será una recompensa para nosotros. Si no vivimos a Cristo ni actuamos en Cristo en la vida de iglesia, no tendremos ninguna recompensa en la vida de iglesia. En lugar de eso, debido a que no vivimos a Cristo, nos sentiremos amargados en contra de los ancianos y de todos los santos. Si vivimos a Cristo y nos comportamos según Cristo, este vivir y esta conducta llegarán a ser nuestra recompensa. Entonces seremos felices en la vida de iglesia. Si hoy tomamos a Cristo como lo primero en todo, tendremos amor, le disfrutaremos como vida, resplandeceremos con El como luz y llegaremos a ser el candelero brillante como el testimonio de Jesús. Finalmente, esto llegará a ser nuestra recompensa no sólo en esta era, sino también en la era venidera. En el reino milenario disfrutaremos a Cristo como nuestra recompensa en el Paraíso de Dios.
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