Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1446-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el versículo 26 el Señor dice: “Al que venza y guarde Mis obras hasta el fin, Yo le daré autoridad sobre las naciones”. Aquí vencer significa vencer el catolicismo. Los vencedores, los demás de Tiatira, no retienen la enseñanza de Jezabel (v. 24), no han conocido las profundidades de Satanás, retienen el testimonio del Señor hasta Su venida (v. 25) y guardan las obras del Señor hasta el fin (v. 26). La expresión “Mis obras” del versículo 26 se refiere a las cosas que el Señor ya cumplió y está cumpliendo, tales como Su crucifixión, resurrección, intercesión, etc., en contraste con las obras que hace la iglesia apóstata bajo la influencia de Satanás.
En el versículo 26 el Señor dice que al que venza, le dará autoridad sobre las naciones. Eso constituye una recompensa para los vencedores, la cual consiste en reinar con Cristo sobre las naciones en el reino milenario (20:4,6). Esta promesa del Señor deja claramente implícito que los que no respondan al llamado que El hace a vencer el cristianismo degradado, no tendrán parte en el reino milenario.
En el versículo 27 el Señor dice hablando del que venza: “Y las pastoreará con vara de hierro, y serán quebradas como vasijas de barro; como Yo también la he recibido de Mi Padre”. En el reino milenario, el que regirá será un pastor. En Salmos 2:9 Dios le dio a Cristo autoridad para regir sobre las naciones. Aquí Cristo da la misma autoridad a los vencedores.
Finalmente, en el versículo 28 el Señor hace otra promesa al que venza, diciendo: “Y le daré la estrella de la mañana”. En la primera venida de Cristo, los sabios vieron Su estrella, pero lo judíos religiosos no (Mt. 2:2, 9-10). En Su segunda venida, El será la estrella de la mañana para los vencedores, los que esperan Su venida. A los demás El aparecerá solamente como el sol (Mal. 4:2).
Una vez más, en el versículo 29, el Señor dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Todos los que están en la iglesia apóstata, la cual exige que se le escuche a ella en lugar de a Dios, necesitan oír más lo que dice el Espíritu. Si alguien escucha lo que dice el Espíritu, oirá la palabra viva del Señor, y negará todas las cosas que enseña la iglesia apóstata, y llegará a ser un vencedor que satisfará al Señor.
Al final de las primeras tres epístolas se menciona primero el oído para oír y luego el llamado a vencer. Al final de las últimas cuatro epístolas el orden se invierte. Esto demuestra que las primeras tres iglesias son un grupo, y las últimas cuatro son otro. En la Biblia el número siete se compone de seis más uno, por ejemplo, seis días más un día equivalen a una semana; o se compone de tres más cuatro, como en estos dos capítulos, en los cuales las siete iglesias están divididas en un grupo de tres y otro de cuatro. Seis más uno se ve en la vieja creación, mientras que tres más cuatro se ve en la nueva creación, la iglesia. Puesto que todas las cosas fueron creadas en seis días, el número seis representa la creación, especialmente el hombre, quien fue creado en el sexto día; y puesto que Dios usó un solo día para descansar, el séptimo día, como conclusión de los seis días, el número uno representa al único Creador. Por consiguiente, seis más uno significa que todas las cosas fueron creadas para Dios, para el cumplimiento de Su propósito. El único Creador, Dios, es triuno, simbolizado por el número tres. Puesto que la creación es representada ante Dios por los cuatro seres vivientes (4:6-9), el número cuatro representa a los seres vivos, especialmente al hombre. Por lo tanto, tres más cuatro significa que Dios es añadido al hombre creado, y que así Su propósito se cumple. La iglesia no solamente es la criatura, sino también la criatura con el Creador, quien es el Dios Triuno dispensado en ella. La iglesia es el verdadero número siete: el verdadero tres, el Dios Triuno, añadido al verdadero cuatro, el hombre creado. Por tanto, el número siete denota completamiento en el mover de Dios, primero en la vieja creación y luego en la nueva creación, la iglesia.
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