Información del libro

Estudio más profundo en cuanto a la impartición divina, Unpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7461-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 15 Sección 2 de 2

LA IMPARTICIÓN DIVINA
COMO PORCIÓN COMÚN
DE PARTE DE DIOS PARA LOS CREYENTES

Por medio de la impartición divina, el Cristo todo-inclusivo llega a ser la porción común de parte de Dios para los creyentes y, como tal, continuamente suministra a los creyentes las riquezas de Dios en Cristo. Podemos considerar esta afirmación como la descripción general de la impartición divina en 1 y 2 Corintios. Bajo esta descripción general, tenemos cinco asuntos que se refieren al Cristo todo-inclusivo como poder, sabiduría, justicia, santificación y redención de parte de Dios para los creyentes.

Cristo, Aquel que es todo-inclusivo, pertenece a todos los creyentes. Todos ellos participan de Él conjuntamente (1 Co. 1:2b). Él es nuestra porción, la cual Dios nos ha dado (Col. 1:12). Además, Él es la persona a quien Dios ha llamado a los creyentes. En 1 Corintios 1:9 se nos dice: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor”. Esto nos muestra que nosotros hemos participado de la unión con Jesucristo el Hijo de Dios, y que conjuntamente hemos participado en Su comunión. Dios nos ha llamado a esta comunión, a fin de que disfrutemos a Cristo como la porción que Dios ha impartido a nosotros, una porción que incluye el poder, la sabiduría, la justicia, la santificación y la redención. Estos cinco asuntos contienen la impartición rica y divina de Dios. Dios nos ha impartido a Cristo como estos cinco asuntos.

¿Quién es Cristo? Cristo es la corporificación del Dios Triuno. Por lo tanto, el que Dios nos dé a Cristo significa que Él mismo se da a nosotros. ¿En calidad de qué se da Él a nosotros? Decir que Él nos es dado como nuestro Salvador y Redentor es un entendimiento superficial. Decir que Él nos es dado como vida es un poco más profundo. En 1 Corintios 1 vemos que Dios nos ha dado a Cristo, es decir, que Él mismo se ha dado a nosotros, como nuestro poder, sabiduría, justicia, santificación y redención. Cada uno de estos cinco asuntos es sencillamente Cristo mismo. Cristo es el poder, sabiduría, justicia, santificación y redención que Dios nos ha dado. Esto no sólo se aplica al día en que fuimos regenerados, sino que a partir de entonces Cristo continuamente se nos da por parte de Dios. Esto es como la electricidad que está en la central eléctrica. Desde el día en que la casa terminó de ser construida y los cables de la electricidad fueron instalados, la electricidad ha estado siendo transmitida continuamente a la casa y se ha hecho disponible para que funcionen los diferentes electrodomésticos.

Desde la primera vez que invocamos, diciendo: “Oh Señor Jesús, creo en Ti; te recibo”, el Señor Jesús como electricidad celestial fue conectado a nosotros, y tuvo inicio la transmisión. Desde ese día en adelante, esta transmisión nunca ha cesado. En lo que a mí se refiere, en los pasados sesenta y cinco años, ha habido una transmisión continua de Dios a mi ser. Dentro de cada uno de nosotros, como personas regeneradas y salvas que somos, ocurre tal transmisión. Aunque a veces somos débiles, estamos en tinieblas e incluso pecamos y temporalmente somos cortados de la fuente, podemos ser perdonados y conectados cada vez que nos arrepentimos y confesamos nuestros pecados. La transmisión de Cristo entonces continúa, y nosotros podemos disfrutar a Cristo como nuestro poder, sabiduría, justicia, santificación y redención.

LA IMPARTICIÓN DIVINA COMO PODER
DE PARTE DE DIOS
PARA LOS CREYENTES

En 1 Corintios 1:24 se nos dice que el Cristo crucificado es el poder de Dios. Cristo como poder de Dios tiene un poder dinámico; Él fortalece a los creyentes, los abastece y sustenta en lo que ellos son y hacen. En todas nuestras circunstancias y condiciones, Cristo como poder de parte de Dios primero nos capacita para sufrir, en segundo lugar, nos capacita para llevar cargas, en tercer lugar, nos mantiene inconmovibles y, en cuarto lugar, nos capacita para estar firmes. Podemos comparar esto a las palabras de Pablo: “Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder” (Fil. 4:13). Cristo como poder de Dios diariamente nos abastece y sustenta mediante Su impartición divina.

LA IMPARTICIÓN DIVINA COMO SABIDURÍA
DE PARTE DE DIOS
PARA LOS CREYENTES

En 1 Corintios 1:24 también se nos dice que el Cristo crucificado es la sabiduría de Dios. A través de la encarnación y crucifixión de Cristo, Dios quitó los pecados del hombre y anuló a Satanás, quien corrompió al hombre, liberando así la vida divina y haciéndola disponible a todos los que creen en Él. Ésta es la sabiduría de Dios. Esta sabiduría está llena de consejo, brindándoles a los santos las estrategias. En la vida de iglesia hoy, mientras tengamos a Cristo como nuestra sabiduría de parte de Dios, todos los problemas dejarán de ser problemas.

LA IMPARTICIÓN DIVINA COMO JUSTICIA
DE PARTE DE DIOS PARA LOS CREYENTES

Cristo como justicia de parte de Dios para nosotros (v. 30) no sólo nos justifica con respecto a nuestras ofensas pasadas, sino también con respecto a nuestro vivir hoy. Nos capacita para ser rectos y justos con Dios, con los hombres y con todo lo demás en procedimiento y métodos. Cristo se imparte a nosotros de parte de Dios para ser nuestra vida, poder y sabiduría, de modo que podamos manifestar este vivir justo y ser rectos en cada palabra, obra y acción.

LA IMPARTICIÓN DIVINA COMO SANTIFICACIÓN
DE PARTE DE DIOS PARA LOS CREYENTES

Cristo como santificación de parte de Dios para nosotros (v. 30) no sólo nos santifica en cuanto a posición, sino también en nuestra manera de ser, a fin de que seamos apartados para Dios de todo lo común. Él es nuestro poder de santificación, y también es el factor de nuestra santificación. Por medio de Él, la impartición divina se transmite continuamente a nosotros, santificando todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo—, haciéndonos así santos, o sea, que estemos llenos del elemento divino para que podamos llevar una vida sobresaliente.

LA IMPARTICIÓN DIVINA COMO REDENCIÓN
DE PARTE DE DIOS PARA LOS CREYENTES

Por último, Cristo como redención de parte de Dios para nosotros (v. 30) transfigurará nuestro cuerpo mediante Su vida divina, a fin de que tengamos el cuerpo de Su gloria (Fil. 3:21). En este punto debemos comprender que todo lo que Dios glorifica tiene que haber sido redimido al pasar por el juicio de la cruz. Primero tenemos la redención y después la gloria. En un grado mayor o menor, cada uno de nosotros todavía está en la vieja creación y en la vida natural. Por esta razón, necesitamos recibir el juicio de la cruz a fin de recibir a Cristo como nuestra redención y ser hechos aptos para disfrutar la gloria de Dios. Esto no sólo se aplica al vivir de los creyentes hoy, sino también a la redención de sus cuerpos en el futuro, a fin de que todo su ser pueda entrar en la gloria de Dios y expresar dicha gloria y resplandor para siempre.

Hoy en la vida de iglesia, necesitamos que cada día el Cristo todo-inclusivo sea nuestro poder, sabiduría, justicia, santificación y redención. Todas las riquezas divinas de Cristo están impartiéndose continuamente a nosotros de parte de Dios. Cuanto más Él se imparte a nuestro ser, más aumenta el elemento divino en nosotros, de tal modo que finalmente todo nuestro ser será abastecido y sustentado por Él.

(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Kuching, Malasia el 31 de octubre de 1990).


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top