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Mensajes de la verdadpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6894-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 11 Sección 2 de 3

NECESITAMOS TENER UNA ESPESA CAPA DE ORO

Cada una de las tablas del tabernáculo medía diez codos de altura y un codo y medio de ancho; en otras palabras, medían unos cuatro metros y medio de largo por sesenta y nueve centímetros de ancho. Definitivamente se requería una gran cantidad de oro para recubrir una tabla de ese tamaño. Si la capa de oro hubiese sido demasiado delgada, no habría podido soportar el peso de la tabla. Preparar las tablas de madera no era demasiado difícil, pero recubrir estas tablas tan grandes era una tarea bastante difícil. Aun cuando todos nosotros somos las tablas, es posible que estemos revestidos de una capa finísima de oro. Es cierto que ya estamos en el Dios Triuno, pero probablemente no hayamos entrado profundamente en Él. En lugar de estar revestidos de oro, quizás apenas nos envuelva una finísima capa de oro, como en el caso de Babilonia la Grande mencionada en Apocalipsis 17. Si las tablas erguidas hubiesen estado apenas envueltas en una capa muy delgada de oro, no habría habido oro suficiente para los anillos que habían de soportar todo el peso de las tablas. A fin de que las cuarenta y ocho pesadas tablas se pudieran mantener juntas y unidas, todas ellas tenían que ser recubiertas con una espesa capa de oro.

Aunque el oro es glorioso y resplandeciente, es un material más bien blando. De igual manera, el Dios que une también es un poco “blando”. Si sólo tenemos un poco de Él, no tendremos la cantidad de oro suficiente que la unidad requiere. Nuestra experiencia lo demuestra. Supongamos que usted contacta al Señor temprano en la mañana y obtiene un poco de oro. Pero a la hora del desayuno cuando usted ve la expresión de desagrado en el rostro de su cónyuge, inmediatamente se ofende. La capa delgada de oro que lo cubría parece haber desaparecido. Sin embargo, si usted ha sido revestido de una gruesa capa de oro, no se ofenderá, por desagradable que sea la situación que tenga que afrontar. Nada podrá hacerle daño a esta espesa capa de oro. Aunque usted haya obtenido cierta cantidad de oro, es posible que dicha cantidad no sea suficiente para guardarlo en la unidad genuina.

NO PODEMOS SER UNO EN VIRTUD
DE NUESTRA HUMANIDAD

Ya dijimos que conforme a la tipología de las tablas erguidas del tabernáculo, nuestra unidad no estriba en la madera, sino en el oro. Años atrás, pensaba que si yo era humilde, amable, suave, gentil y manso, fácilmente podía ser uno con los demás. Pero con el tiempo aprendí que cuanto más humilde, amable, suave, gentil y manso era, más difícil era para mí ser uno con otros creyentes. La razón es que los que poseen estas características son también muy cuidadosos y hábiles para encontrar defectos en los demás, por lo cual suelen condenarlos. Pero los que son burdos y toscos no se molestan casi con los errores de los demás. Cada vez que estoy con personas que son muy cuidadosas, me siento observado, acusado y condenado. Sin embargo, esto no significa que por ello tengamos que volvernos personas toscas, puesto que tanto la mansedumbre como la tosquedad causan dificultades.

Yo antes pensaba que si el esposo como la esposa fueran mansos, llevarían una vida matrimonial feliz. Pero he aprendido por experiencia que no es así. Al parecer no importa si ambos son mansos o ambos son toscos, o si uno es manso y el otro es tosco. Toda pareja de casados tiene problemas. Muchas personas casadas comparan su matrimonio con el de otros. Esto muestra que en cierto modo se sienten insatisfechos con su matrimonio. Cuando yo hice este tipo de comparación en el pasado, descubrí que las demás personas casadas no se sentían más satisfechas que yo. Lo que quiero decirles es que en nuestra humanidad es imposible ser uno. En lugar de unidad, experimentamos fricción. El cuadro de las tablas en Éxodo 26 claramente nos muestra que la unidad de las tablas radicaba totalmente en el oro. Y este oro debe ser lo suficientemente grueso, espeso y fuerte para sostener una pesada tabla y mantenerla unida a las demás. ¡Cuán importante es que tengamos una buena capa de oro! Necesitamos tener suficiente oro para que sostenga el peso de la tabla.

CREER LO QUE PALABRA DE DIOS DICE
ACERCA DE LA UNIDAD GENUINA

No es fácil conseguir la suficiente cantidad de oro como para recubrir una tabla de madera de acacia de cuatro metros y medio de largo por sesenta y nueve centímetros de ancho. Hablando humanamente, esto es imposible. Asimismo, parece imposible que los santos sean verdaderamente uno; no obstante, el hecho de que el tabernáculo fue edificado en el desierto indica que, aunque esto es imposible para el hombre, para Dios ciertamente es posible. Las experiencias que he tenido en la vida de iglesia a lo largo de los años me han causado mucha desilusión y desánimo. El ánimo que poseo hoy no proviene de mis experiencias, sino de la Palabra. Nada de lo que está escrito en la Palabra de Dios es vano; tarde o temprano, todo lo que está escrito en la Palabra de Dios será cumplido por Él. Nada es imposible para Dios. Por consiguiente, debemos creer lo que la Palabra dice acerca de la unidad genuina. Creo firmemente que ha llegado el momento en que Dios verá la verdadera unidad entre nosotros en Su recobro.

Mi carga en este mensaje es mostrarles que la unidad genuina no proviene en absoluto de nuestra humanidad. No piensen que por el hecho de ser humildes o mansos, ustedes pueden ser uno con los demás. Indistintamente de si somos mansos o toscos, rápidos o lentos en nuestro proceder, orgullosos o humildes, cultos o incultos, a todos se nos dificulta tener la verdadera unidad. En nosotros mismos y por nosotros mismos y mediante nosotros mismos simplemente no podemos ser uno con los demás. De hecho, muchas veces no somos uno ni siquiera con nosotros mismos. Así pues, debo recalcar que la unidad depende del oro, no de la madera de acacia. Esto significa que la unidad en la iglesia no depende de nuestra humanidad, sino enteramente del Dios Triuno. En el pasado me preguntaba por qué el Señor, cuando oró por la unidad, nunca mencionó virtudes tales como la humildad, la mansedumbre y la bondad. En lugar de ello, habló principalmente de estar en el Dios Triuno. El concepto presentado en los versículos del 21 al 23 indica que la unidad se halla en el Dios Triuno. Esto revela que en nuestra humanidad no podemos experimentar la unidad, ya que ésta se experimenta únicamente en el Dios Triuno.


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