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Hombre espiritual, El (juego de 3 tomos)por Watchman Nee

ISBN: 978-0-7363-0699-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 19 de 42 Sección 2 de 5

LA INTUICION

El cuerpo tiene sus sentidos, y el espíritu los suyos. El espíritu mora en el cuerpo y tiene una relación muy cercana con él; pero es completamente diferente del cuerpo. Este posee varios sentidos, pero el hombre espiritual puede detectar lo que está más allá de sus sentidos físicos. Existen otros sentidos en la parte más profunda del ser de los creyentes; ahí pueden regocijarse, afligirse, temer, aprobar, condenar, determinar y discernir. Estos son los sentidos del espíritu, los cuales son diferentes a los sentidos del alma, los cuales, a su vez, se expresan por medio del cuerpo.

Los sentidos y las funciones del espíritu pueden verse en los siguientes versículos:

“El espíritu está dispuesto” (Mt. 26:41).

“Jesús, conociendo en Su espíritu” (Mr. 2:8).

“Y gimiendo profundamente en Su espíritu” (Mr. 8:12).

“Y mi espíritu ha exultado en Dios mi Salvador” (Lc. 1:47).

“Cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y con veracidad” (Jn. 4:23).

“Jesús ... se indignó en Su espíritu” (Jn. 11:33).

“Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu” (Jn. 13:21).

“Su espíritu fue provocado viendo la ciudad llena de ídolos” (Hch. 17:16).

“Este había sido instruido en el camino del Señor, y siendo ferviente de espíritu” (Hch. 18:25).

“Pablo se propuso en espíritu” (Hch. 19:21).

“Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén” (Hch. 20:22).

Fervientes en el espíritu” (Ro. 12:11).

“Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? (1 Co. 2:11).

Cantaré con el espíritu” (1 Co. 14:15).

“Si bendices con el espíritu” (1 Co. 14:16”

“No tuve reposo en mi espíritu” (2 Co. 2:13).

“Y teniendo el mismo espíritu de fe” (2 Co. 4:13).

“Espíritu de sabiduría y revelación” (Ef. 1:17).

“Vuestro amor en el Espíritu” (Col. 1:8).

Vemos, entonces, cuán sensible es el espíritu del hombre y cuán numerosas sus funciones. La Biblia no nos dice de qué modo siente el corazón del hombre, sino el modo en que siente y funciona su espíritu. Leamos cuidadosamente estos versículos para que podamos comprender que el espíritu humano posee todas esas funciones; también veremos que las funciones y los sentidos del espíritu humano son tan extensos como los del alma. Todo lo que pertenezca al alma, ya sean pensamientos, decisiones o sentimientos, también lo posee el espíritu. Esto nos muestra cuán importante es aprender a distinguir lo espiritual de lo anímico. Cuando el creyente experimenta la obra profunda de la cruz y del Espíritu Santo, gradualmente llega a experimentar y a conocer lo que es del alma y lo que es del espíritu.

Después de que el creyente emprende la senda espiritual, los sentidos y las funciones de su espíritu crecen y se desarrollan. Si el creyente no ha tenido la experiencia de que su espíritu se separe del alma y se une al Señor en un solo espíritu, es difícil que discierna los sentidos de su espíritu. Pero una vez que el poder del Espíritu Santo es derramado en su espíritu, y su hombre interior es fortalecido, su espíritu posee los sentidos y las funciones de un varón plenamente maduro. Sólo entonces puede comprender los diferentes sentidos de su espíritu.

El sentir del espíritu se llama intuición, ya que se presenta sin causa ni razón aparentes. Nuestros sentidos ordinarios son motivados por diferentes causas, que pueden ser personas, cosas o eventos. Estas cosas provocan ciertos sentimientos. Si hay algo que nos estimule positivamente, nos regocijamos; si encontramos adversidades, nos entristecemos. Todos estos sentimientos son reacciones a algo y, por ende, no pueden ser llamados intuición. Los sentidos del espíritu no provienen de ningún estímulo externo, sino directamente de nuestro ser interior.

El alma y el espíritu son muy similares, pero los creyentes no deben andar según el alma, o sea que no deben obedecer a sus pensamientos ni a sus sentimientos ni a sus preferencias, pues todo ello proviene del alma. Dios estableció que los creyentes anden según su espíritu, ya que todo lo demás proviene de la antigua creación y carece de valor espiritual. Pero, ¿cómo podemos andar según el espíritu? Andar de acuerdo al espíritu significa vivir en conformidad con la intuición del espíritu; porque ésta expresa tanto el pensamiento del espíritu como el de Dios.

Muchas veces intentamos hacer ciertas cosas y podemos tener muchas razones para hacerlas. Nuestro corazón puede desear algo, y con buenas intenciones; también nuestra voluntad puede decidir llevar a cabo las intenciones de nuestra mente y de nuestros deseos. Sin embargo, en lo más recóndito de nuestro ser, existe algo indescriptible, silencioso, insistente y escondido que pelea en contra de los pensamientos de nuestra mente, los deseos de nuestra emoción y las determinaciones de nuestra voluntad. Este sentimiento tan complejo parece decirnos que debemos evitar lo que estamos a punto de hacer. En otras ocasiones la experiencia puede variar. Tal vez comience en lo más interno de nuestro ser con el mismo sentimiento, indescriptible, silencioso, insistente y escondido que tuvimos antes y que nos urge, nos insta, nos mueve, o nos anima a hacer ciertas cosas que tal vez nos parezcan irracionales y contrarias a nuestros conceptos ordinarios; se oponen a lo que ordinariamente deseamos, preferimos, amamos y apreciamos, y nuestra voluntad preferiría no hacerlo.

¿Qué es este elemento tan distinto de nuestra mente, de nuestra parte emotiva y de nuestra voluntad? Es la intuición del espíritu, el cual expresa su pensamiento por medio de ella. Ahora podemos ver la diferencia entre la intuición y nuestros sentimientos. Con frecuencia, lo que deseamos hacer es diametralmente opuesto a lo que nos advierte la intuición interna y silenciosamente. La intuición también es completamente diferente a nuestra mente. Nuestra mente es racional, mientras que la intuición no está en ese ámbito y por lo general, se opone a la razón. El Espíritu Santo revela Sus propios pensamientos por conducto de la intuición del espíritu humano. Lo que normalmente consideramos un impulso o sugerencia del Espíritu no es más que la obra del Espíritu Santo en nuestro espíritu mostrándonos Su voluntad mediante la intuición. Ahora podemos distinguir entre lo que es del Espíritu Santo y lo que es de nosotros mismos, y también lo que es de Satanás. El Espíritu Santo reside en nuestro espíritu, y nuestro espíritu es el centro de nuestro ser, así que cuando el Espíritu Santo revela su voluntad por medio de nuestra intuición, lo hace por conducto de la parte más profunda de nuestro ser. La voluntad reside en la parte exterior de nuestro ser, igual que los pensamientos y los sentimientos. Cuando nos damos cuenta de que nuestras opiniones provienen de nuestra mente o de nuestra parte emotiva, es decir, el hombre exterior, sabemos que son nuestros propios pensamientos y no la acción del Espíritu Santo, ya que El opera desde nuestro interior. La misma distinción se puede aplicar a lo que proviene de Satanás (exceptuando la posesión demoníaca). Satanás no mora en el espíritu de los creyentes, sino en el mundo. “Mayor es [el Espíritu Santo] el que está en vosotros, que [Satanás] el que está en el mundo” (1 Jn. 4:4). Satanás sólo puede atacarnos desde fuera. Puede operar valiéndose de los placeres y las sensaciones del cuerpo o de la mente y las emociones del alma, ya que el cuerpo y el alma constituyen el hombre exterior. Es por ello que debemos ser muy cuidadosos a fin de discernir si nuestros sentimientos provienen de lo más profundo de nuestro ser o si provienen del hombre exterior.


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