Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4442-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Muchos cristianos tienen el concepto equivocado de que Dios desea morar en el cielo. Pero la Biblia revela que lo que Dios desea es morar en la tierra. Él no está satisfecho con Su morada celestial, sino que desea descender a la tierra. Tal vez usted ame el cielo, pero Dios ama la tierra. Es posible que usted quiera ir al cielo, pero Dios desea descender a la tierra. ¿Qué prefiere usted: el cielo o la tierra? Aunque la mayoría de cristianos ama mucho más el cielo que la tierra, Dios ama más la tierra que el cielo. Él no tiene ningún problema en el cielo, pero en la tierra tiene múltiples problemas. Dios anhela recobrar la tierra a fin de establecer allí Su morada.
Dios creó al hombre con el expreso propósito de recobrar la tierra a fin de obtener una morada en la tierra. La época de Abel, la época de Abraham, e incluso la época de Jacob no fueron la época adecuada para que Dios estableciera Su morada en la tierra. Así que Él tuvo que esperar hasta que la casa de Israel llegara a existir, fuese liberada de Egipto y luego llevada al monte de Sinaí. Fue entonces que Dios le dijo a la casa de Israel que le edificara una morada en la tierra.
El tabernáculo que los israelitas edificaron no sólo era un tipo de la iglesia, sino también un tipo de Cristo. Más aún, no sólo tipificaba al Cristo individual, sino al Cristo corporativo, al Cristo agrandado. Este tabernáculo era Cristo mismo agrandado para ser la morada de Dios sobre la tierra.
Cuando el tabernáculo finalmente fue edificado y erigido, fue lleno de la gloria de Dios. Éxodo 40:34 dice: “Entonces una nube cubrió la Tienda de Reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo”. Esto significa que el Dios de los cielos había venido a Su morada en la tierra. Este asunto es extremadamente significativo.
La intención de Dios es obtener una morada en la tierra. Esta morada es el agrandamiento de Cristo, un agrandamiento que nos incluye a todos nosotros. La morada de Dios no es una persona individual, sino que son todos los creyentes corporativamente. En tipología, todos los hijos de Israel eran una sola entidad. El número de los israelitas probablemente ascendía a más de dos millones. Aunque eran tan numerosos, todos ellos eran absolutamente uno, pues seguían siendo una sola casa. Este grupo de más de dos millones de personas erigieron un solo tabernáculo. Es difícil creer que entre este grupo tan grande de personas simplemente hubiera un solo tabernáculo. Es probable que muchos piensen que tendría muchos inconvenientes el que tantas personas se reunieran alrededor de este tabernáculo, y sugirieran que lo mejor sería tener varias docenas de tabernáculos, y que se asignara cierto número de personas a cada uno de estos tabernáculos. Por ejemplo, si hubiesen veinticuatro tabernáculos, habría que dividir al pueblo en veinticuatro secciones, una sección para cada tabernáculo. Éste probablemente habría sido el plan según la sabiduría humana. Los cristianos de hoy probablemente sugerirían que hubiese más de cien tabernáculos para responder a la necesidad de este número de personas.
Sin embargo, la economía de Dios es diferente de la sabiduría humana. Conforme a Su economía, hay un solo tabernáculo para más de dos millones de personas.
Además, este único tabernáculo no era muy grande; todo lo contrario, sólo medía treinta codos de largo y diez de ancho. En otras palabras, medía aproximadamente cuarenta y cinco pies de largo por quince pies de ancho. Si nosotros hubiésemos estado allí, probablemente habríamos sugerido que se hiciera mucho más grande, quizás de cinco mil pies de largo por cincuenta pies de ancho. Sin embargo, la iglesia debe tener el aspecto de un tabernáculo pequeño. Todas las personas deben acudir a este tabernáculo. Si usted no lo hace, no podrá reunirse con Dios ni escuchar Su hablar, porque la presencia de Dios y Su oráculo sólo se encuentran en este tabernáculo. Aparte de este tabernáculo, Dios no habla en ningún otro lugar.
En el libro de Éxodo vemos tanto a Cristo como también a la iglesia, el núcleo de este libro. Vemos a Cristo como el Ángel, como Moisés, como el Cordero, como el maná y como la roca de la cual fluye el agua viva. Cuando disfrutamos de este Cristo, finalmente llegamos a ser la casa de Dios, la morada de Dios en la tierra. La morada de Dios en la tierra no es muy grande; al contrario, es bastante pequeña. La característica sobresaliente del tabernáculo no es su grandeza, sino el hecho de que allí se encuentran la presencia y la gloria de Dios. En el tabernáculo se hallaban la gloria de Dios, Su hablar, Su luz y Su suministro de vida. Es preciso que veamos la diferencia entre la manera en que Dios hace las cosas y la manera en que el hombre las hace. El hombre siempre desea tener una apariencia grandiosa. Aunque el número de personas no sea significativo, al hombre le gusta construir una edificación grande para ellas. Dios procede de una manera diferente. Aunque el número de personas sea muy elevado —más de dos millones— Él sólo cuenta con un edificio pequeño.
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