Vencedores que Dios busca, Lospor Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0651-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Lectura bíblica: 2 R. 4:1-6; Mt. 5:6; Lc. 1:53
Los creyentes caen y no crecen delante de Dios porque: (1) No se conocen a sí mismos y (2) no conocen la plenitud del Señor. En la convención de Keswick, un hermano dijo que todos los fracasos de los creyentes se deben a estos dos problemas.
El único requisito para obtener la bendición de Dios, el crecimiento espiritual o la experiencia de la plenitud del Señor es estar vacíos. Tenemos que reconocer que estamos llenos, y debemos vaciarnos constantemente de lo que tenemos. Solamente quienes tienen hambre serán colmados de bienes (Lc. 1:53). La gracia espiritual de Dios solamente es dada a los hambrientos.
La secuencia de la obra que el Espíritu Santo realiza en nosotros es la siguiente: primero, crea un deseo en nuestro corazón para que ya no estemos satisfechos con nuestra vida actual. Cuando estamos satisfechos empezamos a retroceder, pero cuando no estamos conformes, progresamos. El Espíritu Santo primero nos vacía y luego nos llena. Dios nos vacía a fin de poder llenarnos, lo cual es su meta. Para vaciarnos, el Espíritu Santo nos pone contra la pared y nos conduce a un punto crítico. El Espíritu Santo dispone todas las dificultades para producir en nosotros una búsqueda profunda. La victoria que se obtuvo en Jericó no se puede aplicar para la batalla en Hai. No podemos aplicar la gran victoria que obtuvimos ayer ni siquiera a la más pequeña batalla de hoy. Las experiencias pasadas no pueden suplir la necesidad presente. Dios nunca nos pide que comamos el maná de ayer. ¡Gracias a Dios que tenemos crisis! Dios crea estas crisis en nuestras vidas por medio del Espíritu Santo. Nos permite fracasar cuando enfrentamos las crisis actuales con las experiencias pasadas, pues los fracasos producen una necesidad y un renovado deseo en nosotros. La fe nunca reproduce cosas del pasado. No podemos imitar las obras de fe de los creyentes del pasado; sólo podemos imitar su fe. Puesto que los discípulos vieron al Señor alimentar a los cinco mil con los cinco panes, y a los cuatro mil con los siete panes, deberían haber sabido que El podía alimentarlos aun si no hubiera ni un solo pan. Ellos no conocían al Señor de una manera profunda. Por eso dijeron: “Es porque no trajimos pan” (Mt. 16:7). Dios prepara las circunstancias para que podamos conocerlo más, nos podamos conocer más a nosotros mismos y podamos estar conscientes de la vanidad del yo, y nos permite fracasar para que veamos nuestro vacío y nuestra incapacidad. Dios ya anuló nuestra persona en la cruz.
En 2 Reyes 4:1-6 dice: “Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. El le dijo: Vé y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite”.
La mujer había quedado endeudada debido a la pobreza en que la había dejado su marido. Lo único que tenía era una vasija de aceite, el cual era un ingrediente básico. Fue esta vasija de aceite la que le permitió pagar sus deudas y proveyó para su subsistencia. Ella necesitaba vasijas vacías, y no pocas. Eliseo le dijo a la mujer que consiguiera vasijas vacías. Por causa de Adán nosotros nos empobrecimos. Pero alabado sea el Señor porque tenemos al Espíritu Santo. Lo que no tenemos es espacios que el Espíritu pueda llenar. No es que no podamos ser llenos, sino que carecemos de espacios vacíos en los que el Espíritu Santo pueda entrar. El Espíritu Santo solamente llenará espacios que estén vacíos. Para progresar espiritualmente debemos vaciarnos constantemente, a fin de ser llenos. No es posible vaciarse de una sola vez y luego ser lleno para siempre. Es necesario vaciarse continuamente para ser lleno de nuevo.
Uno tiene que relacionarse con el Espíritu Santo a solas, en un lugar secreto. Debemos dejar la carne afuera y encerrarnos con el Espíritu Santo. Cada vez que uno se enfrenta con problemas, tiene que ir al lugar secreto y presentar el asunto al Espíritu Santo. Cuando nos comunicamos con el Espíritu, nuestros problemas se resuelven.
El aceite cesó porque no había más vasijas vacías. Cuando ya no hay ningún vacío, el fluir cesa. Si el vacío es ilimitado, será lleno ilimitadamente. Esaú fue la primera persona que satisfizo su propio ser. Al final se volvió una persona vacía. Debemos verternos constantemente, y no una sola vez, para así ser continuamente llenos. Tenemos la responsabilidad de mantenernos vacíos, y el Espíritu Santo tiene la responsabilidad de llenarnos.
(23 de enero, por la mañana)
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