Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenespor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8420-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Señor no desea que seamos funcionarios en la iglesia o en la obra; más bien, desea que siempre suministremos vida, así como el aire siempre llena un contenedor. Tenemos que cambiar nuestro concepto, no ser complicados y suministrar vida. Si no tenemos la oportunidad de hablar en una reunión, de todas formas podemos suministrar vida mediante la oración. Ésta es la clase de espíritu que debemos tener en nuestro servicio. Nuestra situación se ha estancado. Cuando el servicio se entrega en manos de los hermanos responsables, queda restringido. Cuando la administración de una iglesia se entrega a los ancianos, la iglesia queda restringida. No deberíamos restringir los asuntos que se nos entregan, ni deberíamos luchar por recibir cosas. Sólo deberíamos esforzarnos por suministrar vida. Si sentimos carga por la obra con los jóvenes, deberíamos servirles diligentemente.
Por favor, perdónenme por hablar con franqueza. Cuando estoy en los Estados Unidos, no solamente sirvo a la iglesia en San Francisco y la iglesia en Los Ángeles. Sirvo a todas las iglesias en los Estados Unidos. Sin embargo, los hermanos en Taipéi sirven en un solo distrito y no pueden viajar. Según nuestra información, sólo hay quinientos o seiscientos santos que asisten a las reuniones con regularidad. Los hermanos deberían poder viajar. No estamos cambiando nuestra manera de proceder. Desde el principio de la obra repetidas veces exhortamos a los colaboradores que viajaran para perfeccionar a los santos en vez de reemplazar a los santos o servir a nombre de ellos.
Hemos obrado por muchos años, mas no tenemos a nadie que pueda continuar después de nosotros. Tenemos que cambiar nuestro concepto y prestar atención al asunto crucial de ministrar la palabra. No necesitamos dar mensajes inútiles; no deberíamos hablar acerca de amar a Dios hoy y negar el yo mañana en base a nuestros caprichos. Necesitamos la línea de la vida, y necesitamos considerar cómo progresar en la obra. Si no podemos producir un mensaje, deberíamos buscar material en nuestras publicaciones. No necesitamos dar mensajes bonitos. Necesitamos mensajes que satisfagan la necesidad actual y que sean un suministro. Todos los que sirven a tiempo completo deberían consagrarse para laborar en la palabra y estudiarla. Es una vergüenza que nosotros dediquemos nuestro tiempo sin rumbo fijo. Algunos colaboradores piensan que pueden lograr algo, pero no lo pueden hacer. Otros colaboradores permanecen dentro de su medida. Son obedientes, pero no han logrado nada. Si cierto distrito tiene cuatro hermanos que sirven a tiempo completo, pero ni suministran vida ni ministran la palabra, no llevan a cabo una obra apropiada. Con cuatro hermanos que sirvan a tiempo completo, muchas cosas pueden lograrse si son diligentes en ejercer su función. Ellos no deberían preocuparse por quién está a cargo, ni deberían interesarse por el sistema. Deberían obrar a fin de tener un resultado, y deberían utilizar cada oportunidad para suministrar vida. Todo su servicio debería ser viviente.
Además, no deberíamos tener situaciones complicadas. Debemos estar abiertos y buscar mejorar. Sólo cuando cambiemos nuestro concepto, nuestra manera de ser, nuestro modo de hacer las cosas y nuestro sistema, seremos librados. De otro modo, con nuestro concepto actual, nuestra manera de ser y la forma en que hacemos las cosas, la obra se ha estancado. No importa cuánto más hagamos, sólo podemos mantener nuestra situación, pues no conducimos a los santos a ejercer su función. Incluso si reclutamos algunos santos capaces, no sabemos cómo conducirlos a ejercer su función. Si cambiamos nuestro concepto, nuestra manera de ser y nuestra forma de hacer las cosas y, luego, llevar a los santos a ejercer su función, el número de santos aumentará, y quienes están en las reuniones también aumentarán. Algunos santos no están dispuestos a venir a las reuniones, pero si cambiamos la manera en que hacemos las cosas, tendrán el deseo de venir a las reuniones.
No deberíamos servir como si fuésemos funcionarios del gobierno. Los ancianos no ocupan la posición más alta en la iglesia; más bien, son siervos. Que el Señor tenga misericordia de nosotros. Los ancianos tienen que dedicarse a servir hasta que se realice la alimentación y el pastoreo en la iglesia. Los ancianos han dedicado suficiente tiempo a los asuntos administrativos de la iglesia, pero los santos no están recibiendo suministro ni educación. Esto podría compararse a unos padres que consideran cómo limpiar y remodelar su casa pero que no proveen alimento para sus hijos. No hay necesidad alguna de prestar tanta atención a “limpiar nuestro hogar”; más bien, deberíamos considerar cómo alimentar a nuestros hijos para que puedan progresar de una buena manera. Ésta es nuestra urgente necesidad. Los ancianos muchas veces pasan horas discutiendo los asuntos administrativos de la iglesia, pero sólo mencionan brevemente los asuntos relacionados con la visitación, el pastoreo, el cuidado y el suministro de vida. Esto también aplica a los colaboradores. Su servicio tiende a ser una rutina. Nuestro servicio tiene que ser viviente. En las reuniones no deberíamos seguir la vieja manera de proceder; debemos ser guiados por el Espíritu Santo. El Señor puede utilizar a cualquier santo para vivificar una reunión. Por tanto, no es necesario que los colaboradores hagan tantos arreglos. Muchas veces cuando los colaboradores intentan guiar la reunión, matan la reunión. Los santos no necesitan arreglos a fin de ser vivificados.
Si la reunión de jóvenes la dirigen los jóvenes y no los colaboradores, los jóvenes estarán dispuestos a asistir a la reunión, y aun si no saben cómo tener la reunión, aprenderán. El servicio de los colaboradores no debe reemplazar a los jóvenes. Los colaboradores tienen que permitir que los jóvenes sirvan. Ni siquiera estimule a los jóvenes. Los colaboradores no deberían conservar cosas en sus manos, porque esto hace que los santos jóvenes sean pasivos. Incluso si los santos jóvenes les piden ayuda a los colaboradores, los colaboradores de todos modos no deben reemplazar a los santos. Los colaboradores tienen que insistir en que los santos jóvenes sirvan.
Los colaboradores, los ancianos y los hermanos responsables no deberían intentar hacerlo todo, sino que más bien deberían llevar a los santos a ejercer su función. Llevar a los santos a ejercer su función es el principio básico de nuestro servicio. Cada santo que asiste a la reunión es útil, y tenemos que perfeccionarlo. Un colaborador que sabe cómo obrar visitaría a los santos que no están en las reuniones. Al menos la mitad de los santos que están en las reuniones tienen que empezar a ejercer su función.
Deberíamos ser prácticos y hacer una lista de los servicios en el distrito. Entonces podemos tener comunión con los hermanos responsables para averiguar quiénes de entre los santos pueden llevar una responsabilidad. Después podemos hacer un arreglo para que los distintos servicios sean dados a los santos. Los detalles relacionados con los servicios deberían ser decididos por los santos que se responsabilizan por el servicio. Por ejemplo, a dos hermanos y unas pocas hermanas se les podría dar la responsabilidad de la hospitalidad. Se harán responsables de hallar otros santos para que ayuden en la asignación de las habitaciones y las camas, y en la limpieza. Esta forma de delegar es muy sencilla y es fácil de llevar a cabo. Los ancianos necesitan solamente ejercitarse en vigilarlo y asegurarse de que se lleven a cabo los servicios apropiadamente. Si un santo no es minucioso, los ancianos no necesitan intervenir personalmente. Pueden dejar que los hermanos responsables se ocupen de la situación. Cuando la iglesia en Los Ángeles recibió a más de cien santos que visitaban de otros lugares, cuatro hermanos eran responsables de servir los alimentos. Los hermanos les pidieron a varios santos que se ocuparan de diversas tareas, tales como obtener sillas y mesas, preparar platos y tazones, planificar los menús y hacer compras. Todos los santos que estaban disponibles fueron utilizados. Los santos que eran responsables de hacer los arreglos de alojamiento buscaron a otros santos que les ayudaran. Esta manera de hacer las cosas es muy fácil. Los ancianos no se involucraron en ninguno de los servicios, mas todo se llevó a cabo apropiadamente. En todos los distritos en Taipéi, hay una abundancia de santos útiles. Los ancianos deberían entregar todos los servicios a ellos y supervisar a distancia.
Los ancianos deberían pasar la mayor parte de su tiempo pastoreando y suministrando vida a los santos. Los colaboradores deberían tener tiempo para propagar la obra y deberían estudiar para ministrar la palabra. No podemos permitir que los santos vengan a las reuniones semana tras semana sin recibir ningún suministro en la palabra. Los colaboradores deberían estudiar los mensajes que hemos liberado y coordinar unos con otros para ministrar la palabra con miras a dar un suministro a los santos. Esto es lo que se practica en varias iglesias en los Estados Unidos. En cada reunión siempre se suministra la palabra de vida. Esto es fácil de hacer. Por tanto, los colaboradores y los ancianos deberían soltar las otras cosas. No deberían conservar nada en sus manos.
Además, los colaboradores y los ancianos no deben ser rígidos en su práctica. No importa de qué manera los santos se formen en grupos pequeños. Somos demasiado rígidos y regulados, y dependemos de métodos y arreglos. Tenemos que derribar estas cosas. Debemos permitir que los santos tengan la oportunidad de servir. Los ancianos sólo deberían vigilar a una distancia. Los colaboradores deberían aprovechar la oportunidad para suministrar la palabra. Deberían seguir la dirección del Espíritu Santo para liberar una palabra viviente. Si una iglesia local no tiene un colaborador, los ancianos deberían hacer todo lo posible por satisfacer la necesidad que existe en cuanto a la palabra. De otra forma, las reuniones serán pobres y los santos se morirán de hambre. En pocas palabras, los ancianos deberían vigilar, y los colaboradores, junto con los ancianos, deberían hacer todo lo posible por brindar un suministro en la palabra y mantener la línea de la vida.
Hay dos líneas en el suministro de la palabra. Una línea consiste en llevar a los creyentes nuevos desde conocer la regeneración hasta conocer la vida que mora en su interior y, luego, en llevarlos a seguir el sentir de vida; es decir, consiste en avivar a los nuevos paso a paso. La otra línea tiene que ver con la dirección de la iglesia local. Esta línea podría compararse a sonar una trompeta. Que la iglesia avance depende del suministro y la dirección que recibe por medio de la palabra. Sin embargo, a fin de que la palabra salga, no puede haber sólo unos pocos santos que ejerzan su función; todos los santos necesitan ejercer su función. Depender de las regulaciones y los métodos, y no hacer nada sin ser dirigidos nos impedirá seguir el espíritu mezclado y no permitirá que la vida divina crezca.
Tenemos que hacer todo lo posible por permitir que todos los santos sirvan. De otra forma, somos viejas gallinas que ocupan el gallinero, pero que no ponen huevos. Nuestro método y nuestra manera de ser nos han traído a un estancamiento, a un punto en el cual hemos alcanzado nuestra capacidad. A menos que cambiemos nuestra manera de ser y nuestra práctica, no podremos avanzar y no podremos extendernos; permaneceremos en nuestra situación actual.
Las hermanas jóvenes pueden predicar el evangelio a sus compañeras de clase y llevarlas a la salvación. Esto es muy sencillo. Nunca deberíamos pensar que sólo ciertos santos calificados pueden involucrarse en el evangelio y que sólo unos pocos son aptos. Las hermanas jóvenes pueden ir delante del Señor, orando desesperadamente. Ellas pueden ayunar y orar por su clase. Cuando dos compañeras de clase sean salvas, las hermanas pueden comenzar a reunirse con ellas. En aquel momento los colaboradores deberían aprovechar la oportunidad para ministrar vida a las hermanas. Gradualmente, el número de nuevos que se reúnen con las hermanas aumentará. Nuestra manera actual de servir es mecánica debido a que no lo hacemos de todo corazón. Tenemos que vivificar a los santos. Si el Señor le da a un hermano la carga de guiar a unos cuantos estudiantes de escuela intermedia, debería orar por ellos desesperadamente hasta que ellos estén fervientes. Como resultado, cada uno de los estudiantes llevará al menos a un compañero de clase a la salvación, y habrá un aumento de un cien por ciento. Aunque el hermano sirve a unos pocos estudiantes de escuela intermedia, suministra vida a la reunión del día del Señor y, por tanto, incluso a la reunión de jóvenes. Él también necesita ir a distintos distritos para tomar cuidado de distintas necesidades. Ésta debería ser la manera en que obramos. Es muy sencilla.
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