Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0428-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Tengo la carga de que todos seamos movidos a ir y a predicar el evangelio, pero a fin de que prediquemos el evangelio en una forma efectiva, necesitamos adiestrarnos en ciertos puntos prácticos para el cumplimiento del sacerdocio del evangelio. Quizá algunos digan que ellos no saben cómo predicar el evangelio. Si éste es el sentir que tenemos, debemos salir de todos modos a predicar el evangelio. ¡No debemos esperar! Tal vez muchos de nosotros estemos animados con esto. Si hemos visto la necesidad que tenemos de predicar el evangelio y tenemos la carga, debemos orar y tener comunión con algunos a nuestro alrededor. Quizá ellos tengan la misma carga. Entonces podemos ir. No hay nada malo en que vayamos. No tenemos que esperar que los ancianos hagan algo. Es más, los ancianos no tienen que esperar que alguien más haga algo. Todo aquel que tenga la carga debe simplemente ir a predicar el evangelio.
Un hermano dio un testimonio en cuanto a cómo laboraba su abuelo visitando a la gente por causa de Cristo. Su abuelo trabajaba en una panadería en Alemania. El empezaba a trabajar a las cuatro de la mañana, y trabajaba más de diez horas al día. Al regresar a casa, se bañaba y se arreglaba, tomaba su Biblia y se iba a visitar a la gente. Hacía esto casi todos los días. Iba a los incrédulos y a los creyentes. Tal era su costumbre. Por medio de salir a visitar gente, él ayudaba a un gran número de santos cada año. Yo pienso que sin duda, algunas personas fueron salvas por medio del contacto que él tuvo con ellos.
Si usted puede ganar una persona cada año, ¡eso sería maravilloso! En la predicación del evangelio, tenemos que ser como los agricultores. Todos los agricultores saben cómo confiar en Dios. Ellos tienen que trabajar paciente y persistentemente, pero no importa qué tanto trabajen, sin la bendición de Dios, una sola tormenta puede destruir toda su labor. Tenemos que salir a visitar a la gente como si furéamos agricultores. Debemos laborar con paciencia y poner toda nuestra confianza en Dios.
No necesitamos esperar a nadie. Debemos simplemente ir. Puede que algunos santos digan: “Predicar el evangelio es bueno, pero no creo que yo deba ir”. Tal vez no lo digan públicamente, pero en lo profundo de su ser tienen ese sentimiento. De ahí que no debemos esperar a otros. Si decidimos esperar a otros, el cielo y la tierra podrían pasar sin que ellos tomaran la carga de predicar el evangelio. No debemos esperar; más bien, deberíamos unirnos con dos o tres hermanos a nuestro alrededor. Sería bueno tomar a uno joven y a uno viejo para que vayan con nosotros.
¿A dónde iremos? ¡Podemos ir a cualquier parte! Podemos ir a visitar a la gente por medio de tocar a sus puertas. Esto de “tocar a las puertas” es salir nosotros por fe. Si ganamos a uno en un período de un año, estaría muy bien. En toda la historia es difícil hallar una iglesia que haya crecido a un ritmo del treinta por ciento anual. Pero si cada uno de nosotros ganáramos uno cada tres años, la iglesia en que estemos tendría un aumento del treinta y tres por ciento anual. Si seguimos yendo a las puertas de la gente por tres años, creo que ganaríamos por lo menos una persona. En vez de razonarlo, deberíamos simplemente ir a predicar el evangelio.
Sería bueno que le diéramos al Señor dos tardes o dos noches a la semana. Es perfectamente posible hacer eso, especialmente en este país. Muchos de nosotros no tenemos que trabajar el sábado ni el día del Señor. Podemos ofrecer parte de estos dos días al Señor. Además, los otros días de la semana tal vez trabajamos ocho horas diarias, lo cual nos deja tiempo libre en las noches. Si le damos al Señor dos noches de la semana dedicándolas a visitar gente, tendremos todavía cinco noches para otros asuntos. Debemos salir cada semana con regularidad y consistencia. Esta salida nuestra no es para nuestro placer sino para el de El. Puede que sea un sufrimiento para nosotros, pero será un placer para El. Si estamos desesperados por vivir de esta manera, traeremos a algunas personas al Señor. Quizá no ganemos a nadie la primera semana, pero en las siguientes al menos uno será traído al Señor.
No tenemos que tratar de ganar muchos. Lo mejor es no tratar de bautizar a más personas de las que podemos cuidar adecuadamente. Todos conocemos el principio que Dios puso en la naturaleza. Se requiere nueve meses para engendrar un niño. Una madre sólo puede tener un parto en un año. Por lo tanto, debemos brindar el mejor cuidado a aquel que hemos bautizado. Esto es más provechoso que tener una gran cantidad de bautismos, si no tenemos la manera apropiada de cuidarlos.
En un cierto período de tiempo, quizá dos o tres semanas, o aun dos meses, veremos dos o tres bautizados. Entonces debemos dedicarles tiempo, cuidándolos como a nuestros niños. Debemos darles de comer, nutrirlos y cuidarlos con ternura. Cuidarlos con ternura los hará felices. Tal vez necesitemos cuidarlos por uno o dos años. Entonces ellos crecerán. Produciremos fruto, y nuestro fruto permanecerá. Llevar fruto que permanezca es una labor a largo plazo. No depende del azar, sino de la diligencia, la paciencia, la persistencia, la fe, la oración y el esfuerzo. Si amamos al Señor y deseamos vivir para Su reino, iremos con persistencia y regularidad a predicar el evangelio y a cuidar de los nuevos que ganemos.
Desde el mismo comienzo del recobro del Señor en la China continental, el hermano Nee predicaba el evangelio mucho. El era un estudiante en una pequeña universidad que tenía unos quinientos estudiantes. Después de que él empezó a ver el recobro, la primera cosa que hizo fue predicar el evangelio. El le predicaba a todo el mundo, y su predicación llegó a todos los estudiantes. Luego después de que yo vine al recobro nosotros solíamos ir por las noches a las calles a predicar. Mucha gente fue traída. Al comienzo del recobro, la predicación era muy elevada y muy prevaleciente.
Cuando fuimos a Taipei, imprimimos suficientes folletos para cada ciudadano en Taipei. Después imprimimos carteles evangelísticos con grandes caracteres y los fijamos en la estación del tren, en las paradas de los autobuses, en las esquinas, en fin, en todos los sitios clave. Los carteles tenían frases como “Dios ama al mundo” y “Cree en Cristo”. Formábamos equipos evangelísticos. Cada día del Señor por la tarde, íbamos a un parque en Taipei que tenía un área con unos tres mil asientos. Cada día del Señor por la tarde llenábamos ese lugar y recopilábamos más de cuatrocientos nombres. El siguiente día, el lunes, por la noche los santos nos reuníamos y clasificábamos la información de dichos nombres según la dirección. Luego, distribuíamos esos nombres entre los santos para que éstos pudieran cuidar de ellos. Centenares de personas fueron salvas en este esfuerzo, y muchos de ellos hoy en día son ancianos de las iglesias. Algunos de ellos en la actualidad hasta tienen nietos en la vida de la iglesia. En los últimos años hemos estado demasiado callados. En aquellos días en la vida de la iglesia, sacudimos toda la ciudad con el evangelio. Con el tiempo, todos en Taipei sabían que había un grupo predicando el evangelio.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.