Estudio-vida de los Salmospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0265-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el primer mensaje vimos que Filipenses es un libro que habla sobre la experiencia que tenemos de Cristo. El capítulo 1 revela que la manera de experimentar a Cristo es que nos mantengamos en la comunión en el evangelio mediante la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Si hemos de permanecer en la comunión en el evangelio por la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, necesitamos estar en un mismo espíritu y ser unánimes. En Filipenses el punto especial en cuanto a la experiencia que tenemos de Cristo es el asunto de tener una sola alma. Estar unidos en el alma no sólo nos permite experimentar a Cristo, sino, más que eso, nos permite disfrutarle. Nuestra experiencia de Cristo debe incluir el hecho de disfrutarle. Por ejemplo, los niños pueden comer si se los amenaza con un castigo; sin embargo, es posible que no disfruten lo que están comiendo. Asimismo, si nosotros simplemente estamos en un mismo espíritu, es posible que experimentemos a Cristo pero no le disfrutemos. Si queremos experimentar a Cristo y disfrutarle, es necesario estar en un mismo espíritu y ser unánimes.
Según la Biblia, el alma nos permite disfrutar. A fin de disfrutar algo, necesitamos tener deseos, afectos y sentimientos. Cuanto más emotivos seamos, más anhelaremos hallar disfrute. El disfrute está relacionado principalmente con el alma. Si hemos de disfrutar a Cristo, necesitamos tener un alma apropiada, un alma que esté en unidad con las almas de los demás santos. Debemos preguntarnos si entre nosotros hay muchas almas que difieren entre sí o si todos tenemos una sola alma.
Cada alma tiene su propia opinión. Si en cierto lugar hay quinientas almas, entonces habrá quinientas opiniones. No obstante, si todos tenemos diferentes opiniones, perderemos nuestro disfrute. Por ejemplo, si todos en una familia tienen la misma opinión, esa familia disfrutará de un tiempo maravilloso. Pero si el padre, la madre y los niños tienen opiniones diferentes, no habrá disfrute en esa familia. Cuando todos tengamos una misma opinión, la situación entre nosotros será celestial.
Si no tuviéramos opiniones, no seríamos humanos. Los seres humanos estamos llenos de opiniones. En realidad, la palabra opinión no es un término negativo. En la Biblia, el ser humano no es llamado un espíritu ni un cuerpo, sino un alma. Por ejemplo, la Biblia dice que setenta almas de la familia de Jacob descendieron a Egipto (Gn. 46:27). Además, el Nuevo Testamento dice que se añadieron tres mil almas (Hch. 2:41). Por consiguiente, una persona es un alma; y el elemento básico del alma es la opinión. Por lo tanto, si usted no tuviera opiniones, no sería un alma. La personalidad más fuerte es la que tiene las opiniones más firmes. Por las opiniones que expresa una persona, uno puede darse cuenta de cuán fuerte es ella psicológicamente.
De entre todas las iglesias del Nuevo Testamento, la mejor de todas era la iglesia en Filipos. Esta iglesia estaba muy bien establecida, pues allí había un buen orden. Al principio de su Epístola a los Filipenses, Pablo se dirigió a los santos, a los que vigilan y a los diáconos. Esto muestra que la iglesia en Filipos había sido bien establecida. Los ancianos no eran simplemente ancianos, sino aquellos que vigilan. Todos los santos en la iglesia eran fervientes por el evangelio y por los intereses del Señor. Además, los que estaban en esta iglesia atendían las necesidades del apóstol Pablo. La iglesia en Filipos era muy diferente a la iglesia en Corinto, en la cual había mucho desorden, pleitos, fornicaciones y debates en cuanto a ciertas doctrinas, la mesa del Señor y los dones espirituales. Sin embargo, en Filipos todo era muy positivo. ¿Por qué entonces fue escrito este libro? Pablo escribió este libro porque los filipenses no eran uno en el modo de pensar; al contrario, había discordias entre ellos. En otras palabras, ellos no eran uno en el alma. Como hemos visto, ellos no se amaban con el mismo amor. Por este motivo, Pablo los animó a que tuvieran el mismo amor. Con relación a ciertos hermanos y hermanas el amor de ellos era muy cálido; pero con respecto a otros, su amor era muy frío. Podemos identificarnos con el apóstol Pablo porque hoy en día entre nosotros también hay diferentes niveles de amor, es decir, no amamos con el mismo amor. Los filipenses tenían problemas tanto con respecto a su mente como a su parte emotiva. Fue debido a estos problemas que se escribió la Epístola a los Filipenses.
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