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Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7126-1
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Los dos cuadros que se hallan al comienzo
y al final de la Biblia

Todos los sesenta y seis libros de la Biblia tratan acerca de la vida. Desde el comienzo de Génesis 2 la vida es revelada. Esto nos muestra de quién procede la vida, por medio de quién pasa y en quién entra. La vida proviene de Dios, pasa por medio de Cristo y el Espíritu Santo, y entra en nosotros para ser nuestra vida. El relato al final de Apocalipsis también trata acerca de la vida. Los cuadros que vemos al comienzo de Génesis y al final de Apocalipsis también se centran en la vida. ¿Cuál es la diferencia entre estos dos cuadros? En el primero la vida creada fue puesta en frente de la vida increada, de modo que la primera vida pudiera recibir la segunda. En otras palabras, las dos vidas no tenían ninguna relación. Pero en el segundo cuadro, la vida creada ha recibido la vida increada, y la vida increada ha llegado a ser el disfrute de la vida creada; por lo tanto, las dos vidas han llegado a ser una sola entidad.

La vida es el medio por el cual
se efectúa la mezcla de Dios y el hombre

En el primer cuadro las dos vidas están separadas e incluso son opuestas la una de la otra. Pero en el segundo cuadro las dos han llegado a ser una sola; la vida increada se ha mezclado con la vida creada. El hombre representa la vida creada, y Dios representa la vida increada. Por lo tanto, la mezcla de la vida creada con la vida increada es la mezcla del hombre y Dios. Al comienzo de Génesis, Dios era Dios, y el hombre era el hombre. Los dos estaban separados; no estaban mezclados. Sin embargo, al final de Apocalipsis, Dios y el hombre, y el hombre y Dios, están mezclados el uno en el otro.

¿Cómo pueden Dios y el hombre estar mezclados? ¿Cómo puede Dios mezclarse con el hombre? La mezcla de Dios y el hombre es una mezcla en términos de la vida; Dios se mezcla con el hombre mediante la vida. El hombre es una vida creada, y Dios es la vida increada. La mezcla de estas dos vidas es la mezcla de Dios y el hombre. Pero ¿cómo pueden mezclarse estas dos vidas? ¿Cómo puede el hombre mezclarse con Dios? A fin de mezclarse con Dios, el hombre tiene que recibir la vida de Dios. A menos que el hombre reciba la vida de Dios, no podrá mezclarse con Dios. Por lo tanto, la mezcla de Dios y el hombre se efectúa completamente por la vida y mediante ella.

DIOS VIENE PARA SER VIDA PARA EL HOMBRE

Ya vimos que la meta central de Dios en el universo es la vida. Ahora necesitamos ver cómo Dios vino para ser la vida del hombre y para mezclarse con él. La atención de Dios se centra en la vida, la cual es nada menos que Dios mismo. Por lo tanto, el hecho de que Dios tome la vida como centro del universo significa que Él se toma a Sí mismo como el centro del universo. El hecho de que Él deposite Su vida en el hombre significa que Él desea depositarse a Sí mismo en el hombre. Igualmente, el hecho de que Él desee que el hombre reciba la vida significa que desea que el hombre le reciba a Él. Cuando la vida entra en el hombre, Dios entra en él. Nunca diríamos que Dios es Dios, que la vida es la vida, y que Dios y la vida son dos cosas aparte la una de la otra. En realidad, Dios es vida, y la vida es Dios; los dos no pueden separarse. Si separamos la vida de Dios, entonces la vida dejaría de ser la vida. La vida no sólo está en Dios, sino que es Dios mismo. Es por ello que el salmo 36 dice que la vida está en Dios y que la fuente de la vida está con Dios.

En el Antiguo Testamento vemos la vida, pero no podemos ver fácilmente lo que es la vida. Es sólo cuando llegamos al Nuevo Testamento que vemos que la vida es Dios mismo. El Cristo encarnado es, por un lado, Dios y, por otro, la vida. Cristo es Dios y Cristo es vida; por lo tanto, Dios es vida. Además, sabemos con toda seguridad que Dios se hizo carne para que nosotros le recibiésemos como vida. En Su encarnación Él dijo: “Yo he venido para que tengan vida” (Jn. 10:10). La vida que está en nosotros es Dios mismo. Dios se hizo carne a fin de que el hombre pudiese recibirle como vida. Él dijo que era el pan vivo que descendió del cielo (6:51); esto significa que Dios se hizo hombre y vino para estar entre los hombres porque desea ser el pan vivo, a fin de que los hombres le reciban como su vida.

La vida es Dios mismo

Nosotros acostumbramos decir que hemos recibido la vida de Dios, pero, de hecho, la Biblia raras veces usa la expresión la vida de Dios y casi nunca dice que Dios desea que nosotros recibamos Su vida. En lugar de ello, la Biblia afirma que Dios es vida. Por ejemplo, en Juan 11:25, el Señor dijo: “Yo soy [...] la vida”, y Colosenses 3:4 dice: “Cristo, nuestra vida”. A menudo nosotros decimos que hemos recibido la vida de Dios, pero hablando con propiedad, no hemos recibido la vida de Dios, sino a Dios mismo como nuestra vida. Nosotros recibimos la vida biológica de nuestro padre, pero no podemos decir que nuestro padre sea nuestra vida. Sin embargo, con respecto a nuestra vida espiritual, no sólo hemos recibido la vida divina de parte de Dios, sino que además hemos recibido a Dios mismo como nuestra vida, porque la vida de Dios no puede separarse de Dios mismo. La vida de Dios es Dios mismo; es imposible que Dios nos dé Su vida sin entrar en nosotros. A fin de recibir la vida de Dios, nosotros tenemos que recibir a Dios mismo. Puesto que la vida es Dios, es imposible que recibamos solamente la vida de Dios, sin recibir a Dios mismo.

El Padre, el Hijo y el Espíritu son vida

Sin embargo, la manifestación de la vida no es tan sencilla. En primer lugar, esta vida existe desde la eternidad, desde el principio. En 1 Juan 1:1 se nos dice: “Lo que era desde el principio [...] tocante a la [...] vida”; esta vida estaba en la eternidad pasada sin principio. Esta vida estaba en el principio y es llamada el Padre. Por lo tanto, el Padre es el origen. En cierto momento Él se manifestó, y esta vida fue vista en el Hijo. Por lo tanto, el Hijo es la expresión.

Cuando el Hijo se manifestó, claramente dijo: “Yo soy [...] la vida” y “Yo he venido para que tengan vida”. Luego Pablo dice: “Cristo, nuestra vida”; el Hijo es nuestra vida. Juan continuó diciendo respecto al Hijo: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Jn. 5:12). Esto significa que el Hijo es la vida expresada, pero la historia de esta vida no termina ahí. El Hijo pasó por el vivir humano en la tierra y finalmente murió en la cruz; y tres días después resucitó de los muertos y llegó a ser el Espíritu. Ahora, esta vida puede ser vista en el Espíritu. Esta vida está en el Espíritu.

Según Romanos 8:2, después de la resurrección del Señor Jesús, el Espíritu es llamado el Espíritu de vida, lo cual demuestra que la vida está en el Espíritu y que el Espíritu es vida; por lo tanto, el Espíritu es llamado el Espíritu de vida. Juan 7:38 dice: “El que cree en Mí [...] de su interior correrán ríos de agua viva”. Los ríos de agua viva son vida. Luego el siguiente versículo dice a continuación: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él” (v. 39). Los ríos de agua viva en realidad denotan la vida del Hijo; esto lo demuestra Juan 4:14, donde el Señor explícitamente dijo que el agua que Él daría a los que le recibieran llegaría a ser una fuente en ellos. Luego en el capítulo 7, Él dijo que el agua viva se refería al “Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado” (v. 39). La glorificación se refiere a la resurrección de Jesús.

En aquel tiempo, debido a que Jesús todavía no había resucitado, aún no había el Espíritu; sin embargo, cuando Jesús fue resucitado, el Espíritu vino. El Espíritu es el agua viva como vida en los que creen en el Señor Jesús. Cuando juntamos los capítulos 4 y 7 de Juan con Romanos 8, vemos que después de la resurrección del Señor Jesús, el Espíritu es vida. Por consiguiente, la vida es Dios mismo. En la eternidad pasada la vida podía ser vista en el Padre; cuando Él se manifestó entre los hombres, la vida pudo ser vista en el Hijo; y después que Él pasó por la muerte y la resurrección, la vida ahora puede ser vista en el Espíritu. Por lo tanto, la vida está relacionada con el Padre, el Hijo y el Espíritu.


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