Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6426-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cuando Pedro estuvo en el monte de la transfiguración, habló de manera disparatada, pero cuando abrió la boca el día de Pentecostés, habló con absoluta claridad. El día de Pentecostés, en Hechos 2, él nos dice que el salmo 16 es una profecía acerca de la resurrección de Cristo. En Hechos 2:25-28 Pedro citó Salmos 16:8-11 y luego dijo que David, siendo profeta, “habló de la resurrección de Cristo, que no fue abandonado en el Hades, y Su carne no vio corrupción” (Hch. 2:31). Así pues, por las palabras de Pedro, nos damos cuenta de que el salmo 16 presenta una descripción de Cristo. El salmo 2 es un salmo de Cristo, el salmo 8 es otro salmo de Cristo, y el salmo 16 es también otro salmo de Cristo. Algunos maestros de la Biblia llaman todos éstos los salmos mesiánicos, pero yo prefiero decir que son salmos de Cristo.
El primer salmo de Cristo es el salmo 2, pues nos dice algo de Cristo a modo de principios. Toda la tierra con todos sus gobernantes se opone a Cristo, pero Dios lo ha designado a Él. En todo lo que hacen, Dios se ríe de ellos, se burla de ellos. Toda la historia nos da prueba de esto. Luego Cristo proclama que Dios lo ha engendrado a Él mediante la resurrección y que le ha dado por herencia todas las naciones de la tierra. Después de esto, nosotros predicamos el evangelio: Sed prudentes, reyes de la tierra; recibid la amonestación, jueces de la tierra; debéis besar al Hijo, para que no se enoje con vosotros. Todos los puntos que nos presenta el salmo 2 tienen que ver con Cristo a modo de principio. Después viene el salmo 8, el cual nos dice que Cristo se encarnó, resucitó, ascendió a los cielos, fue entronizado con gloria y se le dio el señorío sobre todas las cosas junto con Su Cuerpo. Por medio de esto todos los problemas de la tierra serán resueltos. Esto es maravilloso y claro, aunque todavía no tan claro. Por lo tanto, tenemos el siguiente salmo de Cristo, el salmo 16, que empieza diciéndonos la clase de vida que Cristo llevó como hombre en la tierra. El salmo 8 nos dice que Él fue un hombre, un poco inferior a los ángeles, pero no nos dice qué clase de vida llevó. Por lo tanto, necesitamos el salmo 16. Este salmo nos revela que Cristo, al humillarse para ser un hombre y al pasar por la muerte y la resurrección, agrada a Dios y mora con Él.
Consideremos este salmo más detalladamente. La primera sección, los versículos del 1 al 8, describe la vida humana que Cristo llevó en la tierra. Estos versículos quitan el velo para mostrarnos el vivir de este verdadero hombre llamado Jesús. “Guárdame, oh Dios, porque me refugio en Ti” (v. 1). La vida que Jesús llevó en la tierra fue una vida de continua confianza en Dios. Su vida fue una vida que manifestaba esta confianza. Luego el versículo 2 dice: “Digo a Jehová: Tú eres mi Señor; / ningún bien tengo fuera de Ti”. Ésta fue la actitud de Jesús mientras estuvo en la tierra. Interiormente le decía a Dios: “Tú eres Mi Señor; ningún bien tengo fuera de Ti”. El versículo 3 dice: “En cuanto a los santos que están en la tierra, son los excelentes; / todo mi deleite está en ellos”. Él consideraba que todos los santos eran tan excelentes que todo su deleite estaba en ellos. Él confiaba en Dios y amaba a todos los santos. Tenemos abundante prueba de todos estos puntos en los cuatro Evangelios. En los versículos 4 y 5 el Señor Jesús dice a continuación: “Serán multiplicados los dolores de los que a trueque adquirieron otro dios; / no ofreceré sus libaciones de sangre, / ni en mis labios tomaré sus nombres. / Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; / Tú sustentas lo que me tocó en suerte”. Esto significa que Él no tenía nada que ver con ningún ídolo. Su interés se hallaba en Dios y tenía que ver con Dios, y nada más. Luego, el versículo 6 dice: “Las cuerdas de medir me han caído en lugares placenteros; / ciertamente para mí la herencia es bella”. Él no escogió nada para Sí mismo, sino que le entregó Su destino a Su Padre y permitió que Él tomara todas las decisiones. El versículo 7 dice: “Bendeciré a Jehová, que me aconseja; / ciertamente en las noches mis partes internas me instruyen”. ¡Oh, cuánto Él se negó a Sí mismo! Él confiaba en el Padre y recibía consejo del Padre. Luego como hombre dijo: “A Jehová he puesto siempre delante de mí; / porque Él está a mi diestra, no seré conmovido” (v. 8). Debemos orar-leer estos ocho versículos y familiarizarnos íntimamente con la vida que Cristo llevó como hombre mientras estuvo en la tierra. Ésta es la clase de vida que nosotros debemos llevar.
Luego Él fue muerto, fue crucificado. Aparentemente fue conmovido. Pero, ¿qué dijo? “Por lo tanto, mi corazón se regocija, y mi gloria exulta; / incluso mi carne mora segura” (v. 9). ¿Cuándo dijo estas palabras? Las palabras “Mi carne [refiriéndose a Su cuerpo] mora segura”, aluden a Su muerte. Según lo que dice Pedro en Hechos 2:24-32, Él fue muerto y puesto en el sepulcro, y mientras estaba en el Hades, se alegraba, pues dijo: “Por lo cual mi corazón se alegró, y exultó mi lengua” (v. 26). ¿Qué significa Su “gloria”? La palabra gloria en el salmo 16 muchas veces es interpretada como la parte más profunda de Su ser, el espíritu. Jesús fue salvo de la muerte (He. 5:7), Su corazón se alegró, y Su espíritu, la parte más profunda de Su ser, exultó. Pero Pedro tradujo la palabra gloria como “lengua” porque nuestro espíritu es la fuente de nuestra alabanza, y nuestra lengua es el medio por el cual expresamos nuestra alabanza. Cada vez que alabemos al Señor, nuestra alabanza debe provenir de nuestra gloria, nuestro espíritu; sin embargo, dicha alabanza siempre se expresa por medio de nuestra lengua. Con respecto a las alabanzas que damos a Dios, nuestra lengua tiene mucho que ver con nuestro espíritu. Cada vez que alabemos al Señor, debemos alabarlo desde nuestro espíritu y con nuestra lengua. Nuestro corazón se alegra, nuestro espíritu exulta y nuestra lengua alaba. ¿Qué entonces de Su cuerpo? Su cuerpo fue sepultado, pero mientras estaba sepultado, Su carne descansaba en esperanza de la resurrección. “Porque no abandonarás mi alma al Seol, / ni dejarás que Tu Santo vea la fosa” (Sal 16:10). Pedro nos dice que esto alude a la resurrección.
El versículo 11 dice: “Me darás a conocer la senda de la vida; / en Tu presencia hay plenitud de gozo; / a Tu diestra hay delicias para siempre”. Si tenemos la presencia de Dios, tenemos plenitud de gozo; y si estamos a Su diestra, hay delicias para siempre. Después que Cristo resucitó, se le hizo sentar a la diestra de Dios donde disfruta delicias para siempre.
En el salmo 15 se hace esta pregunta: “Oh Jehová, ¿quién puede peregrinar en Tu tienda? / ¿Quién puede morar en Tu monte santo?”. La verdadera respuesta se halla en el salmo 16. ¿Qué de la respuesta que se da en el salmo 15? La respuesta que se da allí corresponde al concepto humano y religioso. La respuesta dada según la visión celestial tiene que ver con Aquel que se revela en el salmo 16. Él peregrinará en la morada de Dios y morará en Su monte santo. Él está allí ahora; Él está en la presencia de Dios; está a la diestra de Dios. ¿Quién es esta persona? Aquel que se refugió en Dios, Aquel que vivió en la presencia de Dios, Aquel que fue muerto y fue resucitado por Dios, y que luego ascendió a la diestra de Dios. Ésta es la persona que puede habitar en el tabernáculo de Dios.
Todos debiéramos aprender de memoria el salmo 2, el salmo 8 y el salmo 16. No hay palabras humanas que describan adecuadamente lo buenos que son estos salmos. ¡Oh, el salmo 2! ¡Oh, el salmo 8! ¡Oh, el salmo 16!
La vida de Cristo en la tierra fue,
Según nos lo muestra el salmo dieciséis,
Valioso en sus actos, gustos y elección;
Del hombre que vive morando con Dios.
“Oh guárdame, pues he confiado en Ti, Dios”
Halló en Ti refugio quien culpas cargó.
“Eres mi Señor y mi único bien”,
Constante oraba a Dios siempre Él.
“Los santos que habitan en la tierra hoy”,
Para Él son el pueblo de sumo valor,
En ellos está todo Su deleite,
Los cuatro Evangelios nos lo dejan ver.
“Jehová es mi porción y mi copa también”,
En todo del Padre dependía Él:
“Bendito mi Dios, quien consejo me da”,
Negándose Él quiere al Padre expresar.
Su ser sumo gozo experimentó,
Que aun en Su muerte a Dios alabó.
Su alma al Seol Dios nunca abandonó,
Mas mora Su cuerpo en resurrección.
Dios le levantó y Su gloria le dio,
Y frente a Su Dios pleno gozo encontró.
Sentado a la diestra de Dios hoy está,
Gozando placeres que siempre fluirán.
(Hymns, #1082)
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