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Constitución y la edificación del Cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-858-3
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3. Sustentando a los creyentes
con el poder de la resurrección de Cristo

Los creyentes son sustentados con el poder de la resurrección de Cristo en longanimidad, en el vínculo de la paz y en todas las necesidades positivas para que ellos sean unidos y entrelazados, y para que se tenga el rico suministro de todas las coyunturas y la operación de cada miembro en su propia medida. Esto significa que en la vida de la iglesia, tenemos que ser uno. Usted debe estar unido a mí y yo a usted. En el recobro del Señor, todas las razas con todos los diferentes colores —blanco, negro, amarillo, morado y rojo— son combinadas juntas. Las gentes de esta tierra son distintas. ¿Cómo pueden todas estas gentes ser un solo Cuerpo? Hay un solo Cuerpo en el universo, y lo expresamos en la tierra para que todos lo vean (véase el coro de Himnos, #127). No queremos que los demás vean divisiones ni opiniones. Por eso tenemos que estar unidos y entrelazados.

La única manera de ser realmente uno es aplicar la cruz y el poder de la resurrección de Cristo. Su poder de resurrección es suficiente para nosotros. El nos da la cruz para que la llevemos, pero también nos sostiene con el poder de Su resurrección. Así somos transformados. Pablo dijo que él deseaba conocer a Cristo y el poder de Su resurrección para que fuese conformado a la muerte de Cristo (Fil. 3:10). Debemos vivir y servir no por nuestro poder natural, sino por el poder de la resurrección de Cristo.

B. Lograda exclusivamente por el Cristo redentor

La constitución de los creyentes en materiales preciosos por medio de la transformación da por resultado el edificio práctico de Dios.

1. Localmente, en cada iglesia local

El edificio práctico de Dios se ve localmente en cada iglesia local, en la armonía de la unanimidad estimulada por el único Espíritu en el único Cuerpo de Cristo.

2. Universalmente, en la unidad
de la Trinidad Divina

El edificio práctico también se ve universalmente en la unidad de la Trinidad Divina, por la cual oró el Señor (Jn. 17) y la cual han de realizar los que aman al Señor (Jn. 17:26b) para el cumplimiento de la economía eterna de Dios según Su beneplácito (Ef. 3:9-10; 1:9). Sí existe la posibilidad de tener la unanimidad en la iglesia local y de disfrutar la unidad universalmente en el Cuerpo de Cristo. Pero esto depende totalmente de cuánto amamos al Señor, de cuánto recibimos al Señor, de cuánto amamos Su cruz, y de cuánto vivimos no por nuestra energía, poder, fuerza y vigor, sino por el poder de Su resurrección. La muerte que El sufrió en la cruz y el poder de Su resurrección han sido añadidos al Espíritu compuesto (cfr. Ex. 30:23-25). Cuando vivimos por el Espíritu y seguimos al Espíritu, tenemos la cruz y el poder de la resurrección de Cristo.

V. LA MAXIMA CONSUMACION
DE LA TRANSFORMACION PARA LA COMPOSICION
Y CONSTITUCION DE LA NUEVA JERUSALEN

Ahora queremos ver la máxima consumación de la transformación para la composición y constitución de la Nueva Jerusalén (Ap. 21:1-3, 9-23). La conclusión de los sesenta y seis libros de la Biblia es un edificio divino, la Nueva Jerusalén. Este edificio es un monte de oro, constituido de piedras preciosas y doce puertas de perla. Esto es el resultado, la consumación, de la revelación completa de toda la Biblia. Ciertamente esto tiene mucho significado. Con este propósito escribimos varios himnos relacionados con la Nueva Jerusalén cuando hicimos nuestro himnario (véase Himnos, #271, #98, #272, #273; Hymns, #975, #978, #979, #981, #984). Espero que aprendamos a cantar todos estos himnos.

A. Viene exclusivamente
del Dios que dio origen al universo

La Nueva Jerusalén es puramente del Dios que da origen a todo en Su naturaleza divina, representada por el oro puro de la base de la ciudad (vs. 18b, 21b). La Nueva Jerusalén se edifica encima de un monte de oro, y ese oro es la base de la Nueva Jerusalén. Que la ciudad sea de oro puro significa que la Nueva Jerusalén es totalmente de la naturaleza divina de Dios y toma por elemento la naturaleza divina de Dios. Todos nosotros tenemos a Dios en Su naturaleza divina dentro de nosotros como base según nuestro nacimiento espiritual (2 P. 1:4).

B. Da como resultado
el edificio de Dios en la práctica

La santa ciudad en su composición y constitución es exclusivamente del Cristo redentor en la obra de Su muerte todo-inclusiva y Su resurrección que suministra la vida. Su muerte es todo-inclusiva y resuelve todos los problemas, y Su resurrección nos suministra la vida todo el tiempo.


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