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Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7707-2
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CAPÍTULO TRES

LA EPÍSTOLA DE 1 CORINTIOS

CRISTO ES NUESTRA PORCIÓN

A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, los santos llamados, con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. (1 Co. 1:2)

Cristo “de ellos y nuestro”: estas palabras llevan un gran énfasis. Cristo es la porción bendita que Dios nos ha dado, tal como la tierra de Canaán fue la porción bendita que Dios dio a los hijos de Israel. Ésta es nuestra porción, nuestra herencia.

Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. (v. 9)

Ciertamente los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado. (vs. 22-23)

Aquí vemos que las señales y la sabiduría pueden llegar a ser sustitutos de Cristo. Podríamos desear señales o sabiduría en lugar de Cristo. Los judíos pedían señales y los griegos buscaban sabiduría, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado.

Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención. (v. 30)

Después de leer estos versículos, vemos que el capítulo 1 nos muestra cómo Cristo es nuestra porción. Hoy Dios nos ha dado a Cristo para que Él sea nuestro todo. Lo que Dios nos da no son señales, ni sabiduría ni ninguna otra cosa, sino Cristo.

En todas las cosas fuisteis enriquecidos en Él, en toda palabra y en todo conocimiento. (v. 5)

De tal manera que nada os falta en ningún don. (v. 7)

La iglesia en Corinto fue enriquecida en toda palabra y en todo conocimiento y nada le faltaba en ningún don; sin embargo, los corintios eran muy pobres en su vida espiritual. Esto muestra que ni palabras, ni conocimiento ni dones son Cristo. Las palabras, el conocimiento, las señales, la sabiduría, nada de esto es Cristo. Dios no quiere darnos estas cosas; lo que quiere darnos es Cristo. El capítulo 1 de 1 Corintios es un capítulo enfático en la Biblia que comprueba que Cristo no es palabras, conocimiento, dones, señales ni sabiduría. Esto está muy claro. Es posible abundar en toda palabra espiritual y en todo conocimiento; es posible tener varios dones, y poseer señales y sabiduría, pero al mismo tiempo pasar por alto a Cristo. Podemos usar estas cosas para reemplazar a Cristo.

EL ESPÍRITU SANTO HACE QUE CRISTO
SEA NUESTRA EXPERIENCIA

Como está escrito: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”. (2:9)

¿Cuáles son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman? En mi juventud oí a la gente decir que esas cosas están relacionadas con la bendición de ir al cielo. Pero si leemos el Nuevo Testamento y el contexto de este pasaje de 1 Corintios, veremos que esas cosas aluden a Cristo mismo. La bendición que Dios ha preparado para nosotros es el Espíritu de filiación, el Espíritu vivificante, quien está guiándonos y operando en nosotros continuamente hasta que seamos introducidos en la gloria. Sin mencionar que nuestros ojos no han visto esta bendición, ni nuestros oídos han oído de ella, ni aun nuestro corazón jamás ha pensado en ella.

Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. (vs. 10-11)

Hermanos y hermanas, ¿qué son las cosas de Dios? Las cosas de Dios son las cosas acerca de Cristo, a quien Dios ha forjado en nuestro ser como Espíritu de filiación para que opere en nosotros y nos introduzca en la gloria.

Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha dado por Su gracia, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, interpretando lo espiritual con palabras espirituales. (vs. 12-13)

Aquí Pablo no habla de sueños ni visiones, sino acerca de cómo Dios efectuó la redención y forja a Su Hijo en nosotros en calidad de Espíritu de filiación para transformarnos, santificarnos y glorificarnos a fin de que seamos como Su Hijo.

El hombre anímico no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son necedad, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el hombre espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado por nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. (vs. 14-16)

Vemos aquí dos clases de hombres: uno es un hombre espiritual, y el otro es un hombre anímico. Un hombre espiritual no sólo es regenerado en su espíritu, sino que también tiene la mente de Cristo en su mente; Romanos 12:2 hace referencia a esto como ser transformados por medio de la renovación de la mente.

El capítulo 1 de 1 Corintios es acerca de Cristo, y el capítulo 2 es acerca del Espíritu. Cristo es nuestra porción y nuestro todo. Las palabras, el conocimiento, los dones, las señales o la sabiduría no son Cristo. Únicamente Cristo mismo es Cristo. En cierto sentido, los judíos conocían a Dios, pero su conocimiento era insuficiente; ellos todavía pedían señales. Los griegos eran muy activos en su mente, y buscaban educación y sabiduría. Pero los apóstoles fueron comisionados por Dios para predicar a Cristo crucificado, no las señales requeridas por los judíos ni la sabiduría deseada por los griegos. Sólo Cristo es la verdadera sabiduría y el verdadero poder. Así como Dios había puesto a los hijos de Israel en la tierra de Canaán, así también Dios nos ha puesto en Cristo y le ha hecho nuestra sabiduría, redención, justicia y santificación. En otras palabras, Dios nos ha puesto en Cristo para que Cristo llegue a ser nuestro todo. Cristo es de ellos y nuestro (1:2). Él nos pertenece a todos nosotros los que hemos creído en Él. Dios nos ha llamado a la comunión de Cristo como nuestra porción. Todas estas cosas se abarcan en el capítulo 1.

Sin embargo, quisiera decirles, hermanos y hermanas, que aunque todas las cosas abarcadas en 1 Corintios 1 son perfectas, son sólo hechos objetivos y no son nuestra experiencia subjetiva. De manera que, es necesario el capítulo 2, el cual trata sobre el Espíritu. El capítulo 2 no sólo habla del Espíritu de Dios objetivamente, sino que también habla de nuestro espíritu subjetivamente. Al final concluye preguntándonos si somos personas anímicas o espirituales. ¿En qué consiste ser una persona anímica? No piensen que una persona anímica es una mala persona. No, ¡la mejor persona del mundo podría ser totalmente anímica! Ser anímico significa vivir por el alma y en el alma. Ser espiritual significa vivir por el espíritu, en el espíritu y bajo la dirección del espíritu. Este espíritu es el espíritu mezclado: el Espíritu vivificante de Dios mezclado con nuestro espíritu creado y regenerado. Si queremos conocer las bendiciones y riquezas en Cristo, debemos estar en el espíritu. No podemos entenderlas estando en el alma; solamente podemos percibirlas en el espíritu.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

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