Carácterpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3754-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este capítulo abarcaremos las cosas que una persona que sirve debe edificar delante del Señor. Un servidor primero tiene que ser edificado apropiadamente a fin de ser útil en la mano del Señor.
Hemos dicho que si alguien desea ser usado por el Señor tiene que darse cuenta de que su vida natural no puede ser usada en la mano del Señor y que delante del Señor él mismo es totalmente corrupto. La vida natural no es más que una zarza y el yo es solamente lepra. Sin embargo, cada verdad en la Biblia tiene dos lados, mostrándonos primero algo en cierto aspecto y luego algo más en otro aspecto. Los dos aspectos son verdad. Cualquier doctrina que no tenga dos lados es defectuosa. Hay dos aspectos relacionados con nuestra utilidad en la mano del Señor. Un aspecto acerca del cual hemos escuchado mucho es el quebrantamiento del yo. Es posible que anteriormente usted haya sentido que era talentoso y muy capaz o que era mejor que otros. Pero ahora ha recibido una visión de que su vida natural no es nada más que una zarza, y que su yo es sólo lepra. Una vez que se da cuenta de esto, espontáneamente caerá y se desplomará. Desplomarse es ser quebrantado. En realidad, Dios siempre resplandece sobre nosotros y nos guía en el principio del quebrantamiento. Por un lado, la Biblia nos presenta que una persona que sirve al Señor tiene que ser quebrantada adecuadamente. Es cierto que su vida natural, su yo, su temperamento y su manera de ser necesitan ser tocados, quebrantados, y derribados por el Señor. Pero por otro lado la Biblia nos muestra que algo debe ser edificado en la persona que sirve al Señor. Esta edificación no sólo se refiere a la constitución interna de la vida del Señor, sino también al desarrollo de su carácter. ¿Qué significa esto? Tenemos que abarcar esto en más detalle.
Primero, tal como el fuego ardía sobre la zarza sin consumirla, nosotros debemos ver que Dios nunca usará lo nuestro para la obra que Él quiere que realicemos; por lo que, no podemos añadir nada a la obra de Dios. Sin embargo, cuando Dios nos usa tenemos que ser apropiados para Su uso. A pesar de que la zarza no era el combustible para el fuego, no obstante la zarza sostenía y mostraba las llamas. Hermanos y hermanas, por favor recuerden que cuando Dios los usa para lograr Su obra, ustedes no pueden añadir nada de lo suyo, ya que lo que tienen no beneficia la obra de Dios. Sin embargo, por otro lado, podría ser cuestionable si ustedes pueden ser usados por el Señor y si serán capaces de realizar Su obra.
Por ejemplo, si pongo una Biblia, un himnario y un vaso de agua sobre una mesa, la mesa nunca añadirá una gota de agua a mi vaso, ni un versículo o un capítulo a mi Biblia ni un himno al himnario. Pero he aquí un problema: si la mesa está inclinada, no podré poner el vaso sobre ella. En cierto sentido, no puedo usar la mesa en absoluto porque ella no añade nada a mi Biblia, mi vaso o mi himnario. Sin embargo, queda por ver si puedo poner firmemente mi Biblia, vaso o himnario en la mesa.
Así que nunca suponga que está claro acerca de la enseñanza del Señor y diga: “Bueno, somos simplemente zarzas; no tenemos función alguna en la obra de Dios y no podemos añadir resplandor a Su fuego. Somos sólo personas sobre las cuales el fuego de Dios puede brillar tan brillante como Él desee. De todas maneras, Él no nos usa como combustible. Somos simplemente zarzas sin ninguna responsabilidad”. Temo que muchos santos tengan tal concepto. Si lo tienen, están equivocados. Es cierto que la mesa no añade nada al contenido de la Biblia, al himnario o al vaso cuando los pongo sobre ella. Sin embargo, si la mesa no está apropiadamente nivelada y estable, no podré usarla. Por un lado, no utilizo nada de la mesa, aunque por otro lado, tengo que usarla. De igual manera, aunque Dios no usa lo que tenemos, nuestra condición y situación apropiadas nos califican para ser usados por Él.
Recuerden, el hecho de que el fuego de Dios arda sobre una zarza en particular es un asunto condicional. No se imaginen que Dios arderá sobre cualquier zarza; no es así. El fuego de Dios ardía sobre Moisés, pero no necesariamente arderá sobre usted. Aunque Dios no usó a Moisés como combustible, Él pudo arder sobre él. Sin embargo, es posible que Él no arda sobre usted.
Debemos reconocer que no podemos contribuir en nada a lo que Dios quiere producir en nosotros. Pablo dijo: “No que seamos competentes por nosotros mismos para considerar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, ministros no de la letra, sino del Espíritu” (2 Co. 3:5-6). Esto significa que nada de lo que Pablo poseía jamás pudo ser añadido al fuego santo de Dios. Él también dijo: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (4:7). Este poder proviene totalmente del tesoro y nada en absoluto de nosotros. Por otro lado, Pablo también dijo: “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido [...] renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (vs. 1-2). Mientras Pablo confesaba su insuficiencia, también nos dijo que él llevó mucha responsabilidad. Con esto podemos ver claramente que Dios usó a Pablo, pero nunca usó las cosas que Pablo tenía.
Después de ver este principio, ahora consideraremos unos cuantos asuntos prácticos. Por ejemplo, si vamos a hacer la obra del Señor en Taiwán con los de habla china, ¿podríamos ser ignorantes en lo referente a la lengua china? Ciertamente que no. Tal vez preguntemos: “¿Por qué no? ¿Si el fuego que ardía sobre la zarza no necesitó la zarza como su combustible, por qué necesito saber chino? Alfabetizado o no, todavía soy una zarza. ¿Qué diferencia hace que sea alfabetizado o no?”.
Esto ilustra que a pesar de que el fuego ardía sobre la zarza, no usaba la zarza como su combustible. Sin embargo, existe la necesidad de prestar atención a la zarza misma. Dios necesitó un siervo como Moisés a fin de dar a los israelitas un juego completo y detallado de leyes. Todos los estudiantes de abogacía consideran que la ley romana es un requisito para sus estudios, y la ley romana deriva sus principios del Antiguo Testamento. Aun hasta el día de hoy, ninguna ley es más completa o más elevada que la ley de Moisés, debido a que la ley escrita por Moisés era de Dios. La pregunta es esta: Si Moisés no hubiera sido educado con el conocimiento de aquel tiempo, y en vez de ser así hubiera sido un campesino ignorante, ¿cree que Dios lo hubiera usado? No creo que hubiese sido posible.
Cuando fui salvo, encontré gente que tenía la idea de que la educación era innecesaria. Ellos pensaban que si tenemos el amor de Dios, todo está bien; de nada sirve ser educado. Éste es un concepto equivocado. Sin duda, es el fuego el que arde sobre la zarza, pero aun así, la zarza tiene que ser apta para que Dios encienda Su fuego sobre ella. Algunas zarzas llenan los requisitos, mientras que otras no. El fuego de la liberación de los israelitas por Dios y la promulgación de la ley sólo podía arder sobre Moisés, y nadie más, porque no había otra persona capacitada para ello.
En este capítulo al considerar la necesidad de edificar un carácter apropiado con el fin de que algunos puedan cumplir los requisitos indispensables, vemos que Dios no lo necesita a usted como combustible; pero si Él nos va a usar, debemos tener las cualidades apropiadas. Una mesa tiene que estar nivelada y ser estable para que se pueda usar. Un carpintero tiene que trabajar en ella, pegarle las patas y pulir la superficie. Éste es el trabajo que hace un carpintero para hacer que la mesa sea un mueble apropiado.
Según nuestra observación continua, tenemos que concluir que muchos hermanos y hermanas son de poco uso a Dios porque están mal calificados para Su uso. Son como una mesa que no está derecha, levantada, nivelada ni es estable. El fuego de Dios pudo arder sobre Moisés pero no arde sobre ellos, porque Moisés estaba calificado para el fuego de Dios, mientras que ellos no.
Me gustaría dar otro ejemplo. Supongamos que está lloviendo y que usted ha puesto varias vasijas debajo de la canaleta para recoger el agua de la lluvia. Todas las vasijas se llenarán rápidamente. Sin embargo, si algunas de las vasijas tienen grietas y están llenas de agujeros, ¿se quedará el agua en ellas? No. La filtración contrabalancea lo que se llena, y a pesar de cuánto llueva, toda el agua que llega a las vasijas finalmente se saldrá. Es fácil ver que tales recipientes son inadecuados. Suponga que otras vasijas no sólo están quebradas y tienen filtraciones, sino que son casi planas, no tienen profundidad. Ciertamente toda el agua se saldrá a pesar de que la lluvia continúa. Tales vasijas no llenan los requisitos de retener agua. Necesitamos agua para bañarnos, lavar ropa y regar plantas. Es cierto que las vasijas mismas no pueden producir agua, y es cierto que lo que en realidad usamos no son las vasijas sino el agua. Usamos agua todo el año. No usamos nada de las vasijas excepto el agua que cae en ellas. Sin embargo, desde otro punto de vista, la habilidad de las vasijas para retener el agua depende de si ellas satisfacen los requisitos o no. Algunas pueden retener agua, mientras que otras no.
Hermanos y hermanas, ¿son ustedes vasijas perforadas, quebradas o planas? Para servir a Dios se necesita cierta edificación. A la vasija plana le hace falta la dimensión de profundidad, y todos los huecos y grietas tienen que ser remendados. Además, su capacidad debe ser agrandada. Como vasija tal vez retenga cuatro galones de agua el primer día. Después de cuatro días a lo mejor puede retener ocho galones, y diez días después tal vez llegue a veinte. Originalmente, puede medir tres pulgadas de alto. Dos días después puede aumentar a doce. Hermanos y hermanas, recuerden que el grado de nuestra utilidad a Dios depende del grado de Su obra de edificación en nosotros. La medida de edificación en nosotros determina la medida de nuestra utilidad a Él. Si Dios no nos encuentra edificados, no nos puede usar.
Ahora veamos unos cuantos puntos que necesitan ser edificados en nosotros, todos los cuales son esenciales, y si carecemos aun uno de ellos no seremos útiles a Dios.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.