Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7893-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-7893-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Gálatas 3:2 y 3 dicen: “Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os perfeccionáis por la carne?”. El versículo 5 continúa, diciendo: “Aquel, pues, que os suministra abundantemente el Espíritu, y hace obras poderosas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?”. En el texto original en griego, la expresión suministra abundantemente es una sola palabra; es la forma verbal del sustantivo utilizado en Filipenses 1:19, que habla de “la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo”. Dios no sólo nos da el Espíritu, sino que también nos suministra el Espíritu abundantemente. Existe una diferencia entre dar y suministrar. Dar podría ser de una vez por todas, pero suministrar significa dar continuamente. Tal como una central eléctrica que constantemente suministra electricidad, Dios nos suministra el Espíritu continuamente. Para el tiempo de Abraham, Dios prometió el Espíritu descrito en Gálatas 3. Luego, después que Cristo vino y efectuó la redención, este Espíritu que fue prometido nos fue dado y ahora está siendo suministrado a nosotros. Hemos recibido a este Espíritu y ahora, habiendo comenzado en el Espíritu, necesitamos proseguir para ser perfeccionados en Él.
Gálatas 4:4-5 dice: “Cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la filiación”. El versículo 5 no dice que Dios envió a Su Hijo para redimirnos a fin de que podamos ir al cielo. Éste es el evangelio incorrecto que muchos cristianos predican. Más bien, Cristo nos redimió para que recibiésemos la filiación. El versículo 6 continúa, diciendo: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de Su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”. La manera en que sabemos que el Espíritu del Hijo de Dios ha sido enviado a nosotros es que hay un clamor en nuestro interior. Que nosotros clamemos: “¡Abba, Padre!”, es evidencia de que tenemos al Espíritu del Hijo de Dios. Antes que creyéramos en Cristo, no podíamos clamar “Abba, Padre”. Sin embargo, después de creer en Jesús, de inmediato en nosotros hubo un deseo de clamar a Dios de esta manera. Ahora, cuanto más clamamos de esta forma, más dulzura tenemos en nuestro interior. Esto comprueba que el Espíritu del Hijo de Dios ha sido enviado a nosotros. Después de nuestro nuevo nacimiento por el Espíritu, el Espíritu del Hijo de Dios está en nosotros.
Alguien podría preguntarse si tiene o no al Espíritu del Hijo de Dios en su interior. En una ocasión, un compañero de clases del hermano Watchman Nee le preguntó: “¿Cómo puedo saber que soy un hijo de Dios y que tengo al Espíritu del Hijo de Dios?”. El hermano Nee respondió: “Sé que estás casado. La primera vez que viste a tu suegro, ¿fuiste capaz de llamarlo ‘padre’ con una sensación de dulzura?”. El compañero respondió que se sentía renuente a dirigirse a él de tal forma. El hermano Nee le preguntó: “¿Alguna vez has llamado ‘padre’ a tu propio padre de forma renuente?”. El compañero de clases respondió que siempre llamaba a su padre como “padre” con alegría. La razón por la cual no podía llamar a su suegro “padre” es que este hombre no era su verdadero padre. Dios es nuestro Padre, no nuestro “Suegro”. No lo llamamos Padre de forma renuente, sino voluntariamente y con mucha alegría. Especialmente cuando enfrentamos problemas y dificultades, venimos a Dios, clamando: “¡Oh, Padre! Abba, Padre”. Cuanto más le llamamos de esta manera, más consuelo y dulzura sentimos en nuestro interior. Esto es una prueba contundente que hemos recibido al Espíritu del Hijo de Dios en nosotros. Somos nacidos del Espíritu, y el Espíritu del Hijo ha entrado en nosotros, clamando: “Abba, Padre”. Ahora este Espíritu todo-inclusivo, maravilloso, excelente y rico está en nosotros.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.