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Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7381-4
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LA MANIFESTACIÓN DE LOS DONES

El crecimiento de vida es diferente de la manifestación de las cosas milagrosas, o sea, los dones sobrenaturales mencionados en 1 Corintios 12 y 14. Es una verdadera tragedia que en el cristianismo actual muchos cristianos consideren que los dones milagrosos y la vida son lo mismo. El asna del profeta Balaam que habló un lenguaje humano es un ejemplo muy bueno para demostrar que los dones milagrosos no pertenecen a la vida (Nm. 22:28). Lo que el asna habló fue una lengua genuina y real. Muchas personas proclaman que han hablado en lenguas, pero dudo que hayan hablado en una lengua genuina. Sin embargo, aun si alguno hablara en una lengua genuina, aun así, eso no sería vida.

En 1 Corintios se habla no sólo del conocimiento, sino también de los dones. No solamente el conocimiento, sino también los dones están en contraste con Cristo. Los versículos 22 y 23 de capítulo 1 dicen: “Ciertamente los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos tropezadero, y para los gentiles necedad”. Las señales y los prodigios son algo milagroso y sobrenatural. Debemos tener cuidado al hablar sobre los dones, porque este tema es muy complicado. Pero, debo hablar la verdad y debo decirles que en toda mi vida cristiana nunca he visto una persona que enfatizara hablar en lenguas y que fuese genuinamente una persona espiritual. Le será difícil a cualquier hermano o hermana que insiste en hablar en lenguas conocer la vida.

Aquí vemos una diferencia. La vida es una cosa, y la manifestación de los dones es otra. También nos damos cuenta que la manifestación apropiada de los dones tiene como objetivo la vida. Sin embargo, la manifestación de los dones no es la vida misma. La vida es Cristo, y el crecimiento de vida es el aumento y la expansión de Cristo. Los creyentes corintios en esa época se interesaban mucho por hablar en lenguas, pero en el capítulo 3 Pablo les dijo que ellos no solamente eran infantiles, sino niños (v. 1). Hablaban en lenguas más que ninguno, pero eran niños debido a que habían sido distraídos por el hablar en lenguas. El uso apropiado de hablar en lenguas es cuando sirve de ayuda a la vida, pero los corintios estaban distraídos por eso y fueron frustrados de conocer a Cristo como su vida.

El conocimiento ni los dones son vida. Ninguna clase de don es vida, porque la vida es simplemente Cristo mismo. Por lo tanto, el crecimiento de vida es el aumento de Cristo, no la manifestación de algún don. Hablar en lenguas y sanar a la gente milagrosamente son manifestaciones de los dones. Éstos son para la vida, pero no son la vida misma.

EL AUMENTO DE PODER

También hay una diferencia entre el crecimiento de vida y el aumento de poder. Sansón era muy poderoso, pero ¿qué era lo que tenía, vida o simplemente poder? A veces la gente dice que también Pedro era poderoso; aunque muchas veces pienso que Pedro no era tan poderoso como Sansón. Pedro era poderoso en una esfera distinta, de una manera diferente. Sansón tenía un poder genuino que provenía de Dios, pero ese poder no era vida. No podemos ver mucha vida en el relato acerca de Sansón.

Hoy en día, muchos cristianos no pueden diferenciar entre la vida y el poder. En un sentido, es posible que alguno tenga cierto poder espiritual, y aun así esté muy escaso de vida. El poder debe ser para la vida, pero actualmente la gente confunde el poder con la vida. Es posible que una persona poderosa no esté llena de vida. Necesitamos diferenciar una cosa de la otra. El poder sirve para la vida, pero el poder no es vida. No importa cuánto incremento de poder tengamos, seguiremos siendo pobres en el crecimiento de vida. Para el crecimiento de vida se necesita la obra de la cruz, pero para el poder mismo no se necesita dicha obra.

¿Entonces qué es la vida? Repito nuevamente, la vida es Cristo, y el verdadero crecimiento de vida es el aumento y la expansión de Cristo. ¿Cómo podemos experimentar la expansión de Cristo? No hay otra manera, excepto abrirnos al Señor y tener siempre contacto con Él, no sólo una vez al día sino todo el tiempo, diariamente, todos los días. Tenemos que abrirnos a Él y permitir que Él entre. Por consiguiente, debemos olvidarnos de nuestro comportamiento, de la apariencia de la piedad, del celo en el servicio, del conocimiento, de los dones y del poder. Sólo ponga su atención en una sola cosa, esto es, en Cristo, en abrir su ser a Él, tener contacto con Él, inhalarlo, y comer y beber de Él. Entonces tendremos no meramente un mejor comportamiento, sino una transformación. No tendremos meramente la apariencia de piedad, sino la realidad de la piedad. Dios tiene la apariencia de una piedra preciosa, semejante a jaspe, así que nosotros también tendremos la apariencia de jaspe (Ap. 4:3; 21:11). Seremos transformados en la misma imagen de Dios, no sólo en forma sino también en realidad.

Entonces ciertamente, mientras más nos alimentemos con Cristo y le inhalemos, más fervientes seremos y estaremos ardientes; tendremos el verdadero celo interior. También tendremos el verdadero conocimiento, no el que está en el alma sino el verdadero conocimiento de Cristo en el espíritu. Tendremos más que simple conocimiento, tendremos la experiencia. Conoceremos a Cristo no meramente al leer y escuchar, sino al experimentarlo a Él. Además, no tendremos la mera manifestación de los dones, sino la función de la vida. La función de la vida surge del crecimiento de vida. Mientras más nos alimentemos del Señor, mientras más lo asimilemos a Él y crezcamos en Él, más se desarrollará nuestra función de vida. Entonces tendremos el poder en la vida, que es el Cristo que mora en nosotros como el verdadero poder, tal como 1 Corintios 1:24 nos dice que Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios.

A fin de conocer y experimentar la vida interior más y más, debemos aprender a diferenciar todas estas cosas. Debemos olvidarnos de todo excepto de la vida, y aprender a hacer una sola cosa: abrir nuestro ser a Cristo, tomarlo a Él como el árbol de la vida, comer de Él, beber de Él e inhalarlo a Él más y más. Esto produce el crecimiento genuino de la vida.


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