Estudio-vida de los Salmospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0265-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-0265-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Los salmos 20 y 21 revelan el concepto de David en cuanto a su reinado delante de Dios.
El salmo 20 nos muestra la bendición de David en su reinado. En los versículos 1-9 David bendijo a su pueblo. Según el principio de la Biblia, el mayor bendice al menor (He. 7:7).
David bendijo a su pueblo pidiendo que Jehová les respondiese, pusiese en alto, ayudase desde Su santuario, fortaleciese desde Sión, recordase todas sus ofrendas de harina y aceptase sus holocaustos (vs. 1-3). Esto tenía el fin de que Jehová les diese conforme al deseo del corazón de ellos y cumpliese todos los designios de ellos, para que ellos aclamasen por Su salvación y levantasen estandarte en el nombre de su Dios (vs. 4-5). David tenía la certeza de que Jehová salvaría a Su ungido (el rey David) y le respondería desde Su santo cielo con la potencia salvadora de Su diestra (v. 6).
David dice a continuación que nosotros nos gloriamos en el nombre de Jehová nuestro Dios en vez de gloriarnos en carros y en caballos; y que nosotros, no nuestros enemigos, nos levantamos y nos mantenemos en pie (vs. 7-8). La conclusión de su bendición es el versículo 9, el cual dice: “¡Salva, oh Jehová! Que el Rey nos responda el día en que lo invoquemos!” En este versículo, “el Rey” se refiere a David.
La mayor parte de la bendición de David es correcta, pero todavía podemos ver que él hasta cierto grado sostenía su antiguo concepto. Salmos 20, con todo, aún muestra que David había mejorado y progresado en su concepto con respecto a los tres salmos precedentes. Bendecir es más elevado que orar. Una persona que bendice a otros requiere un estado y una estatura en vida que sean más elevados. Ningún niño pequeño puede bendecir a otros. Una niñita no puede decirle a su padre: “Papá, yo te bendigo”, pero bien podría decirle: “Papá, voy a orar por ti”. Los niños pueden orar por sus padres y de hecho lo hacen. Sin embargo, un niño no puede bendecir a sus padres porque bendecir requiere cierta estatura en vida.
Debemos crecer en vida para llegar a la estatura en la cual se puede bendecir a otros. El hecho de que David pudiera bendecir a su pueblo significa que él tenía la estatura en vida. Después de que Jacob llegó a ser Israel y llegó a la edad madura, bajó a Egipto y bendijo a la gente. Sus manos no eran para trabajar, sino para bendecir (Gn. 47:7, 10; 48:15, 20). Cuanto más avanzada la edad de uno, más puede uno bendecir a otros. Sin embargo, poder bendecir a otros requiere no sólo edad sino también estatura en vida. Bendecir es también más elevado que agradecer o alabar. Un niñito puede alabar a Dios, pero no puede bendecir a otros.
La bendición de David en el salmo 20 incluía a David mismo, a Dios y a su pueblo. Esto quiere decir que en el salmo 20 David es más elevado, más profundo y más rico que en los salmos anteriores. El concepto de David tocante a su reinado muestra una mejoría, habiendo pasado él de su propia justicia al santuario de Dios, al monte Sión, a las ofrendas de harina y al holocausto ofrecido a Dios, a la poderosa salvación que Dios efectúa y al nombre de Dios. Su bendición no menciona su propia justicia. Si permaneciéramos en nuestra justicia, tal vez podríamos orar, pero no podríamos bendecir. Para bendecir a otros debemos permanecer en todo lo que Dios es. No podemos bendecir a otros con nuestra justicia. Debemos bendecir a otros con lo que Dios es y tiene.
En Salmos 21, David alaba a Jehová por su reinado y habla de cómo Dios en Su furor se encargó de los enemigos de David. David alabó a Jehová por su reinado, logrado porque Dios lo fortaleció, lo salvó, lo bendijo, lo coronó, le prolongó la vida, lo llenó de gran gloria, puso sobre él esplendor y honra, y mostró benignidad para con él (vs. 1-7). En este punto David no hace mención de su justicia. Si dependemos de nuestra justicia, nuestro reinado jamás podrá ser edificado. Esforzarnos por guardar la ley nos hace esclavos en vez de reyes. Según Gálatas 4, todos los hijos que la ley engendra son esclavos (vs. 24-25). En cambio, los hijos que la gracia engendra llegan a ser reyes. Depender de la benignidad de Dios edifica el reinado.
En los versículos 8-12 David habló de cómo Dios en Su furor se hizo cargo de los enemigos de David, devorándolos y destruyendo a sus descendientes. Esto es el concepto de David. Para su reinado él dependía de la benignidad de Dios. Con respecto a sus enemigos, no obstante, él recurría al furor de Dios.
En el versículo 13 David bendijo a Jehová a fin de que El se ensalzara en Su fortaleza para que David, el rey, y su pueblo, cantasen y entonasen salmos de Su señorío. Este versículo deja entrever un hombre que no solamente bendice a su pueblo, sino también a Dios. Como rey, él bendecía a su pueblo. Como el ungido de Dios, él bendecía al Dios que unge. La conclusión del salmo 21 es muy buena.
En estos cinco salmos podemos notar una gran mejoría en David. El mejora gradualmente desde el salmo 17 hasta el final del salmo 21. Esto nos conduce al salmo 22, el cual habla de la muerte de Cristo, al salmo 23, tocante a cómo Cristo pastorea en Su resurrección, y al salmo 24, que habla del reinado de Cristo como el rey venidero.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.