Vivir necesario para la edificación de las reuniones de grupos pequeños, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-251-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el mensaje anterior hablamos de un vivir que procede del Espíritu Santo y que es mediante el espíritu humano. En este mensaje continuaremos viendo un vivir que es únicamente conforme al espíritu. Estas dos clases de vivir son para el fortalecimiento de nuestra práctica actual de las reuniones de los grupos pequeños en las casas.
La reunión del grupo pequeño es el fundamento para la edificación de la vida de la iglesia. Sin embargo, hoy día en el cristianismo la mayoría de la gente presta atención sólo a las reuniones grandes. Se utilizan las reuniones grandes para reunir a la gente. Después que la gente esta reunida, se presta muy poca atención a la obra de edificación. Por esta razón, entre la mayoría de los cristianos falta el elemento de edificación y casi no existe. La historia es semejante al relato en el libro de Jueces. Cuando un juez fue levantado, todos fueron revividos por un tiempo. Pero cuando ya no hubo juez, todos recayeron a la misma condición que antes.
La Biblia nos muestra que desde el principio de la vida de la iglesia había dos tipos de reuniones. Tenían las reuniones grandes en el templo, mientras que se tenían las reuniones pequeñas de casa en casa. Las reuniones grandes reunían e introducían la gente, a quienes entonces se les ponía en las reuniones pequeñas. En las reuniones pequeñas fueron criados y edificados. Allí ellos se coordinaban entre sí para ser edificados en la casa de Dios. Por tanto, el fundamento de la edificación de la iglesia está en las reuniones de los grupos pequeños.
Sin embargo, tenemos un concepto equivocado con respecto a las reuniones de los grupos pequeños. Pensamos que es necesario que unos predicadores capaces conduzcan estas reuniones. En realidad, es imposible tener predicadores suficientes para todas las casas. Aun los seminarios no pueden producir el número de predicadores que se requiere. En el Pentecostés después que fueron salvos los tres mil, es posible que aquella misma noche empezaran a reunirse en las casas. Si ése fue el caso, puede que hubiera habido por lo menos seis o setecientas reuniones pequeñas en las casas. Durante el día probablemente escuchaban un mensaje de Pedro en la reunión grande. Luego por la noche regresaban a casa para predicar el mismo mensaje. Debido a esta práctica, todos podían testificar, y todos podían predicar y enseñar (Hch. 8:1, 4).
El cristianismo de hoy pone demasiado énfasis en las reuniones grandes. Como resultado, se han descuidado las reuniones pequeñas. Aun entre nosotros tenemos la misma situación. Aunque hemos intentado tener las reuniones de los grupos pequeños en el pasado, no tuvieron mucho éxito. No era difícil que siete u ocho personas se reunieran para discutir las noticias y platicar de sus familias. Pero cuando llegaba el momento de hablar de cosas espirituales, se perdían. Encontraron que no sabían cómo conducirse. Después de unas pocas reuniones todos se desanimaron, y nadie quería reunirse más.
La razón del fracaso de las reuniones de los grupos pequeños es que los creyentes no son salvos de una manera cabal, viva y fuerte. Un niño no llega a ser maduro el día en que nace. Debe haber la nutrición y el cuidado diario. Solamente entonces se madurará adecuadamente. Cuando mi hija más joven tuvo su primer hijo, desde hace siete u ocho años, visitamos a nuestro nieto pequeño en el hospital. El bebé era tan delgado y pequeño en la incubadora que todos nos preocupábamos de si podría crecer en absoluto. Pero hoy el niño es vivo y sano. Esto nos indica que la vida es maravillosa; puede crecer y florecer.
Aunque la vida humana es maravillosa, nosotros los cristianos tenemos una vida divina más maravillosa además de nuestra vida humana. Los médicos han hecho un estudio tan completo del nacimiento humano que hasta los bebés que nacen prematuros tres o cuatro meses antes de tiempo pueden sobrevivir si se les da el cuidado adecuado. Desgraciadamente, los cristianos no han sido tan minuciosos en el estudio del nacimiento espiritual. Algunas personas son salvas de una manera tan pobre que su salvación puede compararse con el nacimiento de un bebé prematuro. Entre nosotros es especialmente fácil tener nacimientos espirituales prematuros, porque después que hablamos con la gente tocante al evangelio, les pedimos que invoquen el nombre del Señor. Claro que dice que todo el que invoca el nombre del Señor será salvo (Ro. 10:13). Pero, mientras que algunos ya llevan nueve meses en el vientre, otros tienen menos de cuatro o cinco meses. Cuando intentamos persuadirles, forzamos un nacimiento prematuro. En realidad, todavía no ha llegado el momento propicio. Debiéramos haber esperado un poco más. Si una persona nace prematuramente, será difícil que crezca bien.
La comprensión de muchos cristianos respecto al asunto de la salvación es que nosotros fuimos pecadores caídos que necesitaban al Señor. Al extender la mano, El nos liberó de los pecados, del mundo y del infierno. En el concepto de ellos la salvación del Señor es como sacar de agua profunda a un hombre que se está ahogando. En realidad, la salvación del Señor abarca todos los procesos por los cuales El ha pasado: Su encarnación, Su vivir humano de treinta y tres años y medio, Su crucifixión, y que El gustase la muerte por todos nosotros. El entró al Hades de la muerte, pasó por la muerte y salió de ella victoriosamente. Luego El se levantó de los muertos para hacerse el Espíritu vivificante. Después de esto El ascendió al trono y se derramó sobre Sus creyentes. Hoy día El no está solamente en el trono, sino que también es el Espíritu que espera que ustedes crean en El, le invoquen y le reciban. Si invocamos Su nombre desde un corazón sincero, este Espíritu vivificante entrará en ustedes para ser su vida y estará en ustedes como su salvación, salvando todo su ser del pecado y del mundo. Esta es la verdadera salvación. Esto también se llama regeneración. Regeneración es recibir la vida divina además de la vida humana que ustedes ya tienen. Esta vida divina estará en ustedes como su salvación y su suministro.
La vida es maravillosa. Aun una forma de vida más baja tal como la vida vegetal, la cual no tiene ni sentido ni conciencia, es muy maravillosa. Por ejemplo, los diferentes árboles frutales producen diferentes clases de frutos de varias formas, sabores y colores. Las muchas clases de flores también están adornadas con belleza con tantos colores distintos. La vida humana por supuesto es mucho más misteriosa que la vida vegetal. Pero aun más excelente y misteriosa que ésta es la vida de Dios. Una persona regenerada ha recibido esta vida excelente y misteriosa.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.