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Llevar fruto que permanece, tomo 1por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6314-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 17 Sección 4 de 4

EN CUANTO AL PARTIMIENTO DEL PAN

Al practicar la nueva manera, el partimiento del pan también es un asunto importante. En cuanto al asunto del partimiento del pan, siempre hemos sido muy cuidadosos. En las últimas décadas, nunca hubiéramos partido el pan precipitadamente en cualquier lugar. Sin embargo, debido a la rigidez en ciertas áreas de nuestra práctica anterior, la función de muchos de los santos ha sido anulada. Por lo tanto, no queremos seguir completamente las prácticas pasadas y viejas. En lugar de ello, queremos seguir lo que la Biblia dice y permitir que la vida de iglesia se lleve a cabo y sea fortalecida de manera práctica en los hogares de los recién salvos. Esto entonces nos conduce al asunto del partimiento del pan, puesto que el partimiento del pan es la práctica más básica en la vida de iglesia.

Ser cuidadosos al establecer
la reunión del pan y la copa

Aun así, debemos ser cuidadosos al establecer la reunión del partimiento del pan. En primer lugar, no debemos apresurarnos en partir el pan en el hogar de una persona recién salva. Debemos tener mucha comunión con él para conocer su vivir, su entorno y la relación que tiene con sus parientes, amigos y vecinos. De esta manera, sabremos si tiene malas compañías, como por ejemplo, amigos con los que participa en juegos de azar, o si tiene otras relaciones que son impuras en su vida familiar o con sus vecinos, parientes, amigos y colegas. Una persona puede ser salva y bautizada, pero no haber dado fin a su vieja manera de vivir, y es posible que haya muchos asuntos que están mal, no sólo a los ojos de otros cristianos, sino también a los ojos del mundo. Antes de tener esto claro, sería demasiado precipitado y completamente inapropiado establecer una reunión para partir el pan en su casa. Debemos conocer su situación e ir a tener comunión con él semana tras semana, guiándolo de manera espontánea para que tenga la oportunidad de poner fin a su viejo modo de vivir.

Dar resolución al viejo vivir

Después de esto, si todavía hay objetos impuros en su casa, como ídolos o una mesa de mah-jong, debemos ayudarle a deshacerse de estas cosas. Es terrible establecer una reunión para partir el pan en la casa de alguien sin haber dado resolución a estos asuntos. De hecho, la mesa que se usa para partir el pan en la mañana puede ser la misma que es usada para jugar mah-jong en la noche. Esto sería una tremenda pérdida para el testimonio del Señor. Por consiguiente, en esos casos debemos observar las cosas cuidadosamente y llevar a las personas a poner fin a tales cosas. Debido a la influencia de la dinastía Ching, a los chinos les gusta tener dragones en sus casas. En la Biblia el dragón representa a Satanás, pero en la sociedad china el dragón es considerado algo positivo. Ésta es una estratagema del maligno, y debemos prestar atención a esto.

Después que las personas sean salvas, espontáneamente aborrecerán las cosas impuras y pecaminosas debido a la vida de Cristo que está en ellas. Sin embargo, aún debemos ayudarlas poco a poco a tener un conocimiento apropiado con respecto a la necesidad de dar resolución a su vida pasada. De este modo, podremos empezar a partir el pan en sus hogares en el momento más indicado. Si al comienzo el número de los que se reúnen en una casa es muy reducido como para partir el pan, podríamos combinar dos o tres hogares de esa misma área para efectuar dicha reunión.

Tener comunión en cuanto
al significado del partimiento del pan

Además, antes de partir el pan, debemos tener comunión con los nuevos creyentes una o dos veces acerca del significado de partir el pan. El significado principal de partir el pan es el de recordar al Señor. En 1 Corintios 11:24-25, el Señor dijo: “Esto es Mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de Mí [...] Esta copa es el nuevo pacto establecido en Mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de Mí”. Esto nos muestra claramente cuál es el significado de partir el pan. No es un ritual religioso; más bien, es un tiempo dedicado totalmente para recordar al Señor. Recordar implica amar, porque únicamente recordamos a las personas que amamos. Es precisamente debido a que amamos al Señor que pensamos en Él y lo recordamos. Según el relato histórico, en los primeros días después que el Señor murió, los creyentes partían el pan el día del Señor cada semana para hacer memoria de Él, como Hechos 20:7 dice: “El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para partir el pan”. Asimismo, debemos partir el pan al menos una vez a la semana para hacer memoria del Señor.

¿Cómo hacemos memoria del Señor? En palabras sencillas, recordar al Señor es comerle y beberle. Comer el pan es comer al Señor y beber la copa es beber al Señor. ¿A quién bebemos? Bebemos al Señor quien, por medio de la cruz, se impartió en nosotros. ¿Cómo se impartió en nuestro ser? Lo hizo al entregar Su cuerpo y derramar Su sangre por nosotros. El derramamiento de Su sangre tenía como fin redimirnos, y el hecho de entregar Su cuerpo tenía como fin impartirnos Su vida y, de ese modo, entrar en nosotros. Al recordarle nosotros hoy, hacemos memoria una vez más de cómo Él derramó Su sangre por nosotros para que nuestros pecados pudiesen ser perdonados, y cómo Él entregó Su cuerpo en la cruz para que nosotros pudiéramos recibirlo a Él. Ahora lo tenemos a Él en nosotros como nuestra vida. Comer el pan y beber la copa es la manera en que hacemos memoria y recordamos la historia de esta salvación. Así pues, le recordamos comiéndole, bebiéndole y disfrutándole.

Al mismo tiempo, recordar al Señor de esta manera es un testimonio de nuestra vida diaria. Damos testimonio de que en nuestra vida diaria no tenemos otra cosa que comer y beber al Señor. Nuestra vida diaria es una vida en la cual disfrutamos al Señor, el Salvador que entregó Su cuerpo y derramó Su sangre por nosotros. Más aún, nosotros expresamos a esta persona en nuestro vivir, testificando que para nosotros el vivir es Cristo. El primer día de la semana, al congregarnos para partir el pan con el fin de hacer memoria del Señor, declaramos y testificamos al universo que pertenecemos a Cristo. Tenemos al Señor en nosotros y le disfrutamos cada día. Cada semana, el día del Señor, nos congregamos para que haya una declaración, un recuerdo, un despliegue en el universo —y a la vez recordarnos a nosotros mismos— de que le amamos, pensamos en Él y estamos esperando Su venida. Éste es el principal significado de partir el pan.

El segundo significado de partir el pan es que nosotros partimos el mismo pan y bebemos la misma copa, lo cual da a entender que tenemos comunión unos con otros. Una vez distribuidos, el único pan y el único vino entran en cada uno de los creyentes. Una porción del pan entra en mí, y otra porción entra en otro hermano. Yo bebo un poco de esta copa y otro hermano bebe también un poco de la copa. Cada uno de los asistentes participa del pan y de la copa, y de ese modo recibe en su interior el pan y el vino. Esto demuestra que somos uno y que tenemos comunión unos con otros. No sólo recordamos y disfrutamos al Señor, sino que además al participar del pan y de la copa testificamos que somos uno y que somos parte de un solo Cuerpo. En la unidad del Cuerpo tenemos mutua comunión y disfrute.

Por esta razón, antes de recordar al Señor y reunirnos para tener esta comunión, debemos examinarnos a nosotros mismos y pedirle al Señor que nos ilumine. Debemos confesar nuestros pecados de forma detallada y minuciosa, pedirle al Señor que nos lave con Su sangre de nuestra impureza y de manera cuidadosa y ante el Señor eliminar cualquier estorbo para que no haya ninguna barrera entre nosotros y Él, ni tengamos problemas unos con otros. De este modo, podremos sentarnos a la mesa del Señor para comerle, beberle, disfrutarle y tener comunión juntos.

Antes de partir el pan en una reunión de hogar, debemos guiar la reunión gradualmente a ese punto. No debemos darnos prisa; debemos hacer que nuestra práctica sea duradera y estable. Si no se consigue establecer la reunión para partir el pan en tres meses, no hay ningún problema. Podemos esperar al cuarto mes, y si aún sentimos que no podemos establecerla, podemos esperar al quinto mes. Debemos siempre estar atentos para ver cómo el Señor quiere guiar a los nuevos creyentes y cómo ellos pueden seguir al Señor para poder avanzar. Si esperamos a que la situación esté lista, podremos establecer el partimiento del pan en un lugar tras otro. Éstos son asuntos que no debemos pasar por alto. Nunca debemos laborar con demasiada prisa; más bien, debemos guiar a los nuevos creyentes en vida y ayudarlos con respecto a su vida diaria. Desde el comienzo debemos ayudarlos a tener una actitud seria y a prestar atención a todas estas cosas a fin de que puedan avanzar por el camino correcto y no perjudiquen su testimonio en el futuro.

(Mensaje dado el 3 de marzo de 1987 en Taipéi, Taiwán)


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