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Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7707-2
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Actualmente disponible en: Parte 1 Capítulo 11 de 19 Sección 3 de 4

El Espíritu de gloria

Si sois vituperados en el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el Espíritu de gloria, que es el de Dios, reposa sobre vosotros. (4:14)

Este versículo nos dice que el Espíritu es de gloria, que Él está lleno de gloria. Además, la frase el Espíritu de gloria, que es el de Dios significa que el Espíritu de gloria es el Espíritu de Dios. Cuando sean perseguidos por causa del Señor, el Espíritu de Dios, que es el Espíritu de gloria, reposará sobre ustedes.

¿Qué es gloria? La gloria es Dios manifestado, Dios expresado. Cuando Esteban estaba siendo martirizado, su rostro se transfiguró y se parecía al rostro de un ángel; ésa era la gloria de Dios que se manifestaba. Respecto a los mártires, por lo general en el momento que ellos sufren el martirio, su condición muestra que Dios es expresado. Ése era el Espíritu de Dios, que es el Espíritu de gloria, reposando sobre ellos.

Nunca puedo olvidar el tiempo cuando, ya hace más de treinta años, conocí a un hermano que tenía cincuenta años de edad y predicaba fervientemente el evangelio por amor del Señor. Cuando le pregunté acerca de cómo había sido salvo, me dijo que él era de la península de Shantung y que, cuando era joven, había ido a Talién y se quedó en un hotel de ahí. El dueño del hotel era un cristiano ferviente que le predicó el evangelio y lo condujo a la salvación. El propio dueño tenía una historia muy especial acerca de su salvación. Él había sido dueño de ese hotel durante dieciséis o diecisiete años, y antes de ese tiempo había vivido en Pekín aprendiendo a manejar el negocio en cierta tienda durante el año de la Guerra de los Bóxers. Un día hubo un disturbio en las calles, así que todas las tiendas cerraron. Él miraba por una rendija de la persiana y vio a los bóxers que marchaban armados de espada. En medio de ellos vio a un burro que jalaba una carreta, en donde iba sentada una jovencita. Sucede que ella era una cristiana que los bóxers habían capturado, y la llevaban a ejecutar. Esta jovencita iba en la carreta cantando himnos. Ella no sólo estaba gozosa, sino también resplandeciente. Este grave incidente le causó una profunda impresión a aquel hombre, quien dijo para sí: “Tengo que saber acerca de esto. ¿Cuál es la religión de Jesús? ¿Qué clase de medicina tomó esta joven que la fortaleció tanto?”. De ahí que, más tarde él se fue a buscar a un creyente de Jesús, oyó el evangelio y fue salvo. Mi intención al narrarles a ustedes esta historia es mostrarles que cuando una persona es martirizada, perseguida o vituperada por amor del Señor, el Espíritu de gloria reposa sobre tal persona.

Al considerar juntos los versículos antes mencionados, vemos que las Epístolas de 1 y 2 Pedro hacen énfasis en el Espíritu de gloria. Estas epístolas hablan de cómo, al sufrir los cristianos por el Señor, el Espíritu de Cristo reposa sobre ellos para que desde su interior Dios sea expresado y liberado. Cuando las personas sufren por un asunto mundano, se preocupan tanto que ellos manifiestan siempre una expresión de tristeza y angustia, y no son capaces de salir adelante. No obstante, los cristianos no son así, porque el Espíritu que mora en ellos, quien también es el Espíritu de gloria, reposa sobre ellos para que manifiesten la gloria de Dios.

LA EPÍSTOLA DE 1 JUAN: EL ESPÍRITU QUE UNGE

Ahora venimos a 1 Juan. El Espíritu Santo mencionado en 1 Juan ocupa un lugar especial en la Biblia. El versículo más importante es el siguiente:

La unción que vosotros recibisteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero como Su unción os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, así como ella os ha enseñado, permaneced en Él. (2:27)

La unción mencionada aquí se refiere al Espíritu Santo. Esta unción actúa y opera constantemente en nuestro interior. El propósito de esta unción es agregar el elemento de Dios a nuestro ser. El elemento de Dios es semejante a una pintura, y la acción del Espíritu Santo en nosotros es semejante a uno que pinta un mueble. No entendemos la voluntad de Dios y Su dirección por medio de una palabra escrita explícitamente, sino por medio de la unción interna. Por ejemplo, yo puedo ser un pintor que va a pintar una habitación, y usted me pregunta de qué color la voy a pintar. No voy a responderle con palabras; más bien, aplico simplemente algo de pintura a la pared y sabrá el color tan pronto lo vea. Hoy la unción y acción internas del Espíritu Santo causa que obtengamos más del elemento de Dios. Cuando el elemento de Dios aumenta, entendemos más qué es lo que Dios desea y tenemos mayor claridad acerca de la guía que Dios nos da.


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