Fe cristiana normal, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-87083-779-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Dios lo ha preparado y cumplido todo en Cristo. También ha puesto a Cristo en el Espíritu Santo para que todos podamos disfrutarle en cualquier lugar y en cualquier momento. Todo lo que necesita hacer un hombre es recibirle a El. Pero, ¿cómo podemos recibirlo a El? Por fe. La fe recibe. Cuando un hombre cree, recibe todo lo de Cristo.
De hecho, los cinco sentidos también reciben. Los oídos reciben sonidos al oír, los ojos reciben los colores al ver. Al tener constante contacto con el mundo exterior, los cinco sentidos lo trasmiten todo al mundo interno.
Entonces la fe consiste en un acto de recibir. Cristo derramó Su sangre para remover nuestros pecados. Cuando nosotros creemos en esto, lo recibimos. Dios nos ha puesto en la muerte de Cristo. Por la fe, la solución del problema del viejo hombre es recibida dentro de nosotros. Otros hechos, como Su resurrección y la iniciación de una vida nueva son recibidos por fe. No sé cómo estas cosas pueden entrar en nosotros; pero sí estoy seguro de que cuando creemos en la palabra de Dios y en Sus obras, ellas entran en nosotros. Esta es la función de la fe.
Tengo que mencionar un punto importante: la fe y el acuerdo son dos cosas diferentes. La fe es viva, mientras que el acuerdo es un ejercicio de la mente. Solamente la fe recibe todo lo que hay en el mundo espiritual. El consentimiento mental no tiene parte en esto; percibir cosas espirituales a través del consentimiento mental es usar los ojos para ver sonidos o la lengua para saborear colores. Usted nunca recibirá ninguna cosa de esa manara.
Por ejemplo, todos estamos de acuerdo que la montaña Hwang es un lugar muy panorámico. Lo dicen los libros, y lo vemos en las fotografías. Aceptamos y admitimos que el lugar es muy panorámico. Pero el monte Hwang nunca lo hemos recibido. Ninguna de sus bellezas son una realidad para nosotros. Recibir las cosas espirituales no es un asunto de consentimiento, sino de fe. Necesitamos creer en las palabras de Dios. Tenemos que mezclar Sus palabras con nuestra fe. No dude ni argumente contra las palabras de Dios. Más bien, debemos identificarnos con ellas y ser salvos.
Si usted tiene esta fe viva, puede ser salvo en su casa o en la iglesia, en el desierto o en cualquier lugar. Hoy Cristo está en el Espíritu Santo. El es omnipresente. No importa donde esté, simplemente tocándole a El por fe será salvo. De la misma manera que la electricidad en esta sala está instalada y las lámparas se encenderán al tocar el interruptor, así usted recibirá la salvación inmediatamente cuando ejercita su fe para recibirle a El.
Tal vez usted haya estado escuchando las doctrinas de Cristo por más de diez años. Pero siempre las ha almacenado en la mente. Esto es simplemente un consentimiento mental. Hasta la fecha, todavía es un hombre caído. Su consentimiento no le ha aprovechado para nada. Tiene que confesar que cree. Debe proclamar: “Yo creo que Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios. Yo creo que El está ahora en el Espíritu Santo. También creo que en la cruz El llevó mis pecados y que crucificó mi viejo hombre y me dio nueva vida”. Con esta fe, usted va a ser llevado delante de Dios. Le tocará a El, y la salvación será cumplida en usted. Esto es una experiencia de fe, y no un contrato.
Hace algunos años, un barco de guerra italiano estaba anclado en Gibraltar. Por la noche los marineros fueron a la ciudad a jugar, tomar y causar problemas. Entre el grupo había uno llamado Viejo Setenta. El siempre tomaba la iniciativa entre ellos.
Esa noche mientras él vagaba por el muelle, vio un grupo de damas en una casa tocando piano, cantando himnos y predicando. Nunca había estado en un lugar como éste. Entró por curiosidad. Una predicadora vino y comenzó a predicarle el evangelio. A ella no le importaba si él estaba borracho o no; empezó a decirle que Cristo había muerto por los pecadores, que había perdonado los pecados y que les da una vida nueva. Al final ella le dijo que todo lo que tenía que hacer para ser salvo era creer. Viejo Setenta fue muy tocado. El oró al Señor Jesús, creyó en El y lo aceptó como su Salvador.
Después, el regresó al barco. Estaba a punto de dormirse, pero sintió que debería orar otra vez, así que se arrodilló frente a su litera. Había mas de veinte marineros en el cuarto. Cuando ellos vieron lo que él estaba haciendo, comenzaron a gritar: “¡Viva, algo nuevo! ¡Viejo Setenta tiene una nueva artimaña! Está actuando como si estuviera orando. Esto es maravilloso. Está bien, ya puede sentarse”. Pero Viejo Setenta continuaba orando.
Los compañeros comenzaron a lanzarle sus botas, pero él continuó orando sin prestarles atención. Después de su oración, se puso en pie y solemnemente declaró a todos que él había creído en Cristo. A esa declaración todo el mundo gritó y aplaudió jubilante por su excelente demostración.
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